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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Tan vulnerables como antes

España no ha cambiado su modelo de crecimiento y conserva parecidas debilidades

Joaquín Estefanía

Casi cuatro millones de trabajadores (alrededor del 30% del total) perciben mensualmente menos de mil euros efectivos de salario. Hay 4,8 millones de parados y existe un 22,2% de la población en riesgo de pobreza. Todos son datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística en sus diferentes encuestas, no de ONG con metodologías heterogéneas. Estas cifras pueden ser consideradas como debilidades estructurales de lo que los economistas denominan el “capital humano” español.

Hay que ponerlas encima de la mesa ya que desde que volvió el crecimiento se ha recuperado el debate, al menos de forma retórica, sobre el modelo de producción de España. La cuestión es la siguiente: después de tantos años de crisis, ¿qué hemos aprendido?, ¿cómo han cambiado los fundamentos de la economía más allá de la reducción obligada del peso de la construcción?, ¿se va a competir en el exterior vía precios (mayor devaluación de los salarios) o por un aumento de la calidad de los productos y los servicios? En definitiva, ¿somos más o menos vulnerables que en 2007?

El modelo de crecimiento de un país está determinado por el hardware y el software de la economía. El hardware: conjunto de capital físico (geografía, infraestructuras, I+D+i,...), humano (personal cualificado) y financiero (dinero). Todos sabemos que para que un hardware sea bueno hay que cargarlo con el software más adecuado: calidad del marco normativo, instituciones sólidas que den seguridad jurídica a los agentes sociales, que reduzcan la incertidumbre, aminoren los costes de transacción y faciliten la cohesión social.

En estos años de recesión y estancamiento secular, muchas de las instituciones han dejado de funcionar bien por la corrupción (confusión entre lo privado y lo público), la lottizzazione (su reparto por parte de los principales partidos políticos), o porque se han quedado viejas en la era de la globalización. En cuanto a las distintas modalidades de capital, el modelo de producción se ha jibarizado (es más pequeño) y está marcado por el enorme endeudamiento público y privado, que en conjunto asciende a alrededor del 300% del PIB.

Cuando se habla de cambio del modelo generalmente se introducen las reformas estructurales necesarias para esa mutación: la fiscal, la financiera, la energética, la del mercado de trabajo, la reforma empresarial, etcétera. En el caso de España se suele destacar, entre sus fortalezas, la del sector exportador en sectores como la banca, la distribución, la agroalimentación, las infraestructuras, el turismo, las energías renovables o la telefonía... Pero en el resto del cóctel pocas veces se incluye la debilidad estructural del capital humano.

Cómo crecer, cómo incrementar la productividad si aumenta la desigualdad salarial entre los que más cobran y los que menos, entre los hombres y las mujeres, entre los jóvenes y los mayores, y entre todos y los parados y los trabajadores pobres. Cómo ser más competitivos si el 16% de los hogares llegan a fin de mes con dificultades, el 42,4% no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos o el 45% no puede permitirse irse de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año.

Esto también es modelo de crecimiento.

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