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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

En la cuneta, y encima, con escarnio

La herencia de Rajoy en empleo no mejora la de Zapatero, e ignora consejos internacionales

Xavier Vidal-Folch
 El presidente del gobierno, Mariano Rajoy.
El presidente del gobierno, Mariano Rajoy.Jaime Villanueva

En el mejor de los casos el número de empleados a final de la legislatura Rajoy será muy similar al del período Zapatero (17 millones). Y el de parados registrados netos, algo superior. El desempleo bruto ha bajado de 4,42 millones de personas a 4,17, un cuarto de millón. Pero la población activa se ha reducido en medio millón largo, los que emigraron y lo que, desanimados, se borraron de las listas de los servicios públicos de empleo.

Por eso la mejora es más efecto óptico estadístico que realidad. En apariencia estamos algo mejor. Estructuralmente, pizca peor.

¿Tiene razón Mariano Rajoy en su alocución del día 26 de octubre convocando elecciones? Dijo: “España puede sentirse orgullosa porque ha podido superar la peor crisis sin permitir que nadie se quedase al borde del camino”. Que diriman las cifras oficiales.

Las familias con todos sus miembros en paro continuaban siendo en septiembre 1,57 millones (INE), igual cifra que a final de 2011.

Los hogares sin ingresos son 724.000, el doble que en 2007, justo antes de la crisis.

Los parados de larga duración (más de un año) ascienden hoy a 2,9 millones, cuatro veces más que en 2011 (704.900).

De modo que es difícil sostener matemáticamente que se haya mejorado, en términos absolutos, la “herencia recibida”. Más bien podría concluirse que, en punto a empleo y paro, el legado de Rajoy es un encefalograma plano respecto al de su antecesor.

Además, en términos relativos, recordemos que Zapatero sufrió una recesión de caballo de tres años y medio, de mediados de 2008 hasta final de 2011, con unos breves meses de interregno a lo largo de 2010. Impericias domésticas aparte, motivada por la crisis global. Mientras que desde finales de 2012 el PIB se recupera y exhibe un crecimiento positivo en 2014 y 2015. Méritos conservadores aparte, debido al descenso del petróleo, el abaratamiento del euro gracias al BCE y la recuperación de la eurozona.

El caso es que los de la cuneta —sin siquiera contar pobreza extrema y desigualdad creciente— siguen en la cuneta. Y que eso podría no haber sido así. ¿Por qué? Porque siguiendo los añejos dictámenes de Bruselas, la OCDE recomendó en julio a España (“Perspectivas de empleo 2015”) aumentar su inversión en políticas de empleo (0,61% del PIB, frente al 1% los nórdicos), cuando los jóvenes ni-ni españoles (ni estudian ni trabajan) alcanzan el 21%, casi el doble del 14% de la media de la OCDE.

Porque pese a los reiterados consejos de distintos organismos internacionales, España apenas ha hecho nada para dejar de ser el peor país europeo (exceptuando a Grecia y Croacia) en políticas activas contra el paro de larga duración (“Integrated support for the long term unemployed”, informe de expertos independientes a la Comisión Europea, 2015).

Porque España es líder mundial en empleo joven temporal involuntario (22%: 700.000 jóvenes más parados desde la reforma laboral de 2012) y apenas ha hecho nada por reducir las cotizaciones sociales para incentivar el empleo, (“Informe de diagnóstico de la estrategia de competencias”, OCDE, 2015).

En la cuneta y advertidos: eso, el escarnio.

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