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Ciencia ficción en el horizonte

El coche del futuro incluirá piloto automático, mecánica eléctrica y conexión a internet, un escenario en el que firmas de la era digital como Apple, Google o Tesla tendrán mucho que decir

Marcos Baeza
Tesla es una marca especializada en modelos eléctricos que parece ir por delante de los fabricantes tradicionales en la carrera por los coches de baterías.
Tesla es una marca especializada en modelos eléctricos que parece ir por delante de los fabricantes tradicionales en la carrera por los coches de baterías.

"De aquí a 2050, el 50% de los ingresos provendrán de la digitalización”. La frase es de Rupert Stadler, máximo responsable de Audi, y refleja la revolución que afronta el automóvil, que deberá pasar de ser un producto esencialmente mecánico, como ha sido en los últimos 30 años del siglo XX, a otro más electrónico, que es lo que exige el siglo XXI. El cambio ya ha comenzado, pero se acelerará en los próximos años y requerirá que los fabricantes tradicionales ahonden en la búsqueda de socios tecnológicos para adaptar sus modelos. Stadler opina que el giro de la industria será “el más intensivo de todos los tiempos”, y vaticina que generará “grandes potenciales financieros”.

En el horizonte aparecen retos como el desarrollo de la movilidad eléctrica y de la conducción automática, que requieren a su vez de una conectividad total, con acceso a Internet. Y en este punto entran en juego los nuevos actores, las compañías de la era digital que están irrumpiendo con fuerza en el automóvil. Algunas, como Apple y Microsoft, proporcionan software para los equipos telemáticos de los últimos modelos, que así pueden funcionar en simbiosis con los smartphones y conectarse a la Red; otras, como Tesla, se han especializado en la producción de vehículos eléctricos, situándose en primera línea de salida de una carrera técnica a la que las marcas de coches de siempre parecen llegar con cierto retraso, y Google, por su parte, apuesta por cambiar el futuro cercano con su proyecto de vehículo urbano auto dirigido, el Google Car, que quiere revolucionar la tipología del transporte en las grandes capitales mundiales.

Los nuevos actores llegan con grandes aspiraciones. Elon Musk, el fundador de Tesla, se fija como objetivo “ayudar [con sus modelos de baterías] a agilizar la transición de una economía basada en la extracción y quema de hidrocarburos a otra sostenida en la electricidad”. Y para contribuir al proceso, Musk decidió en 2014 liberar todas las patentes de su empresa, en un movimiento sin precedentes en una industria tan competitiva como la del automóvil.

De cargas y ordenadores

A pesar de su juventud y reducidas ventas (11.500 unidades en el primer semestre de 2015), Tesla es una marca conocida hoy en casi todo el mundo. Y ha logrado hitos como ofrecer un modelo comercial, el Model S, con una autonomía por carga superior a los 500 kilómetros. El coche salió a la venta en 2012, con varios años de adelanto frente a los fabricantes de renombre, como Audi y Porsche, que acaban de presentar en el marco del Salón de Fráncfort sus primeros prototipos con un radio de acción similar, que tardarán al menos un año en llegar a los concesionarios. Tesla lanzará en 2016 un todoterreno (Model X), y prevé el lanzamiento de un tercer vehículo más económico con el que espera alcanzar las 50.000 matriculaciones anuales y ganar magnitud en el sector.

Google quiere pasar de proveedor a estrella destacada. Actualmente suministra sus mapas y también equipos telemáticos para su instalación en automóviles, que compiten con los que surte Apple y los que utilizan chips de Microsoft. Pero el siguiente paso parece un triple salto mortal. El planteamiento recuerda al de algunas películas de ciencia ficción, como Desafío Total y Minority Report: repartir por la ciudad estaciones de coches sin conductor, auto dirigidos, que llevarán a los pasajeros al destino elegido.

El vehículo es esa especie de huevo con ruedas que se ha convertido en el más mediático de los prototipos de conducción autónoma. Chris Urmson, director del programa, señala que “queremos cambiar esta industria por completo”, y, aunque suene grandilocuente, la visión está cerca de convertirse en realidad. El koala, como se le conoce, es el último de los vehículos experimentales del gigante tecnológico, que lleva investigando la circulación autónoma desde 2009.

El giro que se avecina en la industria del automóvil será “el más intensivo de todos los tiempos”, según Rupert Stadler, responsable de Audi

Los coches están pensados para los entornos urbanos, tienen dos plazas, mecánica eléctrica y 160 kilómetros de duración. Y ruedan ya por la calle, aunque por el momento, y por seguridad, con conductor a bordo. Según la web de Google Car, los accidentes registrados hasta ahora, han sido, en su mayoría, de humanos impactando contra la máquina, y no al revés. Aunque algunos afectados han expresado su oposición a la excesiva prudencia con la que los prototipos circulan. Y es que, por ejemplo, esperan un segundo y medio antes de salir cuando el semáforo se ha puesto ya en verde. Los vehículos de ensayo de Google han recorrido más de 1,6 millones de kilómetros, y la previsión es poner en marcha el programa a nivel comercial en 2020.

Tras los ambiciosos objetivos de Tesla y Google, el papel de Apple y Microsoft parece menor, pero no lo es. Y es que la transformación del automóvil que se avecina comienza por dotar a los modelos de una mayor conectividad, que es la que permitirá la generalización del acceso a Internet y la disponibilidad de mapas más detallados y actualizados, que resultan imprescindibles, entre otras cosas, para el adecuado funcionamiento del piloto automático.

El vehículo de Google plantea un nuevo medio de transporte urbano, automático y sin conductor: los pasajeros se suben y el modelo les lleva al destino elegido.
El vehículo de Google plantea un nuevo medio de transporte urbano, automático y sin conductor: los pasajeros se suben y el modelo les lleva al destino elegido.

Microsoft suministra su software a fabricantes como BMW, Fiat, Ford, Kia y Nissan. Apple surte a Ferrari, Mercedes y Volvo, mientras que Google hace lo propio con Audi, General Motors, Honda, Hyundai, Seat, Skoda y VW. Pero todos son compatibles con casi todos, de la misma forma que un archivo de Word de un PC puede abrirse en un Mac. Muchas marcas, incluso, se curan en salud y apuestan por poder albergar dos o más marcos operativos simultáneamente. La idea es simple. El conductor conecta su smartphone al coche y, a partir de ahí, puede engancharse a la Red, utilizar aplicaciones y disfrutar nuevos servicios. También es posible que el automóvil genere una red wifi, incluso a velocidad 4G.Posibilidades: desde consultar el estado del tiempo, reservar mesa en un restaurante y escuchar la canción preferida aunque se haya olvidado el CD en casa, hasta realizar un diagnóstico online del coche y localizarlo vía GPS en caso de robo y apagar el motor a distancia.

Y la tendencia irá a más. La fuerza estratégica que están ganando los gigantes tecnológicos en la industria del automóvil llevó a un periodista a preguntar a Rupert Stadler, el consejero delegado de Audi: ¿tienen ustedes miedo a Apple? “Ninguno”, contestó. “La digitalización va a traer muchos nuevos actores, simplemente hay que ser mejor”, añadió, no sin antes recordar: “Además, ya colaboramos con Apple y Google”.

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Sobre la firma

Marcos Baeza
Redactor de Motor, especializado en producto y tecnología. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS, desde 1998, ligado siempre al automóvil. Sigue la actualidad del sector, prueba los nuevos modelos que llegan al mercado y analiza las tendencias y tecnologías asociadas, como la nueva movilidad eléctrica.

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