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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Efecto mariposa?

Lo ocurrido en los mercados financieros tras el cambio de régimen de cotización del yuan hace un mes trae a la mente el famoso “efecto mariposa” —del proverbio chino: “el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”—. Aparcando la teoría del caos, la intensidad y magnitud de la corrección de las bolsas, del repunte de la volatilidad y de la aversión al riesgo, abren algunos interrogantes.

Realmente un elemento de inquietud es la naturaleza del choque: ¿se trata de algo transitorio o más permanente? y ¿cómo alterará la visión de consenso respecto a la sostenibilidad de la recuperación global? Lamentablemente, no hay respuesta fácil e inmediata a esta pregunta. Así lo han reconocido la Reserva Federal o el Banco Central Europeo, que han coincidido en subrayar que este episodio reaviva los riesgos a la baja sobre el crecimiento y han insistido en que se necesita más tiempo para evaluar impactos.

Dada la dimensión de la mariposa china, los vientos de su aleteo pueden tener cierta persistencia

¿Por qué levanta tantos temores este episodio? Primero, porque el epicentro está en China, una economía sobre la que hay más interrogantes que certezas: no se sabe bien cuál es el verdadero ritmo de crecimiento, cuál es la verdadera estrategia de su política económica -cambiaria y monetaria-, y cuál es la verdadera capacidad de gestión de sus autoridades, teniendo en cuenta los enormes retos que afronta el país. Segundo, porque el contagio está siendo virulento en los mercados emergentes, particularmente en los exportadores de materias primas. Tercero, porque este choque genera presiones a la baja sobre la inflación. En principio sólo a corto plazo; pero la caída de precios energéticos pone en riesgo el cumplimiento de los objetivos de los bancos centrales. Y además, el retraso de la subida de tipos de la Fed ha añadido más incertidumbre. No está claro si el retraso obedece a una estrategia conservadora de no asumir riesgos, o hay algo más de fondo por detrás que la institución está viendo.

Dada la fragilidad del crecimiento global y teniendo en cuenta el impacto negativo que las tensiones financieras tienen en la actividad real, la estabilización de los mercados es una condición necesaria para mantenernos en la senda de la recuperación. Y lo es en particular para los emergentes. En los últimos meses, estos países han experimentado, por la combinación de factores externos y propios, depreciaciones muy fuertes de sus divisas y salidas de capitales, sólo comparables con las que se produjeron a mediados de 2013, cuando se empezó a hablar de la retirada de estímulos monetarios en Estados Unidos. Un parón prolongado de la entrada de capitales en estos países, o la no renovación de las emisiones en moneda extranjera, suponen sin duda un mayor riesgo.

El trasvase de capitales observado en este episodio replica los típicos movimientos de búsqueda de refugio de los inversores: huida de activos de riesgo (renta variable) y salida de emergentes, al tiempo que entran en economías desarrolladas, bonos soberanos de mayor calidad crediticia e incluso a liquidez. Felizmente, y aunque de forma muy incipiente, las salidas de capitales de emergentes parece que se están frenando. Una señal positiva, pero es muy pronto aún para hablar de inflexión. Dada la dimensión de la mariposa china, los vientos de su aleteo pueden tener cierta persistencia.

Sonsoles Castillo es economista jefe de la Unidad de Escenarios Financieros de BBVA Research.

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