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Divisas para paliar la crisis ibérica

Las remesas que entraron a España marcaron un récord en 2014

Billetes en el departamento de cambio extranjero del Union Bank de Suiza.
Billetes en el departamento de cambio extranjero del Union Bank de Suiza. EFE

Marco hizo las maletas para nunca más volver a vivir en España. Su huida no fue producto de la recesión económica ni de los malos augurios por los que atravesó el país durante los últimos ocho años. Este sevillano, de 41 años, se mudó hace más de una década a los Estados Unidos a cursar un máster en Comunicación. Al concluir sus estudios consiguió un puesto de trabajo en una ONG, asentada en Washington, y ahora solo regresa a casa en vacaciones. En 2013, cuando pensó que lo peor de la crisis había pasado, un batacazo golpeó a la puerta. Su padre, sexagenario y aún sin edad para la jubilación, se quedó sin trabajo. “Las deudas, principalmente el pago de una hipoteca, ahogaban lentamente a mi familia”, comenta vía telefónica. “Desde entonces envío 800 euros al mes”, detalla.

Marco se ha convertido en una parte fundamental para el sustento económico de sus padres. “No podrían vivir sin el dinero que mando”, destaca. Este expatriado ha contribuido a ensanchar las estadísticas de remesas que recibe España y que tocaron el año pasado un nuevo récord: 10.990 millones de dólares (casi 9.800 millones de euros), según datos del Banco Mundial.

La cifra de remesas se ha acrecentado, según coinciden expertos, por la salida de miles de personas que han tenido que cruzar las fronteras en busca de mejores oportunidades. A enero de este año había más de 2,1 millones de españoles inscritos en los registros consulares, un 48% más que en 2009, año en que el Instituto Nacional de Estadística (INE) comenzó a publicar el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE). Las estadísticas indican que dos de cada tres corresponden a extranjeros con nacionalidad española.

Lluvia de cifras

Calcular las remesas no es una cosa sencilla. Las cifras que ofrece el Banco Mundial, en muchos casos, difieren de las que publican los bancos centrales en su balanza de pagos. Tal es el caso de España. Para el organismo internacional, las remesas corresponden a la suma de las transferencias personales (que hace un emigrante a su país de origen) y las remuneraciones de los asalariados que trabajan en extranjero por una temporada de largo o corto plazo.

El Banco de España, que dejó de proporcionar el dato de entrada de remesas por cambios metodológicos en 2014, indica que los envíos se calculaban con transferencias canalizadas a través de empresas remesadoras y después se aderezaban con algunas cifras del Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero.

La desigualdad en metodologías da resultados dispares. Por ejemplo, para 2013 el Banco de España registró 5.577 millones de euros como entrada de remesas, mientras que el cálculo del Banco Mundial ascendió, en ese mismo año, a 9.584 millones de dólares (8.500 millones de euros, aproximadamente).

Hasta 2004, en pleno boom inmobiliario, España registró, en concepto de remesas, mucho más dinero de entrada que de salida. Posteriormente, con la llegada de miles de migrantes al país, la balanza se inclinó hacia el otro lado. En 2014, a pesar de que la población extranjera se redujo en los últimos cinco años en un millón de personas hasta llegar a los 4,4 millones, el dinero que se envío hacia el exterior alcanzó un récord de 16.015 millones de dólares (14.184 millones de euros), de acuerdo con el Banco Mundial. “Este efecto fue una combinación de la emigración y de la adquisición de nacionalidad española”, destaca José Luis Álvarez, director del Departamento de Economía en la Universidad de Navarra.

“El impacto de las remesas siempre ha sido positivo en cualquier país”, dice Andreu Domingo, subdirector del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). El experto comenta que la mayoría de estos recursos se utilizan en el día a día del gasto doméstico. “El dinero que se recibe contribuye a los ingresos familiares y ayuda a capear el temporal económico”, añade.

De Norte a Sur, América se ha convertido en el salvavidas para muchos hogares. Más de 1,3 millones de ciudadanos españoles se busca la vida del otro lado del Atlántico, de acuerdo con el PERE. Por su parte, 730.839 personas han elegido algún país europeo como su nuevo hogar, mientras que 30.441 emigraron a Asia, 19.863 a Oceanía y más de 18.274 a África. “España dejó de ser un sitio de oportunidades, principalmente para los más jóvenes, y se convirtió en un exportador de migrantes”, explica Rafael Pampillón, director de análisis económico de la IE Business School.

América, América

La migración que se ha dado hacía el continente americano ha dejado una derrama de dinero importante para España. De esta parte del mundo se registraron entradas por remesas de 3.100 millones de euros, un 32% del total, según el Banco Mundial. De manera individual, Estados Unidos ha sido el país con la mayor cifra, con 844 millones de euros, seguido de Argentina con 760 millones de euros. En Europa, Francia contribuyó con 2.400 millones de euros, seguido de Alemania con 940 millones.

La falta de trabajo ha sido la principal causa de esta sangría. “España nunca se ha caracterizado por tener una baja tasa de desempleo, pero nadie se imaginaba que la crisis económica dejaría a más de cinco millones de personas en el paro”, subraya un análisis del Centro Regional de Información de las Naciones Unidas para Europa Occidental.

Las estimaciones del instituto internacional puntualizan que España se ubica en el puesto número 12 como receptor de remesas a escala internacional. En primer lugar está India, seguido de China y Filipinas. Entre los europeos, el país está en la cuarta posición. En el podio, por este orden, Francia, Alemania y Bélgica. Como emisor, el país ibérico ocupa la octava plaza.

Álvarez prevé que el flujo de remesas hacia España podría mantenerse en los mismos niveles en el mediano plazo, a pesar de los brotes verdes que han aparecido la economía. Para Pampillón, de la IE Business School, el futuro de los migrantes dependerá de las fuentes de trabajo que se creen. “Con una tasa de paro que llega al 23%, España no puede ofrecer un lugar de trabajo a todas aquellas personas que se han marchado”, asegura.

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