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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Quién va a gestionar mejor la economía?

Uno de los grandes riesgos de la economía española es la incapacidad para gestionar de manera eficaz la complejidad política y territorial

Una de las cuestiones a dirimir en las próximas elecciones generales es qué opción política va a gestionar de manera eficaz la salida de la crisis, en un contexto político más complejo y más plural. Y es que la mencionada complejidad política y territorial no es una opción, sino que ha venido para quedarse.

Para Rajoy el gran riesgo de la economía es la situación política del nuestro país. Pero esa no es la cuestión. Uno de los grandes riesgos de la economía española es la incapacidad para gestionar de manera eficaz la complejidad política y territorial.

Es más, la campaña del PP está centrada en "yo o el caos", es decir, el PP va a querer contraponer una supuesta buena gestión económica en esta segunda mitad de su legislatura a las incertidumbres de los pactos de otros, o la gestión territorial. Sin embargo, la elección no es entre pasado o futuro, sino sobre qué futuro somos capaces de construir, en un nuevo contexto político sin mayorías absolutas y con unas singularidades territoriales por integrar.

El Partido Socialista ofrece una gestión basada en tres ejes básicos: eficiencia económica, cohesión social y regeneración institucional, ejes que se interrelacionan, y que nadie como el PSOE ha combinado mejor al frente de los gobiernos que ha dirigido. Y ofrecemos una trayectoria de vocación de entendimiento con otras fuerzas, con españoles de diferentes sensibilidades, una vocación de integración que va a ser más necesaria que nunca.

Porque la elección no tiene en el menú un pasado que nunca vuelve, sino que va de construir un futuro entre todos. Parece que sin mayorías absolutas y, desde luego, sin vocaciones absolutistas. En definitiva, nosotros gestionamos mejor el futuro económico en un contexto político más plural y más complejo.

El riesgo no puede ser, ni lo que votan los ciudadanos, ni la complejidad resultante. El peligro es la insolvencia política para enfrentarse a dicha pluralidad. Por consiguiente, el ordeno y mando nunca ha sido eficaz, y menos aún lo será en el momento político que estamos viviendo.

La pluralidad podrá evitar que el rodillo de una mayoría absoluta imponga a una diputada del PP para presidir la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV); o evitará la utilización de la Agencia Tributaria (AEAT) en beneficio del partido que apoya al Gobierno; o la aprobación de una ley en un parlamento democrático del siglo XXI, como la amnistía fiscal, que es una pasarela para que defraudadores y delincuentes puedan irse de rositas fiscal y penalmente.

Sin embargo, la pluralidad puede frenar este tipo de cuestiones que perjudican desde la competencia en los mercados, la eficiencia en el gasto público, hasta los ingresos públicos. La complejidad política ayudará a poner al frente de las instituciones y de los órganos reguladores a personas de verdadero prestigio profesional e independientes.

Podría poner más ejemplos, como la reforma educativa del ministro Gabilondo, muy consensuada excepto en flecos ideológicos que el PP quería usar como arietes, frente a otra reforma, la del ministro Wert, que ella en sí misma ha tenido vocación de enfrentamiento. ¿Quién es culpable entonces del caos de inicio de curso? ¿La pluralidad que emerge de la voluntad ciudadana o la irresponsabilidad de un ministro que la lía y huye a un exilio dorado? Y por supuesto que la educación tiene que ver y mucho con el futuro de la economía.

Por otro lado, el triunfo de una Tercera Vía para abordar el encaje de Cataluña en España y para el debate territorial, sin duda, tendrá unos efectos beneficiosos para nuestra economía. El inmovilismo que practica Rajoy no tiene consecuencias positivas desde el punto de vista de la estabilidad, la inversión y la actividad económica.

No quiero olvidar otro de los riesgos que tiene la economía española, aunque no forma parte de este análisis. Me refiero al hecho de que entre las prioridades del Gobierno no ha estado apoyar las fuentes permanentes del crecimiento, más bien, la economía española se ha visto favorecida, más que la media del resto de economías europeas, del potente viento de cola de los motores externos.

La mejor muestra de lo que digo, es que en los Presupuestos para 2016 el Gobierno asigna un exiguo crecimiento del 2% a la I+D+i civil. Con este ritmo necesitaríamos más de 50 años en recuperar, en términos reales, todo el terreno perdido en esta legislatura. Por el contrario, apostar por una devaluación permanente para ganar competitividad, como lo hace este Gobierno, no tiene futuro, como se comienza a ver en los datos de crecimiento económico de la economía española para los próximos trimestres.

Pedro Saura es portavoz de Hacienda del Grupo Socialista y profesor titular de fundamentos del análisis económico en la Universidad de Murcia.

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