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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Problemas en el Sur

América Latina debe hacer ajustes, pero sin rescates del FMI y sin recortar en educación

José Carlos Díez

Escribo esta columna desde la Patagonia argentina donde se vive con enorme preocupación la crisis financiera que azota los mercados este verano. Durante más de una década los países desarrollados consumían, los países emergentes producían, los precios de las materias primas subían, los tipos de interés mundiales estaban bajos y el dólar débil. En este escenario crecía con fuerza el empleo y la renta disponible en países emergentes y se creaba una incipiente clase media que ha permitido reducir con fuerza la desigualdad y la pobreza, la deuda externa y la deuda pública de los países.

Pero el consumo en Europa y Japón está casi estancado desde 2011 y solo Estados Unidos y Reino Unido mantienen ritmos de gasto próximos a su promedio histórico. Los emergentes han bajado su intensidad de producción, los precios de las materias primas han caído con fuerza, el dólar está fuerte y únicamente los tipos de interés se mantienen bajos.

Ante los problemas en Europa los inversores buscaron refugio para sus ahorros en los emergentes. Pero en el último año ha salido un billón de dólares de capitales de países emergentes, el equivalente casi al PIB de México. Latinoamérica está siendo el área más afectada, como refleja la depreciación de sus divisas, especialmente el real brasileño.

En el último año los ingresos por exportaciones han caído el equivalente al 3% del producto interior bruto (PIB) en Chile y Colombia, 2,3% en Argentina y el 1,2% en Brasil. La fuerte depreciación de las divisas ha activado una intensa inercia inflacionista y los grandes avances de la última década en términos de mejora del nivel de vida pero también de la consolidación de la democracia y de las instituciones están ahora amenazados.

Si los países no reducen su consumo interno las depreciaciones de las divisas continuarán y la inflación irá en aumento, forzando a hacer ajustes bruscos en el futuro. Brasil, México, Chile y Uruguay comienzan a asumir que hay que hacer ajustes fiscales. Argentina está en campaña electoral, no ha devaluado desde enero, este año su déficit se ha disparado y puede acabar por encima del 7% del PIB. Esta es la herencia envenenada que recibe el próximo gobierno. Venezuela es un disparate económico y una bomba que estallará en cualquier momento con una inflación por encima del 200% y con el tipo de cambio paralelo del bolívar más de 100 veces superior al oficial.

El elevado nivel de reservas y los bajos niveles de deuda pública permiten, por primera vez en décadas, hacer los ajustes graduales y sin rescates del Fondo Monetario Internacional (FMI) para no cometer los errores que cometió Mariano Rajoy en España en 2012, que provocaron la destrucción de un millón de empleos. La clave es no recortar en educación, la gran revolución pendiente de la región, y mejorar la eficacia del gasto. Si aciertan con las políticas el temporal acabará pasando y podrán retornar de nuevo a la senda de creación de clases medias y reducción de la pobreza. Pero acaban de entrar en el túnel y aún no se ve la luz de la salida.

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