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La riquísima Noruega sufre por el petróleo barato

La caída del precio del barril eleva la tasa de paro y lastra la economía del país nórdico

Ignacio Fariza
Un hombre pasa delante de la sede del Banco Central de Noruega
Un hombre pasa delante de la sede del Banco Central de Noruegabloomberg

El desplome del precio del petróleo no solo afecta a los emergentes y a las grandes multinacionales energéticas. Noruega, un Estado cuasi idílico, el más rico y desarrollado del mundo según la ONU y el más democrático según The Economist Intelligence Unit, empieza a sufrir los estragos de un Brent a menos de 50 dólares. Su modelo económico y social, envidia de medio mundo y motivo de orgullo de sus ciudadanos, se ha construido durante décadas gracias a la socialización de los beneficios derivados de las ingentes reservas petrolíferas que atesora bajo sus aguas. Ahora, aunque las cifras del primer productor de crudo de Europa siguen brillando con luz propia, empieza a sufrir algunos rasguños.

El precio del crudo ha llevado la tasa de paro a superar el umbral del 4%.

“La economía se desacelera porque el petróleo noruego es menos competitivo que el de otros países y en un mundo en el que la oferta va a más y la demanda no termina de despegar, esto es un problema”, explica por teléfono Thina Margrethe Saltvedt, economista del banco Nordea.

El brusco descenso en el precio del crudo ha conseguido lo que no pudo hacer la crisis financiera: que la tasa de paro supere el umbral del 4%. Esta cifra, irrisoria para cualquier otro país del mundo, es el nivel más alto en más de una década y se vive como un drama en Noruega. Una oleada de despidos e las empresas que explotan sus vastos recursos energéticos tiene buena parte culpa: con la pública Statoil a la cabeza, estas firmas se han desecho de 20.000 empleados desde que el precio del crudo empezó a flaquear, a mediados de junio de 2014. Y esto es mucho en una economía en la que más del 10% de los puestos de trabajo dependen directamente del petróleo.

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El pleno empleo no es el único emblema que empieza a tambalearse, aunque todavía débilmente, en Noruega. El fondo soberano a través del cual se canalizan los beneficios del crudo ha dado en los últimos días un giro inimaginable hace solo dos años: ante el parón de la economía real, en lo que va de 2015 el Gobierno ha dividido por siete su aportación trimestral este gigante inversor, el mayor fondo de este tipo en el mundo, con cerca de 870.000 millones bajo su gestión e inversiones en empresas, bonos y activos inmobiliarios de todo el planeta.

Para combatir la caída libre en el precio de su mayor fuente de riqueza, que supone aproximadamente el 40% del PIB, el banco central del país escandinavo ha recortado los tipos de interés dos veces en lo que va de año y los analistas creen que tendrá que seguir haciéndolo en los próximos meses. “Es su única reacción posible”, sostiene Saltvedt. “Sin esta rebaja el impacto sobre la economía noruega habría sido mucho peor”.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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