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Bancos y financiación alternativa

El objetivo es utilizar la información para que la banca llegue de forma más eficiente y segura a la demanda solvente

Santiago Carbó Valverde

La llamada “Era de la Información” está transformando hábitos y formas de interrelación entre las empresas y sus clientes de manera muy profunda. Los servicios financieros no son una excepción. En diez años un pago, una transferencia o un préstamo se realizarán de forma muy distinta de como se hacen hoy en día. Se oye mucho hablar de “financiación alternativa” pero es difícil precisar a qué se refiere realmente este término.

En una concepción tradicional, describiría la financiación de empresas e individuos más allá de los bancos y los mercados de capitales. Sin embargo, predominan ahora definiciones más específicas que tan solo consideran “alternativas” las actividades financieras que se desarrollan a través de nuevos canales como el crédito online business-to-business (B2B) o el crowdfunding.

 Parece que existiera un empeño en situar lo alternativo más allá del alcance de los bancos. Este es un error que ya se cometió en el pasado. A principios de la década de 1990, por ejemplo, se difundieron numerosos artículos e informes que anunciaban la muerte de los intermediarios bancarios, por la irrupción de otros competidores e Internet.

La realidad fue muy distinta: los bancos asumieron nuevas funciones como gestión de fondos, aseguración y servicios online. Lo que la experiencia sugiere es que las entidades bancarias cuentan con una información muy importante que surge de relaciones con los clientes y que ahora se ha hecho masiva (big data).

En el contexto del sistema financiero español, algunas formas de financiación alternativa aún están en fase incipiente. Se estima, por ejemplo, que el saldo vivo del crowdfunding fue algo superior a 45 millones de euros en 2014 y que el crédito empresarial online apenas llegó a 10 millones de euros. Otras vías como el invoice trading y los pequeños títulos de deuda (mini bonds) cuentan con una presencia prácticamente marginal. No parece que se haya producido un vuelco en el sistema financiero por estos nuevos canales.

La verdadera “alternativa” va por otro lado. Por ejemplo, la financiación de empresas no pertenecientes al IBEX-35 en la bolsa española alcanzó los 3.096 millones de euros en 2014.Y en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB) se incrementó hasta 112 millones de euros. También el pasado año, las entidades de capital riesgo tenían 2.500 millones de euros en fondos disponibles para inversión.

No se trata, por lo tanto, sólo de nuevas formas sino de utilizar la información para hacer que el sistema financiero sea más inclusivo y llegue de forma más eficiente y segura a la demanda solvente. Y ahí los bancos siguen teniendo ventaja porque el poder está en la información relacional. Las nuevas formas de distribución son un hecho y, como en otros servicios actuales, el éxito pasa por combinar la tecnología con el acceso, la digitalización con una orientación humana y amable. Acudir a un banco debería acabar siendo como hacerse un traje o un vestido. Elegir la tela y las calidades pero vestirse a medida al fin y al cabo.

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