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Si Brasil frena, Itaú acelera

El banco ha sabido sortear las crisis del país y es uno de los más rentables del mundo

Carla Jiménez

Cuando se habla de dinero, a veces, el tamaño no importa. En la presentación institucional del banco brasileño Itaú-Unibanco muestra que el grupo tiene un valor de mercado de 60.000 millones de dólares. Muy lejos del Banco Comercial e Industrial de China (ICBC, en sus siglas en inglés), que con 290.000 millones es el banco que más vale del planeta. Pero si las comparaciones se refieren al porcentaje de beneficios con respecto a los ingresos (ROE), ahí Itaú-Unibanco sale vencedor frente a sus rivales. Mientras que el banco asiático obtiene un beneficio de un 18%, el brasileño alcanza el 24,5%, muy por encima, también, de otros gigantes planetarios del mundo de la banca. Todo conocedor intuye que cuanto mayor es el ROE, mejor la gestión de la compañía.

Es cierto que Brasil ofrece condiciones más que favorables para que un banco multiplique su capital: entre otras cosas, el país cuenta con una de las mayores tasas de spreads (beneficio obtenido por las operaciones bancarias cobradas a los clientes) y de tasas de interés. Pero también lo es que el Itaú-Unibanco es también el banco local más lucrativo, según un estudio del Banco Central de Brasil. “Saben como nadie aprovechar las condiciones favorables y hacen un gran trabajo de optimización de costes”, señala Luis Santacreu, economista de Austin. Las razones apuntadas por Santacreu son algunas por las que los beneficios de Itaú siguen subiendo incluso en la actualidad, cuando la economía de Brasil renquea.

En el primer trimestre de 2015, mientras el PIB brasileño cayó un 0,2%, el banco registró unos beneficios de 5.700 millones de reales (1.900 millones de euros), casi un 30% más que en el mismo periodo del año anterior.Actualmente, el Itaú-Unibanco cuenta con cerca de 27 millones de clientes. Esto significa, en un país de 200 millones de habitantes, que uno de cada 10 brasileños tiene relación con el grupo. La relación no es siempre pacífica, como muestran las encuestas sobre reclamaciones de consumidores, que muestran que el Itaú es el banco que más quejas colecciona en São Paulo, la ciudad más rica del país. A nivel nacional, sin embargo, fue séptimo en la clasificación de mayo del Banco Central de Brasil.

Las historia del banco corre paralela a la de las dos familias de empresarios brasileños, los Setúbal y los Moreira Salles, feroces rivales hasta 2008. Pero el día 3 de noviembre de ese año, Roberto Setúbal, presidente de Itaú, y Pedro Moreira Salles, entonces presidente de Unibanco, comparecieron juntos para anunciar la unión de sus dos compañías. Fue una auténtica sorpresa para un mercado que que en ese momento se hallaba en medio de una turbulencia general a escala planetaria que afectaba, sobre todo, a bancos estadounidenses y europeos. Aquel día, y a pesar del maremoto económico mundial, los dos bancos brasileños hicieron un buen negocio: el beneficio de los nuevos socios se triplicó desde entonces.

Setúbal es hoy el presidente del banco y Moreira Salles es el número uno del Consejo de Administración. Ambos comparten el ser miembros de la tercera generación de la estirpe de banqueros que fundaron las respectivas empresas. João Moreira Salles, abuelo de Pedro, fundó Unibanco —entonces Casa Moreira Salles— en la localidad de Poços de Caldas, en el interior de Minas Gerais, en 1924. Itaú nació dos décadas después, en São Paulo, inicialmente como Banco Central de Crédito, de las manos del tío abuelo de Roberto, Alfredo Egydio de Souza. El nombre que designa al banco fue adoptado en los setenta, tras comprar un pequeño banco rural originario de Itaú, en Minas Gerais.

La entidad siempre está estudiando adquisiciones para ganar tamaño y presencia externa

Estas dos empresas familiares crecieron al mismo tiempo que Brasil, asistiendo a la transformación de un país eminentemente rural a urbano a lo largo del siglo XX. Y los dos aprendieron a sortear la distorsión económica que atrasó durante décadas el crecimiento: la inflación. Entre 1980 y 1994, los precios subieron en Brasil, de media, un 728% al año. Sólo a partir del Gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2003) los brasileños supieron lo que era ir al supermercado sin encontrar los precios disparados de un día para otro. El Plan Real, llevado a cabo durante su mandato, trajo la soñada estabilidad monetaria que sirvió para doblar la economía del país. Hasta entonces, cada Gobierno de turno proponía un plan económico dirigido a frenar la inflación, invariablemente recortando ceros a la moneda corriente —o cambiando su nombre— que a partir de ese momento comenzaba automáticamente a perder valor. El país tuvo nueve monedas diferentes. Seis de ellas sólo durante el periodo que va desde 1980 a 1994. Regentar una banco en esa época y bajo esas condiciones era pilotar una nave en un océano en permanente tormenta.

Así, los bancos obligados a sobrevivir en esas circunstancias, invertían mucho en tecnología para obtener información de primera mano e ir un paso por delante de la inflación. También en fusiones con otros bancos para ganar tamaño y reducir costos. Y esa fue la estrategia tanto de Itaú como de Unibanco. Ambos entendieron que la adquisición de bancos de la competencia era una buena manera de ganar musculatura económica. Y cuando llegó la estabilidad monetaria aprovecharon con ventaja la expansión del crédito que acarreó una inusitada explosión del consumo que empezó en los años 90 y que se centró, entre otras cosas, en la compra de viviendas de propiedad.

Itaú-Unibanco mantiene la misma política desde de la fusión: siempre es candidato a comprar un banco en venta. Es el caso, sin ir más lejos, del HSBC, que está disminuyendo sus operaciones en Brasil y que, según algunas fuentes, está siendo examinado para una posible compra. Preguntado sobre el asunto, el director de Relaciones con Inversores del banco, Marcelo Kopel, se limitó a decir, en mayo, que el banco siempre está analizando oportunidades de compra “en Brasil o en el extranjero”. El grupo ha elegido este camino para reforzar su internacionalización, sobre todo en Latinoamérica, donde opera en siete países. El año pasado se hizo con CorpBanca, de Chile, para reforzar su presencia en ese país y en Colombia.

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Sobre la firma

Carla Jiménez
Directora de EL PAÍS en Brasil desde 2018. Trabajó en O Estado de S. Paulo, Agência Estado, revista Época e IstoéDinheiro. Nació en Chile, creció en Brasil. Es formada en Periodismo por la Universidad Cásper Líbero, con especialización en Economía en la Fipe/USP. Forma parte de EL PAÍS desde 2013.

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