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La portuguesa TAP pasa a manos brasileñas

El Gobierno adjudica las líneas aéreas nacionales a David Neeleman, dueño de la compañía Azul

Dos hombres observan el despegue de un avión de TAP en Lisboa.
Dos hombres observan el despegue de un avión de TAP en Lisboa.AFP

El consorcio encabezado por el empresario brasileño David Neeleman, dueño de las línea aéreas Azul, será el nuevo propietario de la portuguesa TAP, la última línea aérea europea que aún eran 100% pública. El Gobierno portugués ha privatizado el 66% de la compañía, pero no recibirá apenas nada por la venta; a cambio se desprende de la deuda, asegura la sede de la compañía en Portugal y la renovación de la flota.

Nacido en Sao Paulo (Brasil) hace 55 años, David Neeleman también tiene la nacionalidad norteamericana. Fundó en 1999 la aerolínea de bajo coste estadounidense JetBlue y, cuando fue despedido en 2007, creó la brasileña Azul.

Neeleman, en su condición de extracomunitario, no puede poseer más del 49,9% de la empresa, pero sorteó ese condicionante asociándose al portugués Humberto Pedrosa, dueño de las líneas de autobuses Barraqueiro, y lae decimoquinta fortuna de Portugal. Pedrosa tienen  el 50,01% del consorcio creado con Neeleman.

El ganador promete incorporar 53 aviones nuevos a la decrépita flota de TAP, reforzar las conexiones con Brasil y Estados Unidos y reservar el 10% de los beneficios para los trabajadores, más de 13.000. El nuevo propietario no podrá realizar despidos colectivos en los tres primeros años y tendrá preferencia para la compra del 34% restante de la compañía, que se realizará antes de tres años. Aparte de los aviones, el consorcio ganador (Getaway) se compromete a inyectar más de 300 millones de euros, que podrían llegar a 488 millones en función del actual ejercicio, y renegociar la fuerte deuda; el Estado apenas recibirá 10 millones.

El pasado año perdió 44 millones de euros, tenía una deuda de 1.062 millones de euros y unos activos negativos de 511 millones 

La oferta de Neelman, según lo que se sabía hasta ahora, se diferenciaba en muy poco de la otra finalista, la del colombiano Germán Efremovich, que a punto estuvo de hacerse con el 100% de TAP hace tres años. La falta de garantías truncó el penúltimo proceso de privatización. Ahora Efremovich ofrecía 150 millones de euros para capitalizar e inmediato la empresa, más 100 millones en 12 aviones ya disponibles para operar. También prometía la renovación de la línea de cercanías Portugalia con 38 aviones. Su plan estratégico pasaba por reforzar las comunicaciones con Sudamérica y Estados Unidos, y el aprovechamiento del aeropuerto de Beja como centro logístico del grupo. También prometía para la plantilla entre el 10% y el 20% de sus beneficios.

La compañía Transportes Aéreos Portugueses (TAP) fue creada por el Estado en 1945 y era la última aerolínea europea con el 100% de capital en manos públicas. El pasado año perdió 85 millones de euros, tenía una deuda total de 1.062 millones de euros y unos activos negativos de 511 millones de euros. La plantilla de TAP es de 13.268 empleados, 500 más que hace un año y cuenta con una flota de 77 aviones.

Las reglas de la Comunidad Europea prohibían la inyección de dinero público a no ser que se presentara un plan de reajuste de personal, tal y como acontenció en 1994, cuando el Estado metió 1.500 millones de euros a cambio de reducir la plantilla en un 30%. Esta año, TAP ya había perdido el monopolio de vuelos a las Azores. Desde marzo operan compañías de bajo coste, lo que agravará la pérdida de cuota de mercado.

El PS promete para la venta si gobierna, y el PC califica la privatización de "crimen contra la soberanía nacional"

La privatización de TAP pone fin a 30 años de intentos fallidos. En 1991, el socialista Antonio Guterres llegó a un acuerdo para la venta del 25% de la empresa a Swissair, pero sin éxito, diez años después se volvió a intentar con la misma compañía, pero Swissair cayó en bancarrota. También se retomó en tiempos de Sócrates y en 2012 con Passos Coelho (PSD) que, ahora, finalmente, sí la ha cerrado, aunque solo por el 61% (más un 5% para trabajadores), el resto, en tres años.

La privatización ha tenido siempre una fuerte contestación de sindicatos y movimientos civiles. En el último año, TAP tuvo más de 85 millones de euros de pérdidas, en gran parte por las continuas huelgas. En mayo, los pilotos realizaron 10 días seguidas de paro, sin lograr ninguna de sus revindicaciones. También la semana pasada, un tribunal ordenó detener cautelarmente el proceso de privatización, pero el Gobierno alegó "interés nacional" y siguió el proceso.

La decisión de la venta no ha acabado con las protestas. El portavoz del partido socialista ha anunciado que si gobiernan revertirán la situación, aunque su secretario general, António Costa, había señalado anteriormente que su partido solo estaba en contra de la segunda privatización (el 34% que resta). Por su parte, el partido comunista ha calificado la venta de "crimen contra la soberanía nacional" que, sin embargo, para el primer ministro Pedro passos Coelho es "un acto de coraje".

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