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El FMI matiza el discurso de la austeridad

Los técnicos publican un estudio en el que admite que el ajuste fiscal puede ser más perjudicial que beneficioso

Christine Lagarde con el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann
Christine Lagarde con el presidente del Bundesbank, Jens WeidmannARNO BURGI

El Fondo Monetario Internacional matiza su manual de instrucciones. Si hasta ahora defendía a rajatabla frente a los países en dificultad que el recorte del gasto era indispensable para sanear las cuentas y proteger el crecimiento, sus técnicos admiten que el argumento de la austeridad no vale para todos los casos y puede complicar, incluso, las cosas si la norma se aplica al extremo.

El documento de trabajo se da a conocer mientras se trata de llegar a una solución que permita desbloquear el rescate de Grecia. El análisis toma como referencia el nivel que la deuda alcanzó en las economías avanzadas tras la última crisis financiera. En las tablas queda claro que la degradación actual de las cuentas públicas en la treintena de países analizados es la peor desde la Segunda Guerra Mundial.

A partir de ahí crea una tabla partida en cuatro colores, que van del rojo al verde. Así los técnicos segmentan a los países en función de cómo su nivel de endeudamiento se acerca a un límite que no se puede tolerar. Grecia aparece junto a Chipre, Japón e Italia en la zona de “riesgo grave”. En el otro extremo están Noruega, Corea del Sur, Nueva Zelanda e incluso Estados Unidos, los países “seguros”.

Portugal es la única en la zona naranja o “riesgo significativo”. En un tono más hacia el amarillo aparecen Irlanda, España, Francia y Bélgica mientras que Reino Unido, Islandia y Canadá se cuela por muy poco en el verde. Son los países que deben ser “cautos”. Y ahí, en esta zona ambigua, llegan los matices al aplicar la teoría de la austeridad y, en concreto, para determinar el ritmo del ajuste.

La disciplina fiscal no está en cuestión. Pero Jonathan Ostry, relator del estudio junto a Atish Ghosh y Raphael Espinoza, introducen un cambio en la política seguida hasta ahora al afirmar que “distorsionar una economía para deliberadamente reducir la deuda solo hace que elevar el nivel de endeudamiento”. El beneficio, añade, es pequeño para los países en los que el riesgo de que se desencadene una crisis soberana es limitado, incluso teniendo altos niveles de endeudamiento.

“El riesgo de crisis casi no se reduce cuando se recorta la deuda desde el 120% al 100% del producto interior bruto”, afirman los expertos del FMI, que hablan de que los recortes pueden tener “efectos negativos permanentes” en el consumo y el tejido productivo si se prolongan en el tiempo. El temor es que la austeridad lastre a la inversión y a su vez el crecimiento económico.

Remedio peor que la enfermedad

Los relatores no ponen en duda que una deuda publica elevada o excesiva es mala para la economía. Pero rebajarla tampoco significa que vaya a ser mejor. En sus propias palabras, “el remedio puede ser peor que la enfermedad”. En este sentido señala que los impuestos necesarios para rebajar la deuda pueden ser más dañinos para el crecimiento que viviendo con ella”. Pero tampoco se puede ser “complacientes”.

El estudio deja claro que en el caso de Grecia o de Italia no hay discusión, porque el nivel de la deuda es extraordinariamente tan elevado que dispara el riesgo de financiación y es contraproducente para su economía. Por eso el FMI defiende que debe ser reducida, como en el caso de los otros países del grupo. Aconseja, además, que se creen colchones fiscales para protegerse de choques futuros.

Pero incluso para los países que están en la zona segura, el FMI aconseja que se aproveche la bonanza económica para crear un espacio fiscal que permita hacer frente a situaciones como la vivida durante la Gran Recesión. Eso evitará hacer frente a costes muy elevados en el futuro si la deuda se dispara por la crisis. “Es todo cuestión de lograr el equilibrio adecuado”, concluye el FMI.

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