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Columna
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El 30% se ha quedado atrás

Ha mutado el ADN de la sociedad española, con un deterioro de lo público

Joaquín Estefanía

La hipótesis es la siguiente: ¿y si es cierto que ha llegado la recuperación económica y tenemos por delante, como ha dicho De Guindos, cinco años de crecimiento? ¿Y si la situación en la que se encuentra un número muy alto de familias —más pobres, más desiguales, más desprotegidas, más precarizadas, más desafectas— no se debiese ya a que España sigue estando en crisis, sino a que durante los últimos años las políticas económicas que se aplicaron, mutaron el ADN de la sociedad española y han dado lugar a un nuevo modelo de sociedad, que está para quedarse?

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Entonces adquirirían más fundamento declaraciones alejadas de las versiones optimistas del Gobierno Rajoy, como las que ha hecho a este periódico el economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Olivier Blanchard, cuando dice: “La economía está creciendo a buen ritmo, pero recuerde donde está la tasa de paro. El desempleo debe bajar mucho. Hasta que no lo haga esto no puede llamarse una historia de éxito […] España no se ha curado del todo […] El 2,5% de crecimiento está bien pero viene de una caída del PIB muy grande y el paro es muy alto. La cuestión es si la gente [¿EL GOBIERNO]está siendo demasiado optimista sobre el futuro”.

La radiografía de esta nueva sociedad española la ha elaborado el Informe sobre el estado social de la nación 2015, producido por la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales.

Según la misma, la española es ya una sociedad caracterizada por la dualización, la desigualdad extrema, la falta de movilidad social y el deterioro de lo público, con una cronificación de los problemas. Una parte de la población (el 70%), aun con dificultades, habría toreado la crisis económica, mientras que el 30% restante (más de 14 millones de personas) está condenada a vivir en la pobreza o en la vulnerabilidad permanente, sometida a un elevado deterioro y sin esperanza de engancharse al ascensor social en, al menos, una década.

La nueva estructura de la sociedad española sería la siguiente:

a) Una fina capa de la población muy enriquecida, que incluso ha mejorado sus posiciones en los años de la crisis.

b) Una adelgazada capa de familias con activos, que conserva los bienes y el trabajo suficiente para mantener una vida digna.

c) Una capa de población no activa (esencialmente mayores) cuyas pensiones se han mantenido en unos valores que han creado el espejismo de mejorar su posición relativa en cuanto a la mediana de renta.

d) Una ingente cantidad de ciudadanos activos (buena parte de ellos jóvenes y excelentemente preparados, y personas entre 40 y 65 años con escasa formación) expulsados de la vida laboral y de la vida financiera, cuyos proyectos vitales se han truncado. No se aprecia ningún ascensor social inmediato para personas en esta situación.

Según este informe, las políticas de austeridad que se han implantado en el conjunto de Europa, y especialmente en los países del sur del continente, han llevado a un modelo de sociedad radicalmente diferente al que se construyó desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y que caracterizó a Europa. Un modelo que va más allá del debilitamiento estructural del Estado de Bienestar (con ser ésta una de las consecuencias más graves) y que dibuja nuevas estructuras y relaciones sociales y de poder, un nuevo modelo de producción y de reparto de riqueza, un modelo radicalmente distinto de sociedad que acaba con los ideales más nobles de la modernidad (libertad, igualdad, fraternidad), y cuya clave de bóveda son las desigualdades. Así pues, la principal consecuencia de la Gran Recesión sería ya una mutación social que ha dejado atrapados en el sótano del ascensor social a millones de personas.

La cuestión no consistiría sólo en recuperar la senda del crecimiento, ya que la economía podría crecer con escasa reducción del paro, contratos temporales de corta duración, trabajadores pobres y, en general, una congelación de los sueldos de los asalariados establecidos.

La nueva radiografía de la sociedad española no sería algo coyuntural, fruto de una situación adversa que se superará con la tan esperada recuperación, peldaño a peldaño, con cada punto de PIB, sino que ha llegado para quedarse.

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