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Gestión empresarial con inteligencia

El análisis de la información abre a las pymes un gran campo para afrontar riesgos

Las empresas tienen en los datos una enorme fuente de conocimiento.
Las empresas tienen en los datos una enorme fuente de conocimiento. Getty Images Joos Mind

La internacionalización es el flotador que ha permitido a muchas empresas españolas plantar cara a la crisis. Sin embargo, “dicha internacionalización está pendiente de completarse”, dijo el jueves el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, en la jornada sobre Inteligencia económica y empresarial, organizada por la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD). El funcionario subrayó que para completar ese proceso de externalización se necesita incorporar a la gestión comercial y humana de las empresas una disciplina como la inteligencia competitiva.

En los últimos seis años, la Inteligencia, en mayúsculas y con distintos apellidos —económica, competitiva o empresarial—, se ha ido abriendo paso como respuesta a la complejidad de los contextos económicos, políticos, regulatorios, tecnológicos o sociales donde una errónea interpretación de los mismos puede desencadenar decisiones equivocadas en la gestión de las empresas. La disciplina, además, crea vínculos más estrechos entre las compañías y el Estado para aprovechar más los recursos públicos. “España tiene por delante el reto y la necesidad”, apunta el secretario de Estado de Comercio, “de poner en marcha un sistema estructurado que combine todos los instrumentos que el Estado tiene a su disposición para que las empresas consigan proyectos internacionales más ambiciosos”.

En este matrimonio público- privado convenido, el director de Global Risks de ESADEgeo, el Centro de Economía Global y Geopolítica de ESADE, Ángel Pascual-Ramsay, considera que aún hay mucho que mejorar en España, tanto por parte del Estado, que “puede hacer mucho más para facilitar información útil a las empresas en sus esfuerzos de internacionalización”, como por parte de las empresas, “que deberían ser más proactivas en intentar acceder a esta información”.

Francia, por ejemplo, es cada vez más un referente en materia de inteligencia económica, al igual que Reino Unido, EE UU, Japón o Suecia. “China es todo un ejemplo de cómo anticipar y defender sus intereses nacionales fuera de sus fronteras”, dice García-Legaz. Y en relación con los contratos de infraestructuras en América Latina, Asia o África, el funcionario reconoce que es “difícil competir cuando la ingeniería china levanta infraestructuras a velocidades récord aportando además financiación y mano de obra”. El secretario de Estado de Comercio aprovechó el evento para recordar que el Ministerio de Economía ha avanzado “un fondo de 500 millones de euros a un tipo del 1% para proyectos internacionales, con acceso a información, así como el empleo de fondos soberanos y seguros de crédito a la exportación”.

En este marco de apoyo a la internacionalización, Joan Navarro, socio y vicepresidente de asuntos públicos de Llorente y Cuenca, destaca el programa Mesías, diseñado por ESIC en colaboración con el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, como sistema de inteligencias aplicado a la marca España. “Es un sistema de vigilancia”, afirma Simón Reyes, director general de ESIC, “que estudia la evolución de la marca España y su imagen a través del análisis. Es capaz de identificar nichos, debilidades y amenazas; de incorporar otros análisis y, muy importante, formular recomendaciones estratégicas para reforzar el posicionamiento competitivo de la marca España”. Así, la llamada inteligencia empresarial exige ser capaz de evaluar los riesgos y amenazas a los que una compañía va a enfrentarse en su desembarco internacional. “La cada vez mayor relevancia de la inteligencia económica”, añade Pascual-Ramsay, “nace de la constatación de que la dimensión económica y financiera es un componente esencial de la seguridad nacional”.

Eva Piera, directora global de relaciones institucionales de BBVA, apostilla que “es necesario explicar la necesidad de utilizar esta inteligencia que servirá para interpretar la información que nos llega y convertirla en valor estratégico, ya que estamos sometidos a una industria muy regulada en un entorno complejo y cambiante. Es una inversión, no un gasto”.

En España, las empresas del Ibex recurren al análisis de riesgos políticos en su internacionalización a través de sus propios departamentos de asuntos públicos o institucionales, o a través de consultoras. En opinión de Pascual-Ramsay, en España la cultura del análisis del riesgo político no está muy asentada y las capacidades no están en general ni profesionalizadas ni sistematizadas. “La novedad”, explica, “es que las empresas son cada vez más conscientes de la necesidad de dotarse de estas capacidades desde el momento en que han de buscar el crecimiento en economías emergentes donde las reglas de juego son diferentes a las de Occidente y el riesgo político es a menudo mayor”.

La era del análisis se impone. Las compañías saturadas de ingente información han de emplear el mejor talento para que interprete, reflexione y dote de valor la misma: “Para que los consejeros delegados sean capaces de tomar las mejores decisiones al menor coste posible”, apunta el director de la Cátedra de Servicios de Inteligencia de la Universidad Rey Juan Carlos, Fernando Velasco. Esta universidad, junto a la Carlos III, es pionera en la oferta del primer máster para analistas de inteligencia. El módulo cuenta con el aval del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y “el de la Asociación Internacional de Profesionales de la Inteligencia Competitiva (SCIP) creada en 1986 en EE UU”, añade Velasco.

Otra dimensión bien distinta es la que afecta a las pymes. “En España no existe la cultura de evaluación de riesgos en la pyme”, dice Enrique Ávila, subdirector del Centro Nacional de Excelencia en Ciberseguridad (CNEC). El experto recomienda a las pymes “que se unan en un modelo colaborativo y se fortalezcan para adaptarse a los entornos cambiantes”. García-Legaz es tajante: “A las pymes no les queda otra que ganar tamaño para hacer marca y tener oportunidades en los mercados internacionales. Tienen que concentrarse o fusionarse. Casos como la dispersión de las bodegas españolas resultan inviables”.

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