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La economía británica a examen

El precio de dejar Europa

La amenaza de un referéndum antes de 2017 para que el Reino Unido abandone la UE hace temblar a los mercados

El primer ministro británico, David Cameron, en rueda de prensa en la cumbre de la Unión Europea en Bruselas.
El primer ministro británico, David Cameron, en rueda de prensa en la cumbre de la Unión Europea en Bruselas.France Press

Una nube se cierne sobre el horizonte de la economía británica: el referéndum sobre la permanencia o no del país en la Unión Europea que los conservadores han prometido celebrar antes de 2017 si ganan las elecciones. Presionado por el auge del partido antieuropeísta UKIP, en enero de 2013 el primer ministro David Cameron prometió que renegociaría con Bruselas un acuerdo más favorable para el país y, fuera cual fuera el resultado de la negociación, sometería a consulta la permanencia en la UE bajo esas nuevas condiciones. Del logro de esas condiciones, que aún no han sido detalladas, dependería el que los torieshicieran campaña a favor de la permanencia (que es lo que se espera) o en contra. Hoy, a menos de un mes de las elecciones generales, la posibilidad de un Reino Unido fuera de la UE es más real que nunca.

La salida de la UE podría costar a Reino Unido 56.000 millones de libras hasta 2030, según un estudio del think tank Open Europe publicado el mes pasado. Esto supone que, para esa fecha, el PIB británico sería un 2,2% más bajo si el país estuviera fuera de la UE que si permaneciera dentro, siempre que no abra sus fronteras a más comercio y mano de obra exterior.

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Se trata del peor de los cuatro escenarios que contempla el estudio. El más optimista arroja una subida de 1,6% en el PIB, en el caso de que el país “alcanzara un tratado de libre comercio con la UE, emprendiera una ambiciosa desregulación de su economía y se abriera completamente al comercio con el resto del mundo”. Para que la economía británica creciera fuera de la UE, se deduce del estudio de Open Europe, debería mantener los niveles actuales de mano de obra extranjera, algo que no entra en los planes de los tories.

“El potencial de un referéndum sobre la UE eleva la incertidumbre para muchos negocios, y podría llevar a algunos a dejar en suspenso proyectos de inversión”, explica Philip Rush, analista de Nomura. “Esto es particularmente cierto para los fabricantes de coches, ya que ellos han sido los principales beneficiarios de la devaluación de la libra esterlina durante la crisis y constituyen una de las historias de éxito de la economía británica. Sin embargo, para que estas compañías continúen exportando al mercado europeo, ser miembro es la UE es crucial. Estos fabricantes preferirán establecerse en un Estado miembro que en el Reino Unido. Veremos efectos adversos en la inversión en Reino Unido si el país abandona la UE, o si la posibilidad parece cierta”.

Las exportaciones de bienes y servicios suponen un 30% del PIB británico, y el 40% de ellas (o un 14% del PIB) son a la Unión Europea. Todos los sectores exportadores sufrirían inicialmente si el país abandona la UE, según el estudio de Open Europe, pero el impacto sería especialmente intenso en el sector financiero, “donde las barreras para entrar en los mercados europeos podrían crecer a través de nuevas regulaciones europeas sobre las que Reino Unido no tendría derecho a voto”. La City, centro financiero londinense, es uno de los principales defensores de la permanencia de Reino Unido en la UE.

A los mercados y a los inversores no les gusta la incertidumbre. Lo imprevisible del resultado de las elecciones generales del 7 de mayo, las más ajustadas en mucho tiempo, está ya afectando a los mercados. Según una encuesta de Deloitte entre los líderes de las principales compañías británicas, las elecciones constituyen la principal amenaza a los negocios este año.

Y dentro de todo lo que está en juego en las elecciones, la amenaza del referéndum es especialmente delicada. El mero hecho de la posibilidad de una salida de la Unión Europea es un importante factor de riesgo para los inversores, como advirtió esta semana el ex primer ministro Tony Blair, por no hablar de la eventual salida en sí misma.

La influyente EEF, la mayor agrupación británica de fabricantes, llamó la atención a finales de febrero sobre el peligro de que los políticos permitan que el país “abandone inconscientemente la UE”. En un estudio realizado por la organización en septiembre del año pasado, el 85% de sus miembros se mostró a favor de permanecer en la UE y solo el 7% se declaró en contra. La Cámara de Comercio Británica, por su parte, pidió un en febrero que se acelere la celebración del referéndum para acabar cuanto antes con los perjuicios que provoca la incertidumbre. El gesto se entendió como un ataque a los laboristas, cuyo rechazo al referéndum constituye su principal argumento para atraer a los empresarios.

Existe una posibilidad entre seis de que Reino Unido abandone la Unión Europea a lo largo de la próxima legislatura, según otro estudio de Open Europe. Si se celebrara el referéndum —es decir, si los conservadores siguen en el poder—, la probabilidad de que Reino Unido votara por salir de la UE es de un 48%, según el mismo estudio.

Igor Urra, secretario general de la Cámara de Comercio Española en Reino Unido, apunta a las lecciones extraídas del referéndum de independencia en Escocia en septiembre del año pasado para advertir del peligro del referéndum europeo. “La situación ante esta eventual consulta no está ni de lejos en la certidumbre que había de cara al referéndum escocés”, explica. “Aquel lo daban por ganado y un mes antes entraron en pánico ante la posibilidad de perderlo. Al final, el resultado fue mucho más ajustado de lo que se predijo en un principio. Toda la inversión extranjera que establece sus cuarteles generales para Europa en Reino Unido se lo va a pensar dos veces antes de tomar decisiones de expansión. Si se decide celebrar el referéndum, nos esperan dos años de incertidumbre”. 

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Sobre la firma

Pablo Guimón
Es el redactor jefe de la sección de Sociedad. Ha sido corresponsal en Washington y en Londres, plazas en las que cubrió los últimos años de la presidencia de Trump, así como el referéndum y la sacudida del Brexit. Antes estuvo al frente de la sección de Madrid, de El País Semanal, y fue jefe de sección de Cultura y del suplemento Tentaciones.

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