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El gran desafío de Mozambique

La inestabilidad política amenaza el futuro petrolero del país africano

La Baixa, mercado municipal de Maputo (Mozambique).
La Baixa, mercado municipal de Maputo (Mozambique). GUIZIOU Franck

Dicen los que van a Maputo, la capital de Mozambique, que la ciudad está que no se la reconoce. Donde hace 10 años solo había calles destrozadas, edificios despintados y tiendas cerradas, se multiplican los hoteles de lujo, los edificios corporativos, las urbanizaciones exclusivas, los restaurantes gourmet y tiendas como las de Hugo Boss. El país vive en un estado de euforia, generado por las enormes posibilidades que se le están abriendo con el descubrimiento de enormes yacimientos de gas y crudo, que empezarán a exportarse ya en 2019.

Tan fuertes son las expectativas que el presidente del luso BCP Millennium Bank, dueño del mayor banco de Mozambique, dijo hace días que "las posibilidades son infinitas". Así que, si bien sigue siendo uno de los países más pobres del mundo, Mozambique tiene todas las cartas en la mano para dejar de serlo dentro de poco: el único problema es que, para culminar esa migración hacía la prosperidad, tendrá que mantener la estabilidad política de la que ha hecho gala en los últimos 20 años, y que empezó a resquebrajarse en 2013.

De momento los expertos ven al país como uno de los mayores casos de éxito de África. Incluso antes de que emergieran todos esos manás de gas y petróleo, ha estado creciendo en torno a tasas del 8% en lo que va de siglo. Entre 2006 y 2013 dobló el tamaño de su economía, desde los 7.096 a los 15.630 millones de dólares, igual que su renta per cápita, que pasó de los 670 a los 1.100 dólares. Para 2015 se prevé que el PIB crezca un 7,5%. Parte de ese dinamismo se debe a la subida de las exportaciones de carbón (es uno de los grandes productores del mundo), a la construcción y a los proyectos de infraestructuras en marcha.

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Pese al crecimiento, el país sigue siendo pobre y apenas ha cambiado su configuración social y económica. El principio de abundancia que se nota en Maputo está totalmente ausente en las zonas rurales, donde sigue viviendo la mayor parte de la población, normalmente en un régimen de subsistencia. El país sigue a la cola del Índice de Desarrollo Humano de la ONU, asolado por catástrofes que no tendrían tanto impacto de contar con los equipamientos necesarios, como las inundaciones del año pasado, que desplazaron a miles de personas, o la epidemia de cólera que afecta a 5.000 personas. Además, el modelo de desarrollo centrado en los minerales y los hidrocarburos no ha tenido impacto sobre la población, ya que genera muy escaso empleo. Para remediarlo, el Gobierno quiere promover industrias intensivas y modernizar la agricultura, que sigue empleando al 70% de los mozambiqueños. Para eso necesita mejorar el sistema educativo con el fin de salvar la notoria falta de preparación de la mayoría de los ciudadanos.

Se prevé, sin embargo, que todo cambiará al final con la explotación de gas y el crudo, que ascenderá al país al club de los países emergentes y doblará su PIB en cuatro o cinco años para colocarse en 2025, según el Banco Mundial, en el grupo de los países de ingresos medios. Se espera que las reservas conocidas de gas, en la cuenca del Rovuma, en la frontera con Tanzania, conviertan a Mozambique en uno de los 10 primeros productores y tercer exportador mundial. La puesta en marcha de las tareas de exploración le exigirá al país africano la adecuación de sus infraestructuras, ahora casi inexistentes. Se calcula que Mozambique invertirá 40.000 millones de dólares en el próximo decenio para modernizar sus carreteras, puertos y aeropuertos.

Maputo anunció recientemente la pavimentación, en el marco de su plan 2015-2019, de unos 2.100 kilómetros de carreteras y la reparación de otros 2.800 kilómetros. El país está invirtiendo también en centrales eléctricas y redes de distribución de gas y electricidad, un total de 3.240 millones de dólares el año pasado. Está construyendo cinco nuevas presas hidroeléctricas y ampliando la gigantesca central de Cahora Bassa: un total de 3.600 megavatios (más que la potencia instalada actual) y una inversión de 7.000 millones de dólares. Esta apuesta era necesaria ya que en los últimos años el consumo de electricidad ha crecido a un ritmo del 80% anual. Además, el 70% de la electricidad producida en Cahora Bassa se exporta a Zambia y Sudáfrica.

Estos proyectos están provocando la llegada de ríos de dinero. En 2013 Mozambique (con 25 millones de habitantes) recibió 4.800 millones de dólares en inversión directa exterior, más que Nigeria (siete veces más poblada), que recibió 4.600 millones. La mayor parte de estos proyectos están siendo financiados por organismos internacionales o por empresas, en el caso de la exploración de materias primas o las infraestructuras. Un tercio del presupuesto público de Mozambique, según The Economist, es cubierto por organismos internacionales como el Banco Mundial, que aportará este año cerca de 200 millones de dólares para que el Gobierno de Filipe Niusi —en el poder desde 2014— pueda hacer frente a sus gastos.

Pero el mayor desafío que tiene que vencer el país es el de la estabilidad política. Durante 20 años, Mozambique se ha beneficiado de cierta armonía entre los dos principales partidos. Pese a que el Frelimo (en el poder) y la Renamo (en la oposición) se enfrascaron en una guerra civil de 15 años (1977-1992), han sido capaces de convivir tras la firma del acuerdo de paz en 1994, basado en un reparto en las tareas de Gobierno.

Pero la eclosión del gas y el crudo en la economía ha hecho que la Renamo sienta que ha sido marginada de los beneficios y amenace con un rebrote de la guerra civil. El país vive ahora en un cierto compás de espera. La Renamo quiere la autonomía de las provincias del norte (Manica, Sofala, Tete, Zambezia, Nampula y Niassa), donde están las reservas de gas y la mayor parte de su electorado.

La caída de los precios de los hidrocarburos no ayuda a la evolución de la situación política. Las firmas energéticas están más cautelosas con los nuevos proyectos y exigen mejores condiciones. Los dos últimos procesos de adjudicación no tuvieron éxito. Sin embargo, los que están en marcha siguen y producirán mucha riqueza. Nadie cree que la sangre vaya a llegar al río. La llegada de un tercer partido, MDM (Movimiento Democrático de Mozambique), dificultará la hegemonía del Frelimo y le obligará a buscar acuerdos. Los inversores siguen llegando.

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