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Píldoras para una convivencia difícil

El vínculo entre farmaceúticas y Administración se ha resentido por las bajadas de precios, los genéricos y la subasta de medicamentos

Manifestación contra los recortes en la sanidad madrileña.
Manifestación contra los recortes en la sanidad madrileña.ULY MARTÍN

Sentir… que es un soplo la vida / Que veinte años no es nada”. Bueno, quizá se podría reescribir Volver, el mítico tango de Gardel, y añadirle una década. Porque nadie duda de la fugacidad del tiempo. En 30 años ha cambiado mucho España y, también, la industria farmacéutica, que ha visto cómo las competencias en Sanidad se transferían a cada comunidad autónoma diluyendo el efecto de la alternancia política, desde 1985, entre el Partido Popular y el PSOE. “Es un cambio de paradigma y también de la relación de las Administraciones con el sector”, cuenta Santiago Almazán, gerente de Governmental Affairs de Merck. Esto define un espacio singular. “Como es lógico es una industria muy intervenida, debido al producto que manejamos, y la venta está muy controlada; tanto es así que el mismo que nos regula nos pone el precio y nos compra”, reflexiona Humberto Arnés, director general de Farmaindustria.

 Esa singularidad, como la marea, lo empapa todo. En un principio, cabe entender que este sector más que de los ciclos políticos depende de los económicos. Pues, sí y no. El mejor momento, al menos en números, para la industria llegó en 2008, con el PP en el Gobierno, cuando sus ingresos sumaron 15.304 millones de euros. Resultó el canto del cisne. El 15 de septiembre de ese año, el banco estadounidense Lehman Brothers quebró. Fue el inicio de la gran recesión, y desde entonces el sector no ha recobrado sus cifras. En la trastienda, tres décadas de desconfianza. Acercamiento y alejamiento. “La relación entre las Administraciones y la industria nunca ha sido todo lo leal que hubiera podido ser dado el tema que les une pero también que les separa: ofrecer al paciente y a los profesionales sanitarios la mejor alternativa diagnóstica en tiempo y forma”, relata Silvia Ondategui-Parra, socia de EY y experta en salud. Tampoco ha ayudado la inequidad en la disposición de fármacos y tratamientos entre comunidades autónomas que se ha transformado, a veces, en una salud distinta por autonomía. Y hay 17.

Viaje fructífero

Aun así, el viaje, cartografiado con perspectiva, ha sido fructífero. En 1993 (datos más antiguos disponibles) el sector movía 5.609 millones, el año pasado cerró en 14.178. De Felipe González a Mariano Rajoy. Aunque quizá sea en la última década cuando más severa ha sido la transformación. “La industria se concentró, prescindió de cientos de trabajadores, bajó los precios y entre 2008 y 2012 expiraron un gran número de patentes [un fenómeno llamado patent cliff], algo que benefició a los genéricos e impactó en el resultado de las farmacéuticas”, resume Jordi Ibáñez, managing director de Accenture. Y frente a una crisis que no remitía y un déficit público desbocado, durante el periodo 2010-2012 el Gobierno del PP utilizó cuatro reales decretos para bajar el precio de los medicamentos. “Lógicamente nos ha afectado, pero intentamos reducir el impacto y, desde luego, hemos sido leales tanto con el sistema público de salud como con la Administración”, observa Humberto Arnés. Aunque matiza: “No sufrimos el síndrome de Estocolmo. A fin de cuentas, el BOE lo tiene el Ejecutivo”. Detrás de esa ironía encajan bien las palabras de Pedro Nueno, profesor del IESE. “Lo que le ha faltado a la Administración es reconocer la importancia que tiene este ámbito como locomotora industrial del país”.

Roces

Sería un error “ignorar también las fricciones que ha habido entre las distintas Administraciones y el sector a cuenta de lo que se paga o no”, describe David Montal, socio de Industria de Everis. Uno de los roces ideológicamente más reveladores surge a raíz de la subasta de medicamentos del Servicio Andaluz de Salud (SAS), cuyo propósito es crear competencia entre las farmacéuticas para abaratar el precio. La idea la puso en marcha durante 2012 el PSOE; y la Administración popular, contraria a ella, la ha mandado (con poco éxito) a los tribunales. Ese mismo año, el Gobierno español aplicaba el copago farmacéutico e introducía el medicamentazo, por el que eliminaba de la financiación pública 400 productos.

El auge de la receta genérica

Miguel Ángel García Vega

Hace 17 años que la Administración de José María Aznar dio luz verde a los genéricos. Desde entonces su crecimiento ha sido el rayo que no cesa. Entre 2008 y 2012, España fue la nación de Europa donde, acorde con la OCDE, ganaron más cuota de mercado, pasando del 9% al 18%. Hoy suponen el 38% de la tarta del medicamento en unidades y han aportado desde 1997 un ahorro de 14.000 millones de euros al sistema público de salud, según la patronal del sector (AESEG). El año pasado movieron 2.741 millones (precio de venta al público) y la industria local ha visto el negocio. Siete de cada diez productos de este tipo se elaboran en el país al amparo, también, de una obligación jurídica. “A igualdad de precio hay que prescribir el genérico”. ¿Consecuencia? “Los laboratorios de marca se dejaron el 26% de su facturación en el mercado de recetas en el último lustro, sobre todo por la pérdida de patentes de ciertos fármacos y los reales decretos de contención del gasto farmacéutico”, dicen en KPMG. En este ecosistema benigno para algunos, la española Cinfa y la israelí Teva (con planta en Zaragoza) dominan el paisaje y los números. La primera ha elevado sus ingresos en cinco años casi un 60% y, según la consultora IMS Health, factura 512 millones de euros. La segunda suma 457 millones. Entre las cinco farmacéuticas que más unidades venden, cuatro (Cinfa, Teva, Normon y Kern Pharma) venden el 55% de los genéricos.

Otra disputa histórica procede de la deuda de las comunidades autónomas con el sector por la compra de medicamentos de uso hospitalario. Esos números rojos han ido mejorando desde 2012, cuando se debían más de 6.000 millones de euros y la demora en el pago llegaba a 525 días. Hoy ha caído hasta los 2.500 millones y los 200 días.

Como vemos, en el centro de todo habitan los precios de los fármacos. “Decidir sobre ellos y su financiación exige coordinar aspectos difíciles de conciliar”, observa por correo electrónico un portavoz de la Dirección General de Farmacia. Cuando la coyuntura económica resulta favorable se puede premiar la invención de modo que el conjunto de innovaciones sanitarias supere el crecimiento del PIB. “Siempre, eso sí, que se articulen mecanismos compensatorios (por ejemplo, genéricos), de modo que la innovación produzca frutos tangibles y los innovadores mantengan una actitud de búsqueda de un premio por nuevas contribuciones”, incide la fuente pública. Desde luego, este mantra resulta más difícil de recitar en época de crisis económica.

Porque, ajena a Gobiernos, la industria pelea por sus márgenes en un entorno donde la caída del gasto en sanidad viene motivada sobre todo por el recorte en la factura farmacéutica. Entre 2009 y 2012, según la OCDE, bajó el 5,2%. Un porcentaje alto, aunque está en línea con la media europea. Por eso, la Administración afina en sus costes. Desde hace un año se utilizan estudios epidemiológicos para saber cuántos pacientes son susceptibles de recibir un nuevo tratamiento y a partir de este cálculo se estima el cargo del medicamento para las arcas públicas. En este proceso de ajuste, los medicamentos genéricos han sido importantes. El año pasado aumentaron sus ventas un 4,6% en unidades, hasta alcanzar 496 millones. Pese a todo, esta industria se queja de que la introducción de estos fármacos “fue tardía”, y además “han faltado normativas específicas [por parte de la Administración] para desarrollarlos”, en palabras de Ángel Luis Rodríguez de la Cuerda, director general de su patronal, Aeseg.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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