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Obama entra en la pugna portuaria

Las administraciones de EE UU urgen a resolver un conflicto laboral en los 29 puertos del Pacífico antes de que se lleve por delante miles de empleos

Pablo Ximénez de Sandoval
Terminal de carga del Puerto de Long Beach, en la costa oeste de EE UU, uno de los principales focos del conflicto portuario
Terminal de carga del Puerto de Long Beach, en la costa oeste de EE UU, uno de los principales focos del conflicto portuarioJae C. Hong (AP)

El conflicto laboral entre las navieras del Pacífico y los estibadores de los puertos de la costa Oeste de Estados Unidos ha entrado en una semana dramática, con llamamientos de políticos de todo signo a llegar a un pacto y firmar el convenio colectivo del sector. La negociación, que permanece estancada, desembocó en el cierre total de los 29 puertos del Pacífico durante cuatro días, una medida sin precedentes desde hace más de una década. Desde el martes los puertos vuelven a funcionar, pero solo a medio gas, con el consiguiente atasco de la mercancía que pone en aprietos a muchos comercios. Alertan del riesgo de que la paralización de la actividad dañe seriamente la economía del país y haga perder miles de empleos.

El 12,5% del PIB estadounidense está ligado a los muelles del oeste

Con el cierre de cuatro días la presión sobre las negociaciones para que se alcance un acuerdo alcanzó ya el máximo nivel político. La Casa Blanca se implicó y el rpesidente Barack Obama envió al secretario de Comercio, Tom Pérez, para intentar mediar. Durante la semana se le ha unido la de Comercio, Penny Pritzker. El miércoles, los gobernadores de los tres estados de la costa Oeste, California, Oregon y Washington, publicaron un comunicado conjunto urgiendo a una solución. “Este impasse está entorpeciendo el comercio internacional y poniendo en riesgo miles de trabajos”, advirtió el gobernador de California, Jerry Brown. “Resolvedlo, muchachos”, pidió. Ese mismo día, el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, viajó a San Francisco, donde se desarrollan las conversaciones, para conocer de primera mano lo que pasa. “Es de locos, puede citarme”, dijo Garcetti al diario Los Angeles Times.

El anterior convenio colectivo del sector expiró el pasado mes de julio. Desde entonces, las partes negocian mientras se acusan mutuamente de entorpecer el trabajo en los puertos para tensar la situación y ganar poder en la mesa. Las navieras, representadas por la Pacific Maritime Association, acusan a los trabajadores de los puestos de una huelga de celo encubierta que obliga a ampliar el trabajo de descarga a las noches y fines de semana, cuando se paga más. Por su parte, los trabajadores, representados en la mesa por la International Longshore and Warehouse Union (20.000 afiliados), afirman que las navieras están contratando trabajadores de los necesarios para llevar a cabo las descargas.

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Los retrasos con las mercancías en los puertos se acumulan desde octubre, dañando en primer lugar a las economías de los estados del Oeste, donde la cadena de distribución se está viendo muy dañada. En California, las radios y televisiones locales se llenan de testimonios de comerciantes a los que esta situación les está colocando al borde del cierre. Cada contenedor que no se descarga a tiempo es un estante vacío, una pieza que falta, un encargo que no se puede cumplir. También está afectando a las exportaciones de la agricultura de California, la primera potencia agrícola de EE UU. El sector de cítricos afirma que sus exportaciones han caído un 25% por culpa del conflicto en los puertos.

La situación llegó a su punto de máxima tensión el pasado fin de semana. Las navieras decidieron que no descargarían mercancías ni en fin de semana ni en festivo y provocaron un cierre patronal de cuatro días que hizo saltar todas las alarmas desde Los Ángeles hasta Washington DC. Desde el martes, los muelles de carga y descarga sí funcionan, pero no por la noche. Y nadie sabe todavía qué va a pasar este fin de semana.

Los puertos de San Pedro (Los Ángeles) y Long Beach, que están pegados uno a otro en la bahía de la ciudad californiana, son en conjunto el puerto más grande de EE UU y la puerta de Asia para el país. Mueven 14,7 millones de contenedores al año con una carga valorada en 465.000 millones de dólares. El comercio con Asia supone el 90% de su negocio. Se calcula que el 12,5% del PIB de Estados Unidos está de alguna manera ligado a las operaciones de los 29 puertos de la costa oeste, principalmente los de las bahías de Los Ángeles y San Francisco. Estos puertos manejan la mitad del comercio marítimo de EE UU y el 70% de las importaciones de Asia.

Costes multimillonarios

La última vez que un conflicto laboral entre navieras y estibadores en Estados Unidos ocasionó problemas de la envergadura de los actuales fue en 2002, con un cierre similar en los puertos. Tras 10 días de cierre, el entonces presidente George W. Bush tuvo que obligar a abrirlos, a través de una orden judicial basándose en una ley para emergencias nacionales de 1947.

El daño para la economía del país fue entonces de 15.600 millones de dólares (unos 13.700 millones de euros al cambio actual, según cálculos de las navieras citados por la agencia Reuters. Cuando terminó aquel conflicto, había una cola de 200 barcos esperando a descargar. En aquel entonces los buques más grandes transportaban unos 8.000 contenedores. En la actualidad hay barcos en el Pacífico que transportan hasta 18.000 contenedores. Los sectores manufactureros y minoristas creen que un cierre total y prolongado de los puertos durante diez días podría costarle a Estados Unido pérdidas de 2.000 millones de dólares diarios.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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