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Alemania y España aceleran el ritmo de recuperación de la zona euro

El PIB de los Diecinueve sube al 0,3% en el último trimestre Grecia vuelve a contraerse y el estancamiento sigue siendo la tónica en Francia e Italia

Claudi Pérez
El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, conversa en Bruselas con el presidente del BCE, Mario Draghi.
El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, conversa en Bruselas con el presidente del BCE, Mario Draghi.E. DUNAND (AFP)

Europa empieza a sacar la cabeza de la Gran Recesión. El acelerón de Alemania y España a finales de 2014 dio nuevos bríos a la recuperación de la eurozona, que aún así sigue cargada de riesgos, frágil y de lo más desigual: las lesiones de la mayor crisis en más de medio siglo cicatrizan con endiablada parsimonia. A pesar del conflicto con Rusia y de la interminable saga griega, Eurostat —la oficina estadística de la Unión— certificó este viernes que el PIB de los Diecinueve países del euro avanzó un 0,3% en el último trimestre de 2014. Buenas noticias: esa cifra supera las previsiones iniciales y apunta a un 2015 más plácido para los sufridos europeos. Aunque quizá no tan buenas: la economía no ha recuperado aún los niveles previos a la crisis, sigue con tasas de paro en máximos históricos, con tensiones deflacionistas y, en fin, con tasas de crecimiento muy inferiores a las de EE UU, y en zona cero o incluso negativa en países tan importantes como Francia e Italia y, en lugares tan simbólicos como Grecia. Sigue, en fin, en medio de una salida del túnel aún borrosa que solo se aclara de veras a la luz de los datos alemanes.

Alemania, con la excepción de 2009, está viviendo una crisis estupenda. En el último trimestre pulverizó todos los pronósticos con un avance del 0,7%, el mismo ritmo que el de la economía española. Con el desempleo en mínimos desde la reunificación, cobrando por emitir deuda a plazos de hasta cinco años, liderando como nunca en Europa y, sin embargo, con la misma espada de Damocles de siempre: Alemania no invierte lo suficiente y sus mastodónticos superávits comerciales dificultan, en suma, el ajuste en todo el continente. El 40% de los puentes alemanes están “en condiciones críticas”, según el German Marshall Fund. Pero esos problemas estructurales no impiden un presente brillante: “El consumo se expande y hace pensar en tasas de crecimiento del 1,6% este año; Alemania está fuerte”, según Barclays.

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La risa, en Europa, va por barrios. Junto con Alemania, España recupera también impulso, hasta tal punto que el Gobierno, en pleno año electoral, no descarta crecimientos próximos al 3%. Solo las repúblicas bálticas crecen a tasas similares. Pero en el resto de la eurozona destacan el estancamiento en Italia —que al menos cierra una caída del PIB que duraba ya dos trimestres— y el anémico avance en Francia, que crece un magro 0,1% en el cuarto trimestre y vuelve a verle las orejas al lobo.

Euro, petróleo y planes de estímulo

Las perspectivas para este año son positivas por un triple shock que viene empujando fuerte: el desplome del precio del petróleo deja más dinero en el bolsillo de los consumidores; la depreciación del euro mejora las perspectivas de los exportadores, y las compras de deuda a gran escala del BCE, más de un billón de euros en los próximos 18 meses, deberían desatascar el crédito bancario en condiciones normales.

Pero estas no son condiciones normales, porque tampoco la crisis ha sido normal. Ni siquiera las cuatro grandes economías de la eurozona convergen: Alemania crece a un ritmo notable y España se recupera tras una cura de adelgazamiento sensacional, pero Italia sigue en medio de un estancamiento que va para década y media, y el estado de la economía francesa es muy delicado. “Europa tiene un problema tremendo con esa divergencia, que complica la política económica; y se enfrenta a un desafío tremendo por la falta de demanda y la débil demografía, que no tienen fácil arreglo”, apuntan fuentes europeas. “Sin el efecto del petróleo y del BCE, 2015 tendría un encefalograma más plano; hay que aprovechar la situación para tratar de entrar en un círculo vicioso”, dicen las mismas fuentes.

Las economías en rojo son una muestra del extraño momento que atraviesa la eurozona: las caídas de PIB se producen en dos países rescatados, Chipre y Grecia, y en uno de los más virtuosos y que más reformas ha hecho en los últimos tiempos, Finlandia. Grecia es el caso más espinoso. Tras un primer tramo de 2014 en el que Bruselas vendió a bombo y platillo que el duro ajuste griego empezaba a dar frutos, la economía se paró en seco a final de año. Atenas negocia ya un tercer rescate, con un nuevo Gobierno que denuncia la “crisis humanitaria” que han provocado los recortes, y con sus bancos metidos en un lío por la continua salida de capitales. Grecia sigue siendo el eslabón más débil de Europa. Y ha demostrado con creces que puede ser un país con un demoledor efecto contagio si vuelven las curvas.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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