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África resiste el mazazo del ébola

La escasa aportación al PIB y al turismo continental de los países más afectados por el virus minimiza el impacto económico global de la epidemia

José Naranjo
Un hombre del personal sanitario en el centro de tratamiento del ébola en Freetown (Sierra Leona).
Un hombre del personal sanitario en el centro de tratamiento del ébola en Freetown (Sierra Leona). Michael Duff (AP)

La epidemia de ébola que se ha extendido durante más de un año por África occidental y que ha provocado casi 9.000 muertos ha tenido, cómo no, un serio impacto económico en los países más afectados, pero también ha mostrado algo positivo: la economía del continente crece sobre bases lo suficientemente sólidas como para resistir a mazazos como este. Incluso en el sector turístico, uno de los más tocados por la crisis, las cancelaciones que han sacudido a prácticamente todos los destinos no han impedido que el número de visitantes haya aumentado un 2% en 2014 (eso sí, tres puntos porcentuales por debajo del crecimiento registrado en 2013), según los datos que ofreció recientemente el secretario general de la Organización Mundial de Turismo (OMT), Taleb Rifai, en el foro Investour que se celebró en la Feria Internacional de Turismo (Fitur).

Los Estados más afectados suponen menos del 1% de la renta africana

“Es verdad que los recuentos estadísticos son volátiles”, aclara Elcia Grandcourt, directora regional para África de la OMT, “pero también es cierto que los países afectados por el ébola tienen poco peso en el sector turístico en el continente”. Y es que de los 56 millones de turistas anuales que recibe África (un 5% de la cifra mundial), la inmensa mayoría van a los países del Magreb, África austral o a la zona este del continente, muy alejados de la zona cero del ébola. Así, el mayor impacto se ha producido por el contagio del miedo. “La percepción de muchas personas en el mundo es que África es un país y esto provocó que se produjeran cancelaciones en lugares tan dispares como Sudáfrica o Kenia, pero menos de lo que se podía temer”, añade Grandcourt.

En términos similares se ha expresado hace unos días Carlos Lopes, secretario ejecutivo de la Comisión Económica para África (CEPA) de Naciones Unidas. “Hemos escuchado inquietantes pronósticos sobre las consecuencias del ébola en el crecimiento africano, pero esas predicciones han resultado ser falsas”, manifestó Lopes en Adis Abeba durante una cumbre de la Unión Africana, y muchos países africanos mantendrán crecimientos económicos de entre el 5% y el 7%. Esto se debe al hecho de que Guinea, Sierra Leona y Liberia, el núcleo duro de los países afectados por el virus, no tienen un peso importante en la economía continental, pues representan menos de un 1% de la renta africana.

La mala noticia es que estos tres países sí que han sufrido un duro golpe: Liberia ha pasado de crecer a un ritmo anual del 5,9% en 2013 a hacerlo sólo al 2,2%, mientras que Sierra Leona lo hará al 4% frente a su espectacular 11,3% de 2013, y Guinea se queda con un 0,2% de crecimiento en comparación con el 4,5% anterior a la crisis. Aun así, el hecho de que en las últimas semanas la epidemia de ébola haya vivido un notable retroceso en su ritmo de contagios alimenta la esperanza de que pueda estar bajo control en el plazo de unos meses. Si así fuera, el impacto real sobre la economía de los tres países citados, que se sustenta sobre todo en la agricultura, la pesca y la minería —esta última casi siempre en manos extranjeras—, sería de unos 360 millones de dólares para el año pasado y unos 100 este año, muy lejos de los 800 millones de pérdidas que supondría un rebrote del virus, según apuntan recientes informes del Banco Mundial.

Las crisis de Mali o Libia han golpeado tanto a la economía como el patógeno

Para compensar este golpe en la zona cero del ébola, el organismo de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) está movilizando unos 500.000 dólares en cada país destinados específicamente a garantizar la seguridad alimentaria en los puntos más afectados durante un periodo de un año. Asimismo, el Banco Mundial ha destinado mil millones de dólares a Guinea, Sierra Leona y Liberia, de los que si bien 518 millones se están enfocando en la respuesta sanitaria a la epidemia y el refuerzo de los sistemas de salud, al menos 450 millones van a ir a sostener el comercio, la inversión y el empleo en estos tres países.

Queda claro que el sector más afectado por esta crisis sanitaria es el turismo y quienes más han sufrido el golpe son los países cercanos, aunque también ha sido relativo y menor del esperado. Es el caso de Senegal, que en 2011 superaba el millón de visitantes anuales. “La situación es mala”, asegura un operador turístico senegalés, “pero el ébola sólo ha venido a sumarse a un problema mucho más grave que comenzó con la crisis económica y siguió con el conflicto de Malí, sin que las autoridades hayan hecho especiales esfuerzos en la renovación y la promoción. No es que el ébola nos haya traído la crisis, ya estábamos en ella”. En zonas turísticas de Senegal como Somone o Sally, muchos complejos turísticos de los años ochenta o noventa están cerrando sus puertas ante la falta crónica de visitantes.

En Níger, cuyo turismo supone un 4% del PIB nacional con unos 51.000 visitantes al año, las cosas tampoco van bien. Pero una vez más la culpa no es del ébola. Yahaya Barré Aoua, ministra de Turismo de Níger, lo explica: “Tenemos unos vecinos con enormes problemas de seguridad, como es el caso de Nigeria, Libia o Malí. La llegada de europeos ha descendido casi a cero, así que hemos decidido apostar por el turismo nacional o el regional”. Cabo Verde, por su parte, recibe unos 650.000 visitantes y depende mucho de esta actividad, pero logró contener la histeria. “No hemos sentido un gran impacto, hicimos una intensa campaña de información a los turoperadores y clientes explicándoles que no teníamos ningún caso”, asegura Leonesa Fortes, ministra de Turismo caboverdiana. Este país cerró inmediatamente sus fronteras aéreas con los países afectados en contra de los consejos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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