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Merck apunta a los emergentes

La farmacéutica alemana, que ya logra más de un tercio de sus ingresos en los países en desarrollo, centra sus investigaciones en oncología e inmunología

Thiago Ferrer Morini
Un técnico inspecciona una cadena de producción de medicamentos en la fábrica de Merck en Darmstadt (Alemania).
Un técnico inspecciona una cadena de producción de medicamentos en la fábrica de Merck en Darmstadt (Alemania).Krisztian Bocsi (BLOOMBERG)

De las 25 mayores empresas farmacéuticas del mundo, dos son Merck. La culpa la tiene la Primera Guerra Mundial y la estadounidense Ley del Comercio con el Enemigo de 1917. Esta pieza de legislación (aún en vigor) permite al Gobierno norteamericano incautarse de los activos de empresas de países enemigos de EE UU —en aquél entonces, Alemania— y luego venderlos.

Es por eso que la histórica Merck, que traza sus orígenes desde la farmacia fundada en 1668 en Darmstadt (a una treintena de kilómetros al sur de Fráncfort) por Friedrich Jacob Merck, no puede usar su marca en Norteamérica. Por otro lado, su "prima" estadounidense —mucho mayor en capitalización y en cuota de mercado— opera en el resto del mundo con la marca MSD.

Hoy la Merck original ha expandido su negocio más allá de los productos medicinales, que solo representan alrededor de un 60% de sus ingresos. Los utensilios de laboratorio (con la marca Millipore) y productos de alta tecnología como pantallas de cristal líquido y compuestos químicos de uso industrial, completan unas ventas que, en 2013, superaron los 11.000 millones de euros.

Para Belén Garijo (Almansa, 1960), consejera delegada del área de medicina y salud del grupo Merck, 2014 ha sido un año "muy positivo", aunque los datos concretos deberán esperar a los resultados definitivos. "Este año hemos visto los frutos de nuestro programa estratégico 2012 - 2018", comenta. "Hemos tenido un crecimiento sostenido de los ingresos, lo cual es importante, pero más importante aún es que ya podemos ver los resultados de nuestro proceso de mejora de la I+D".

Los medicamentos solo representan un 60% de la facturación, de 11.000 millones de euros

La división farmacéutica de la multinacional ha apostado por los mercados emergentes. En 2013, estos representaron un 35,5% de los ingresos de Merck, el segundo mercado más importante después de Europa (con un 37,2%). A pesar de que la empresa es cauta con su exposición a los países en crecimiento —"El mundo desarrollado va a suponer al menos el 60% de nuestros ingresos al menos hasta 2020", sostiene Garijo— sigue siendo una presencia más importante que la de la mayor parte de sus rivales: según un estudio de PWC, solo algo menos de una cuarta parte de las grandes farmacéuticas obtiene más del 30% de sus ingresos en los países emergentes.

Esa estrategia obliga a la multinacional alemana a desarrollar una cartera para los mercados emergentes basada en medicamentos muy generalistas y destinados a tratamientos básicos de salud. "Estos son mercados donde imperan los genéricos de marca", considera Garijo. "Hemos constatado de primera mano el encaje que tienen los productos de nuestra cartera". Merck está construyendo en China una factoría dedicada a producir medicamentos incluidos en la lista de productos esenciales de la Sanidad pública del país asiático.

Para la directiva, los potenciales frenazos en el crecimiento económico no dañarán las perspectivas de negocio. "Por un lado, evidentemente las necesidades de salud continúan creciendo", afirma. "La población envejece, vive cada vez más años, y necesita y demanda servicios sanitarios más innovadores que les puedan permitir tener una mayor calidad de vida".

Por otro lado, en los países emergentes "el porcentaje de financiación pública de la salud aún es muy bajo y los sistemas sanitarios están comprometidos a ampliar su oferta", comenta Garijo. "Hay una clara voluntad por parte de los Gobiernos para establecer un mejor servicio de salud a los ciudadanos. Lo hemos visto en Brasil, donde la mortalidad infantil se ha reducido casi a la mitad, y lo estamos viendo en China, donde hay una voluntad firme de continuar apoyando el desarrollo y acceso a medicamentos básicos como para enfermedades crónicas como la diabetes".

En los países desarrollados, el descenso del gasto sanitario obliga a una mayor cautela en la innovación

Mientras, en los mercados desarrollados, el problema es el opuesto: como trabajar con un gasto sanitario en descenso, sea por la racionalización del sistema, como en EE UU, sea por los recortes en salud, en los países europeos. Merck ha elegido concentrar su investigación en tres patas: oncología, inmunología —lo que incluye tratamientos contra la esclerosis múltiple— e inmunooncología. Esta última rama, que busca formas con las que hacer que el propio sistema inmunológico del cuerpo humano combata el cáncer, es una de las líneas más prometedoras del sector, con un mercado potencial de decenas de miles de millones de euros.

Garijo afirma que la crisis en Europa y EE UU ha aumentado la prudencia a la hora de desarrollar nuevos productos. "Hay una mayor exigencia a la hora de investigar", señala, "por un lado por los cambios en el entorno regulatorio, y por otro por una mayor exigencia a la hora de confirmar no solo el riesgo beneficio de un producto, sino también en su rentabilidad".

La consejera delegada es escéptica acerca de los procesos de consolidación de la industria farmacéutica. "Creo que el sector ha sobreestimado el potencial de estas iniciativas, que son altamente disruptivas", comenta. Garijo prefiere pactos de colaboración, como el firmado con Pfizer para desarrollar el inhibidor inmunológico avelumab; un acuerdo de 2.800 millones de dólares. El objetivo es que un 50% de la investigación se lleve a cabo en laboratorios asociados. 

Mujeres españolas en consejos directivos

Entre los más altos cargos de Merck, Belén Garijo es una excepción: la única mujer y el único apellido no alemán. Pero la directiva española, que también forma parte del consejo de otras empresas como el BBVA, puntualiza: "El comité ejecutivo de mi propia división, la de salud, es un ejemplo de diversidad. Casi la mitad somos mujeres". Pero tan importante como la diversidad de género es la diversidad cultural. "Tenemos más de siete países representados. Me siento muy orgullosa de ello, porque nos hemos tomado la diversidad como una ventaja competitiva real: nos lo creemos. Hemos gestionado nuestros procesos de desarrollo del talento y de las personas con un objetivo de no discriminación".

Alemania vive un acalorado debate acerca de la falta de mujeres en los consejos de administración. La propia canciller Angela Merkel ha insistido en la necesidad de una legislación que obligue a incluir un mínimo de mujeres entre los cargos más importantes de una empresa.

La consejera delegada reconoce que su ejemplo es positivo: "La incorporación de la mujer a puestos directivos senior tiene un efecto favorable e inmediato a la hora de conseguir la presencia de mujeres en los consejos de administración", señala, "porque está en nuestro ADN. No tenemos prejuicios; seleccionamos a las personas por su perfil". Pero afirma: "Yo creo en la meritocracia. Sería una enorme frustración, y muy duro para mi pensar que pertenezco a los consejos en los que participo por ser mujer".

Para Garijo, su presencia en la creciente lista de directivos españoles en empresas cotizadas extranjeras no es una excepción: "Yo creo que los españoles son muy competitivos a la hora de exportar talento y eso debe de ser un orgullo".

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