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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El crecimiento se acelera

La recuperación en España es mayor que en la media de la zona euro, pero ahí las pérdidas fueron menores

Los signos de mejora y avance en la progresiva superación de la crisis son cada vez más evidentes. A las fuerzas y factores propios de la economía española se están sumando otros de procedencia externa, produciendo entre ambos una aceleración de su ritmo de crecimiento. La semana anterior conocimos los datos de la EPA del cuarto trimestre, con un sólido crecimiento del empleo. Esta semana se han publicado indicadores de consumo y de clima de confianza de los distintos agentes económicos, que van en la misma dirección y adelantan que el primer trimestre de este año también va a ser bueno.

Las ventas del comercio al por menor de bienes, excluidos los automóviles, aumentaron en diciembre un 1,2% a precios constantes respecto al mes precedente y un 6,7% relación con el mismo mes del pasado año. Estas tasas son muy elevadas y pueden contener cierta erraticidad, por lo que es más significativo agregar trimestres, como hace la contabilidad nacional con el PIB y sus agregados. De esta manera, las ventas del cuarto trimestre, ajustadas de estacionalidad y calendario laboral, aumentaron un 2% en tasa anualizada respecto al trimestre anterior, tasa que se eleva al 3,6% si se excluyen las estaciones de servicio de carburantes y al 6,6% para los bienes no alimenticios, que recogen mejor el pulso cíclico del consumo. Si a eso le añadimos que las compras de automóviles por particulares aumentaron en este periodo casi un 30%, también en tasa trimestral anualizada, y que las pernoctaciones de españoles en hoteles lo hicieron en un 5,7%, por citar alguno de los indicadores más representativos del consumo de los hogares, llegamos a la conclusión de que este agregado ha mantenido o incluso ha intensificado en el cuarto trimestre el ritmo de crecimiento de los trimestres precedentes, que se situó en torno al 3,5% anualizado.

Balanza de pagos

En noviembre el saldo de la balanza de pagos por cuenta corriente mejoró respecto al mismo mes del pasado año, rompiendo la tendencia contraria a lo largo de 2014. En el acumulado de enero a noviembre, dicho saldo registró un déficit de 3.600 millones de euros, frente a un superávit de 12.300 millones en el mismo periodo del año anterior. Si a este saldo le añadimos las transferencias de capital, se obtiene una capacidad de financiación (superávit frente al exterior) de 400 millones, muy inferior a los 17.500 millones de un año antes [ver gráfico inferior derecho en la pieza superior]. Es decir, la balanza de pagos está prácticamente equilibrada. Ahora bien, si se quiere reducir sustancialmente la deuda externa, esta balanza debería registrar superávits significativos durante bastantes años. Para ello las importaciones deberían crecer menos y ello, a su vez, requiere un ritmo más moderado de avance del consumo y la inversión. Querer reducir deuda y al mismo tiempo consumir e invertir mucho no es muy consistente. Veremos por dónde se decanta la economía española.

Los factores que están detrás de esta fortaleza del consumo son varios. Como ya reflejaron las cuentas de los hogares del tercer trimestre, las rentas salariales están aumentando como consecuencia no de la subida de los salarios por trabajador, sino de la creación de empleo. Además, los aumentos nominales son mayores en términos reales debido a la caída de los precios: la inflación está en tasas negativas desde el mes de julio, que van a más hasta situarse en -1,4% en enero. Esta caída se explica casi en su totalidad por la bajada de los precios del petróleo, que estaría dejando ver ya sus efectos en el comportamiento del consumo en los últimos meses del pasado año.

En todo caso, el avance de la renta disponible de los hogares es insuficiente para explicar el ritmo de crecimiento del consumo. Adicionalmente se está produciendo un aumento de la propensión a consumir, lo que se traduce en una caída de la tasa de ahorro. A la altura del tercer trimestre del pasado año, dicha tasa se situó en el 9,1% de la renta disponible acumulada en los cuatro últimos trimestres, frente al 15,3% en 2009. El aumento de las rentas salariales de los percentiles más bajos ya explicaría por sí mismo este fenómeno, pero a ello se añade la recuperación de la confianza de los consumidores [gráfico inferior izquierdo]. El problema de esto es que, si bien la economía española necesita aumentar su consumo, también necesita mucho ahorro, ya que aún tiene que devolver mucha deuda y, además, debe financiar la inversión productiva, que debería aumentar notablemente para mantener el crecimiento y la creación de empleo a medio y largo plazo. Afortunadamente, con la transferencia de renta desde el exterior que supone la bajada del precio del petróleo, este año, de mantenerse la misma, podremos consumir más y también ahorrar más. Pero esto puede ser transitorio.

A partir de todos estos datos, el INE ha avanzado que el crecimiento del PIB se aceleró en el cuarto trimestre del pasado año hasta el 0,7% trimestral (en torno al 2,8% en tasa anualizada), dos décimas más que en el trimestre anterior. Con ello, el crecimiento medio anual de 2014 fue del 1,4%. Desde el inicio de la recuperación, el PIB ha recobrado 2,4 puntos porcentuales de los más de ocho que se perdieron desde el inicio de la crisis. La velocidad de la recuperación está siendo mayor que la media de la zona euro, pero ahí las pérdidas fueron menores [gráfico superior izquierdo]. Nos falta mucho camino, por tanto, para dar por superada la crisis.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).

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