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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

EE UU: desigualdad con pleno empleo

Joaquín Estefanía

El principal factor de pobreza y de desigualdad en Europa (y más en España) es el número de parados. Por ello resulta muy sugerente analizar la paradoja de que EE UU se haya convertido en una de las sociedades más desiguales del mundo y al mismo tiempo esté a punto de conseguir el pleno empleo (5,6% de tasa de paro oficial). No es de extrañar que ante esta realidad el concepto más conjugado por el presidente Obama la semana pasada, en el debate sobre el estado de la Unión, fuese el de desigualdad. “¿Aceptaremos una economía en la que sólo a unos pocos les va espectacularmente bien?”, dijo.

Obama se ocupa de los que no pueden subirse al tren de la recuperación ni pasar página

Como aquí, sólo que con una realidad difícilmente comparable, Obama llamó a “pasar página”. La Gran Recesión ya es historia en EE UU, pero sus sombras están muy presentes: se ha iniciado una fase en la que son más visibles que en tiempos de dificultad las diferencias existentes entre las familias que, mal que bien, han capeado la crisis (sin perder ningún puesto de trabajo y sin haber visto disminuir de modo sustancial el poder adquisitivo), y las que después de haberla sufrido terriblemente (precarizándose), no son capaces de subirse al tren de la recuperación: aquellos que “no pueden pasar página”. Obama pretende que no se diga de él, como de tantos otros dirigentes en el mundo, que mantienen el discurso retórico de que para repartir antes hay que crecer, sin llegar nunca a la primera parte del silogismo.

Los datos con los que se presentó en ese discurso memorable son bastante envidiables. Obama podría rememorar con razón al místico español que decía: si me contemplo soy un pecador, pero si me comparo soy un santo. Crecimiento previsto para el año en curso del 3,6% y del 5% en el último trimestre de 2014 (“América ha vencido a la crisis y ha creado más riqueza que ninguna otra economía desarrollada del mundo”); paro del 5,6% (“Desde 2010 hemos generado más puestos de trabajo que Europa, Japón y todas las economías avanzadas combinadas”), y a punto de llegar a un déficit público del 3%. Obama presumió: “A cada paso nos han dicho que (…) aplastaríamos la creación de empleo o haríamos explotar el déficit; sin embargo hemos tenido el crecimiento económico más rápido de una década y hemos recortado el déficit en dos terceras partes, mientras el valor de la Bolsa se ha duplicado”.

Obama propone matrícula gratuita en los dos primeros cursos de universidad

Para combatir la desigualdad y favorecer la economía de las clases medias (que designa a capas amplísimas de la población, incluyendo a la clase trabajadora), Obama propuso una ristra de medidas como las siguientes: una reforma fiscal para ampliar los impuestos del 1% superior (renta, capital, sucesiones y tasa a los bancos más grandes) a cambio de reducir los del resto de la población; elevación del salario mínimo; matrícula gratuita en los dos primeros cursos universitarios en los centros públicos —para muchas familias los créditos para que sus hijos estudien las universidades son superiores a los hipotecarios—; subvención a los créditos de primera vivienda; extensión de la cobertura salarial en las bajas por enfermedad; exenciones fiscales en el pago de guarderías; combate a la elusión fiscal por la que llega la evasión legal, o leyes que refuercen, en lugar de debilitarlos, a los sindicatos. La mayor parte de estas propuestas va en sentido distinto de las que se aplican en la Europa de la austeridad.

La lucha contra la desigualdad condicionará tanto la campaña para las presidenciales americanas de noviembre de 2016 como el debate ideológico europeo sobre la mejor política económica para salir de la crisis. Como Thomas Piketty en el ámbito académico, Obama fuerza —en el territorio de lo político— a los republicanos de EE UU y a la derecha europea a incluir en el frontispicio de sus políticas la discusión sobre la desigualdad y su influencia en el deterioro de las sociedades. Atascado el ascensor social, la economía de la clase media “significa ayudar a las familias trabajadoras a sentirse más seguras en un mundo de cambios constantes. Ello significa ayudar a la gente a pagar el cuidado infantil (la educación preescolar), la universidad, la atención médica, una casa y la jubilación”. Sin comentarios.

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