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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La normalización financiera

El Santander ha atajado el debate sobre su capitalización

Santiago Carbó Valverde

En los entornos especializados, la medición de la solvencia real de muchas entidades financieras transnacionales ha sido una de las cuestiones recurrentemente discutidas durante la crisis financiera en Europa y EE UU. Nada fácil valorarlo en entidades que extienden sus redes por el mundo de forma casi continúa. En este contexto, hay que analizar la operación de refuerzo de recursos propios del Santander, donde parece que el banco ha atajado ese debate sobre su capitalización. El capital se ha reforzado y las posibles dudas se han disipado. Pero, además, la entidad se coloca con más músculo en su terreno natural de actuación, el del crecimiento tanto orgánico como el que se logra mediante adquisiciones. No sin un coste, claro. Pero la clave está en hacer balance entre los sacrificios de hoy y los beneficios del mañana.

En el sector bancario español anterior a la crisis convivían entidades de perfil minorista con fuerte raigambre territorial y conquistadores internacionales sin complejos, fuertes dentro y agresivos fuera. Se había labrado una reputación consolidada con los años, una “situación normal” que se torció. Y todas las cosas que suceden ahora, incluida esta operación del Santander, son una vuelta a la normalización. Por un lado, entidades pequeñas y medianas se han combinado para mantener su eficiencia y afrontar con un tamaño respetable los retos regulatorios y de negocio. Por otro lado, conglomerados que se han preparado para mantener la pujanza que los grandes bancos españoles han tenido desde hace décadas en la esfera internacional.

Si un gigante quiere dar grandes pasos tiene primero que otear el horizonte. Incluso echarse un poco atrás para tomar impulso. Algunos se ciñen a la valoración de corto plazo de la acción para evaluar la ampliación de capital del Santander como perjudicial, dejando de lado muchos detalles técnicos interesantes a la vista y otros más relevantes y estratégicos en un horizonte más amplio.

Existe una pérdida de valor inmediata para los minoristas, que no han tenido derecho de suscripción preferente y el mercado lo ha sentido. Pero a medio plazo hay mucho recorrido para recuperar y ampliar ese valor. Las acciones se colocaron en tan sólo cuatro horas entre inversores institucionales, lo que subraya el interés por la acción. Ha habido quien ha calificado la decisión de precipitada. No lo veo así. En el ámbito del romanticismo, todo lo grande que han hecho las entidades españolas a lo largo de su historia ha nacido de una decisión inesperada e incluso incomprendida en su momento. La colocación entre institucionales ha sido rápida, aprovechando la buena coyuntura de un mercado que parece que va a estar afectado por la volatilidad en los próximos meses con el BCE amagando una expansión cuantitativa y Grecia al borde del incendio. Y se hace una vez recibida la bendición institucional de las pruebas de esfuerzo. Es el momento también de buscar nuevas oportunidades rentables.

En todo caso, el dividendo scrip no parecía sostenible y había devenido en algo “raro”. Ha proporcionado bastantes beneficios a los accionistas del Santander estos años, pero ahora se pasa a la fórmula de dividendo en efectivo que, de forma inmediata no compensa, pero, según la trayectoria marcada, parece que no hará otra cosa que crecer. En muchos ámbitos de discusión internacional he percibido muchas veces inquietud y recelo sobre los bancos españoles. Como si sus acciones siempre tuvieran que ser cuestionadas pero, finalmente, acabaran siendo lo normal. Este parece otro episodio más de normalización que dará frutos, como otros que están aconteciendo en el sector en nuestro país.

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