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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Abrazo de futuro

Miguel Ángel Noceda

Seguramente el resultado de la elección a la presidencia de la CEOE ha sido el mejor que se podía esperar para la modernización de la gran patronal. El ajustado margen por el que Juan Rosell ganó a Antonio Garamendi (52,27% a favor; 47,27% en contra y 0,46% en blanco sobre 660 votos de un censo de 779) supone para el dirigente catalán una sensación de victoria pírrica y para el vasco, la satisfacción de haber conseguido un alto apoyo tras una eficaz campaña. El desenlace, al margen de demostrar que había contestación a la gestión, abre las puertas a muchas lecturas; pero la principal es que obliga a Rosell a tomar nota y a los contendientes a reflexionar sobre la necesidad de colaborar si quieren construir (o reconstruir) una organización fuerte y no dar pábulo a los agoreros que vaticinan una patronal partida en dos.

De ellos depende. El discurso de investidura de Rosell fue duro, muy duro, y al pie de la letra no invita a reconciliaciones. No gustó, incluso, a muchos de los que le votaron. Pero el reelegido presidente de los empresarios tenía cuentas pendientes y, posiblemente por eso, hizo bien en lanzar el furibundo ataque a los que, a su juicio, han puesto obstáculos al cambio que anunció hace cuatro años cuando tomó el poder y a los que atribuye el informe anónimo contra él que se difundió en la campaña. “Estoy muy decepcionado de muy pocos”, acusó, sin citar, a los vicepresidentes Javier Ferrer (Confemetal) y Juan Lazcano (Construcción), que se sintieron aludidos.

No habría estado de más que Rosell hubiera hecho algún guiño a su rival. Algo así como un “Antonio, cuento contigo”. Pero la frase, que le habría salido gratis y habría aliviado la tensión con la que los directivos hacían cola para recoger sus abrigos, no se oyó. Al contrario, la ausencia de una invitación al diálogo dejó paso a todo tipo de interpretaciones.

El resultado obliga a los rivales a reflexionar y colaborar para construir una nueva patronal

No obstante, Rosell y Garamendi tienen una buena relación. Lo han demostrado en la firma del acuerdo para parados de larga duración que han firmado con el Gobierno como presidentes de CEOE y Cepyme. Al final se fundieron con un abrazo de futuro y palabras de entendimiento. Ahora no es cuestión de exigir cuotas de poder de acuerdo a los resultados ni de pasar el rodillo de la victoria, en un caso y otro. Como presidente de Cepyme, Garamendi es vicepresidente nato de la CEOE y, por tanto, tiene un camino allanado para colaborar con Rosell. Además, puede convertirse en sustituto del dirigente catalán cuando este cumpla su segundo mandato. Los que le han respaldado no se sentirían muy a gusto; pero es hora de que sea verdad la frase de “todos somos CEOE” que les gusta repetir a unos y otros. Mantener la división, haría una patronal ingobernable, rota, insatisfecha y deshecha. Las dudas se despejarán el 14 de enero cuando se conozca la composición del comité ejecutivo, quién ocupa las otras cuatro vicepresidencias y quién dirige las comisiones.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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