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Las otras vidas de la FP

Además de enseñar un oficio, estos estudios sirven de puente para acceder a un grado e incluyen prácticas en empresas

Sergio C. Fanjul
Alumnos de FP de los Salesianos de Carabanchel (Madrid).
Alumnos de FP de los Salesianos de Carabanchel (Madrid).Claudio Álvarez

¿Universidad o Formación Profesional? En otros tiempos más propicios, antes de la crisis, la respuesta estaba clara: la universidad era la opción deseable y la FP quedaba como la hermana pobre, un destino para aquellos que carecían de la nota o la inquietud para una formación superior. Sin embargo, ante las altas tasas de desempleo y la sobrecualificación de los jóvenes españoles (que no les salva de un paro en torno al 55%), la FP volvió a ser apetecible y necesaria.

Sobraban títulos enmarcados en las paredes, faltaban profesionales. Actualmente la FP ofrece muchas vías: la FP Básica, que se ha introducido este curso como parte de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), la FP Dual, que se complementa con la formación en empresas, o el paso de la FP de Grado Superior a la universidad y viceversa, además de la aparición de nuevos ciclos en materias emergentes y novedosas adaptadas a la demanda actual. Según los datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte para el curso 2013/2014 hubo 697.408 alumnos en las diferentes modalidades de FP, un 5,2% más que el curso anterior.

“España es uno de los países con mayor sobrecualificación según los estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)”, explica José María Peiró, catedrático de Psicología y director del Director del Observatorio de Inserción Profesional y Asesoramiento Laboral de la Universidad de Valencia, “la sobrecualificación puede ser un escalón para llegar a un nivel superior, pero también puede suponer una trampa. Quedan dos opciones: o regenerar el tejido productivo del país o salir al extranjero. Aunque aquí surge el problema de los idiomas”.

El número de alumnos ha ido en aumento y estos estudios se han revalorizado socialmente

El problema de las dos vías, universitaria y profesional, viene de lejos: “La mala valoración social de la FP es un problema histórico que arrastramos desde la Ley de 1970 cuando estableció una doble titulación al final de la EGB: Graduado escolar y Certificado de Escolaridad, que representaban dos vías: la vía regia de la universidad y la aplicada para aquellos que, con certificado de escolaridad, no tenían capacidad de optar a la otra”, explica Antonio Bolívar, Catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Granada. Pero las cosas comenzaron cambiar con la LOGSE, que implantó el título de Graduado en ESO, desde el que se accede tanto a la FP de Grado Medio como al Bachillerato. Por tanto, la misma titulación.

Con esta ley “se empezó a meter la FP en los institutos. Antes se estudiaba en centros separados y no se percibía como un camino normal”, explica Miguel Recio, del gabinete de estudios de CC OO “Además los alumnos no querían irse a estudiar a otro lugar y dejar a los compañeros. Sin embargo, ahora en lugares como Madrid se están dando pasos atrás y haciendo lo contrario: creando centros específicos de FP”, añade.

Hoy por hoy, gracias a esta evolución en la legislación y a que la crisis ha puesto el foco en la Formación Profesional (además de que el desempleo anima a seguir estudiando), el número de alumnos ha ido en aumento y estos estudios se han revalorizado socialmente.

“Ha habido incremento de la demanda de la FP y de la diversidad de alumnos que optan a ella”, como explica Ángel de Miguel, director general de Formación Profesional del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. “Antes la gente estudiaba una cosa y se dedicaba a otra, con la FP conseguimos que la formación sea lo más ajustada al puesto a de trabajo a desempeñar, lo que mejora la empleabilidad”, apunta. Pero hay incluso una tercera vía que sintetiza estas dos: el paso de la FP a la universidad. Cualquier alumno que tenga un ciclo formativo de FP de Grado Superior puede acceder a un grado universitario.

La nota de admisión se calcula haciendo la media entre los módulos del ciclo formativo y si se desea subir la nota (de 10 hasta 14 puntos) es posible presentarse a una parte de la Prueba de Acceso a la Universidad (la PAU o Selectividad) relacionada con sus estudios previos. “Tienen preferencia los alumnos que vengan de una FP de la misma rama que la carrera a la que se opte, por ejemplo, la biosanitaria”, según explica Manuel Pardo, jefe de servicio de Formación Profesional de la Comunidad de Madrid. “Además se intentan convalidar como créditos universitarios algunas de las materias que se han estudiado en la FP para dar una ayuda a estos estudiantes, que ya entran como mínimo dos años más tarde que los procedentes bachillerato”, apunta.

A partir de los 15 años, la FP Básica permite enlazar con los ciclos de FP de Grado Medio. Al finalizarla, se puede obtener el título de la ESO

Según expone De Miguel, “la permeabilidad entre universidad y FP de Grado Superior está resuelta y practicada. Entre un 11 y 15% de los estudiantes universitarios provienen de la FP y mucho licenciados ingresan en una FP de su rama, sobre todo en sectores emergentes y novedosos, para mejorar su empleabilidad, donde se les convalidan parte de sus estudios”.

Básica y dual

Este curso ha comenzado a impartirse en los institutos la Formación Profesional Básica (FPB), una manera de redireccionar a los chavales desde los 15 años en peligro de ser víctimas del fracaso escolar en la ESO (que es del 23,5% en España, el más alto de la Unión Europea), y que sustituye a los anteriores Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI). Esta formación básica tiene como objetivo su continuación en ciclos formativos de FP de Grado Medio y, a diferencia de los PCPI, la FPB otorga un título con valor académico útil para aquellos que no quieran seguir sus estudios. Además, superando una prueba final se podrá obtener el título de la ESO.

“Esta formación se puede criticar desde un punto de vista progresista porque segrega a los alumnos, desde muy jóvenes en una doble vía: una para los alumnos que no pueden proseguir adecuadamente los estudios (que se vienen a corresponder con grupos socioculturales más bajos) y otra para los que no tienen problema. Aunque en teoría esto no tiene por qué ser así, lo es en la práctica”, opina Bolívar. Por esta y otras razones, como lo precipitado de su puesta en práctica y los problemas para la financiación, algunas Comunidades Autónomas (sobre todo en las que no gobierna el PP, como Cataluña, Asturias o Andalucía) han puesto objeciones a la FP Básica.

También se ha criticado que la entrada de los alumnos de la Básica en los siguientes grados de FP puede lastrar la calidad de la enseñanza. “Pero no se le puede negar a priori a los alumnos la posibilidad de elegir su camino”, dice De Miguel. “Además de que los profesores se ocupan de que solo pasen los preparados. Muchos banqueros empezaron de botones y están orgullosos de ello. Y nosotros como sociedad”, añade. Respecto a la segregación entre diferentes grupos socioculturales, el director general aduce que los estudios de nivel obligatorio, como secundaria y FP Básica, son gratuitos, “de modo que no es un problema entre ricos y pobres, sino que es una cuestión de orientación a los estudiantes y adecuación a la vocación, intereses, actitudes, etcétera”.

La FP Dual, de larga tradición en Alemania y otros países europeos, donde ha cosechado buenos resultados, combina la formación en el centro de estudio con la formación en la empresa. “Puede ser muy útil para crear espíritu emprendedor, algo muy necesario para crear oferta de trabajo, porque aunque para fomentar este espíritu hay que crear competencias, también se puede dar por contagio: los estudiantes tienen que ver emprendedores y trabajar con ellos, pero es necesario evaluar que la empresas den la formación adecuada”, dice Peiró. Un control que, según el ministerio, se da: “Los profesores son finalmente los que comprueban que los alumnos tengan los conocimientos necesarios”, dice De Miguel.

Para Bolívar se trata de una buena idea, “pero todavía tiene muy poca implantación, y en España no será tan fácil: aquí los centros de formación no están acostumbrados a relacionarse con las empresas y el tejido empresarial no es tan sólido. El éxito en FP Dual se da cuando el alumno consigue un puesto de trabajo en la empresa en la que haya estado realizando las prácticas”.

Miguel Recio aporta otras soluciones: “El 66% de los trabajadores no tienen una cualificación para el trabajo que desempeñan. Habría que bonificar a las empresas que contraten a gente cualificada para un puesto de acuerdo con su cualificación y gravar a las que no lo hagan. Eso aumentaría la contratación y animaría a la gente a cualificarse”.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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