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La inflación en la eurozona baja al 0,3% pese a las medidas del BCE

La energía sigue condicionando a la baja la evolución de los precios en la Unión Monetaria

Ignacio Fariza
Barriles de petróleo de Shell, en una planta en Torzhok.
Barriles de petróleo de Shell, en una planta en Torzhok.SERGEI KARPUKHIN (REUTERS)

El inexorable viaje de la inflación hasta el 0% añade más presión sobre el Banco Central Europeo (BCE). En noviembre los precios cayeron una décima en el conjunto de la eurozona (hasta el 0,3%), prosiguieron su senda descendente en el largo plazo y volvieron a instalarse como zozobra permanente para la economía de los 18 países de la divisa única. Frente a noviembre del año pasado, cuando los tambores de la deflación aún se escuchaban en la lejanía, la caída es aún más abultada: seis décimas menos, arrastrada por la caída en los precios de la energía (2,5% interanual). El índice subyacente, que mide la evolución de los precios excluyendo aquellos elementos más volátiles como la energía, los alimentos, el alcohol y el tabaco, se mantuvo estable en el 0,7%, dos décimas menos que en noviembre de 2013. Estos datos otorgan un margen de maniobra aún mayor al BCE, que ha repetido por activa y por pasiva que pondrá toda la carne en el asador para evitar la perpetuación del entorno de precios bajos.

Pese a que el desplome en la cotización del petróleo, apuntalado el jueves por el desacuerdo de los mayores productores del mundo en el seno de la OPEP, se erige en principal causa de este nuevo descenso, no explica por sí solo la totalidad del retroceso. Por componentes, los precios de la energía ahondaron su caída respecto a octubre (un 0,5%, hasta el 2,5%) y, junto con los servicios (que cayeron una décima en términos intermensuales), lastraron el índice general de la eurozona. Los precios de alimentación, alcohol y tabaco se mantuvieron estables, mientras que los productos industriales repuntaron una décima en noviembre.

Con el crédito en caída libre desde hace dos años y medio; el crecimiento estancado en el 0,8% desde el segundo trimestre —lastrado por Francia e Italia, la segunda y la tercera mayor economía del euro respectivamente—; diez de los dieciocho países de la eurozona con los precios en terreno negativo y el conjunto de naciones de la moneda única reiteradamente por debajo del objetivo del 2%, el BCE afronta un final de año clave para definir las líneas maestras de su política monetaria de cara al próximo ejercicio. A la luz de los datos, algunos analistas, como los de Oxford Economics, no descartan que el Eurobanco adelante nuevas medidas expansivas en su reunión del jueves.

Las palabras de Mario Draghi, la semana pasada, no lo desmienten. “Cumpliremos con nuestra responsabilidad, haremos lo que haga falta para elevar la inflación y las expectativas de inflación tan rápido como sea posible, como exige nuestro mandato para lograr la estabilidad de precios”. Lo cierto es que el BCE aún tiene mucho margen de maniobra, con un balance más descargado que el del resto de grandes bancos centrales del mundo tras una acción más timorata y tardía que la emprendida por Londres, Washington y, sobre todo, por Tokio, desde el estallido de la crisis. Aunque la variación de la política fiscal europea —atenazada en su conservadurismo por la ortodoxia germana— sigue siendo tímida, el plan de inversión recién anunciado por la Comisión Juncker, que promete reactivar la inversión con 315.000 millones, elevar el PIB un 3% y crear 3,3 millones de empleos, se atisba como un tímido primer paso en el cambio de rumbo a escala comunitaria.

El empleo en la UE, estancado

Lejos del tono triunfalista de algunos discursos políticos, las frías estadísticas de empleo han vuelto a dar este viernes un baño de realismo a la UE. En octubre, la tasa de paro se mantuvo en el 11,5%, nivel en el que está estancada desde agosto, y el desempleo juvenil repuntó una décima, hasta el 23,5%. “Es un enorme problema en la UE”, ha reconocido este viernes la flamante comisaria europea de Empleo, Marianne Thyssen. “El desempleo a largo plazo sigue creciendo hasta niveles inasumibles en muchos Estados miembros y en algunos ya representa la mitad del paro total”, ha añadido en su primera comparecencia ante los medios desde su llegada al cargo. Entre las grandes economías, el paro creció en Italia (del 12,9% al 13,2%), permaneció estancado en Francia (10,5%) y cayó en España (del 24,1% al 24%) y en Alemania (del 5% al 4,9%). “Mucho tiene que cambiar el índice de empleo para que podamos cumplir con el nivel que figura en los objetivos de 2020”, ha concluido.

España volvió a situarse en noviembre como el segundo Estado miembro más golpeado por el desempleo, solo superado por Grecia (aunque el último dato que Bruselas dispone de este país se remonta a agosto), y como el primero por desempleo juvenil. “El incremento de las desigualdades y de la pobreza en varios Estados miembros ha llevado a grandes divergencias en el seno de la UE”, ha admitido Thyssen. Un discurso que ahonda en la línea crítica de su predecesor, Lázsló Andor, pero que mantiene el núcleo duro del mantra reformista europeo: “merece la pena continuar las reformas estructurales profundas en nuestros mercados laborales y en nuestros sistemas de protección social”.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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