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La UE yerra sistemáticamente en sus previsiones de crecimiento y empleo

A finales de 2011 la Comisión vaticinó que España crecería al 1,4% en 2013 y la economía acabó cayendo un 1,2%

Ignacio Fariza

La relación entre las previsiones económicas de la Comisión Europea y la cifra observada es, en los últimos años, una historia de grandes desencuentros exacerbada por la crisis. En noviembre de 2011, cuando la economía española atravesaba su segundo bache tras la debacle de 2009, la Comisión Europea presentó en sociedad su previsión de crecimiento para 2013: 1,4%, en línea con las líneas básicas que trazaban el resto de organismos internacionales, pero muy alejada de una realidad económica que seguía intuyéndose turbia. En mayo, el Ejecutivo comunitario corrigió de golpe su vaticinio hasta el -0,3% y un año después ya lo situaba en el -1,4%. En doce meses, la previsión había fluctuado en 2,8 puntos de PIB y el desfase sobre la cifra de crecimiento final (1,2%) acabó siendo del 2,6%.

Aunque con menor desatino, la historia se repitió con los datos de crecimiento del resto de Estados miembros y del conjunto de la zona euro. En el otoño de 2011, Bruselas pronosticaba un crecimiento del 1,3% para 2013 y una tasa de paro que no superaría el 10%. Finalmente, la economía de los Estados del euro acabaría el año cayendo un 0,4% y con una tasa de paro del 12%. Lo mismo ocurrió en los vaticinios de 2009 y 2010 y antes de que estallara la mayor crisis económica que ha sacudido Europa desde el fin de la II Guerra Mundial.

Estos errores de cálculo serían pecados menores si las previsiones del Ejecutivo comunitario no fuesen la piedra angular sobre la que se calculan los draconianos planes de recorte que la UE dicta a los Estados miembros: cuando Bruselas exige “reformas estructurales” o alaba el vigor con el que crecen otros, lo hace sirviéndose de unas predicciones económicas que se han demostrado erróneas.

“Es una buena pregunta: ¿hasta qué punto podemos fiarnos de las previsiones?”, se ha cuestionado este martes el flamante vicepresidente de la Comisión Europea al frente de Crecimiento, Jyrki Katainen, en la rueda de prensa posterior a la presentación de las previsiones económicas de otoño. “Nadie lo sabe. Pero los cálculos se llevan a cabo haciendo uso de los mejores conocimientos posibles y en línea con las previsiones publicadas por la OCDE, el FMI y otros. Todos los organismos que han publicado previsiones, pongamos, en los últimos siete años nos hemos equivocado o todos hemos dado más o menos en el clavo”, ha reconocido Katainen en un ligero reconocimiento de responsabilidades que raras veces se escucha en una institución que no destaca por su capacidad de autocrítica.

Sin embargo, este atisbo de reconocimiento explícito se ha esfumado minutos después: “son los Estados miembros los que tienen que hacer cumplir, en positivo, estas previsiones. Si hacen lo que tienen que hacer, llevan a cabo reformas estructurales y mejoran la competitividad tendremos un crecimiento mayor”, ha concluido en un intento por convertir la asunción de responsabilidades en un alegato —otro más— para que los Estados miembros sigan ajustándose el cinturón y continúen con los duros programas de reformas que Bruselas ha impuesto al sur de Europa desde el inicio de la crisis.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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