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La hora de la inteligencia económica

Expertos analizan la urgente necesidad de España de mejorar la gestión de la información

Fernando Gualdoni

La inteligencia económica y competitiva es una disciplina que poco a poco se abre paso en España a raíz de la necesidad del país y de sus empresas de ganar competitividad y reducir la incertidumbre de las inversiones y negocios. Pero, ¿qué es la inteligencia competitiva? “Es analizar la información estratégica, darle valor añadido, explotarla, y tratar de influir sobre nuestro entorno y de protegernos”, define Fernando Davara, presidente del Círculo de Inteligencia, uno de los participantes del foro organizado por EL PAÍS y patrocinado por el Banco Sabadell para debatir el tema. “Yo añadiría”, dice Sonia Gogova, fundadora de Soluciones ICAP (Inteligencia Competitiva Aplicada) en Telefónica, “que la inteligencia siempre debe hacerse para dar apoyo al proceso de la toma de decisiones, debe tener un objetivo bien identificado de antemano y dirigir el análisis hacia ese fin”.

El campo de la inteligencia competitiva es aún bastante desconocido en España y se presta a confusión. Los expertos asienten que tanto en el ámbito político como empresarial la disciplina se asocia a tareas que van desde el marketing, la comunicación corporativa y hasta el espionaje industrial. El trabajo del analista de inteligencia no es otro que el de recopilar y analizar, tanto ingentes cantidades de información, como escasos datos, para ayudar a un gobierno o un empresario a tomar una decisión con el menor riesgo posible.

Carlos Abarca, director tecnológico del Sabadell.
Carlos Abarca, director tecnológico del Sabadell.

El Gobierno de Mariano Rajoy presentó hace unos años un proyecto de Sistema de Inteligencia Económica (SIE) como un intento para establecer un mecanismo de coordinación público-privado para compartir y analizar información clave para la competitividad y seguridad de las empresas españolas. A pesar de que el plan quedó en el anuncio, Fernando Eguidazu, director general de Relaciones Económicas Internacionales del Ministerio de Exterior, sostiene “que el país ha avanzado mucho en la obtención y análisis de información, donde hay muchos organismos competentes que lo hacen”, pero reconoce que “falta una política o sistema de coordinación para sacar provecho de toda esa información”.

“España es bastante novata en esta disciplina mientras países como Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Suecia o Japón llevan décadas desarrollando sus modelos de gestión de inteligencia económica. Añadido a esto, en la sociedad española mucha gente aún no ve con buenos ojos que el Gobierno asista o defienda los intereses de las empresas españolas en el extranjero. En Italia o Francia, salir en respaldo de una multinacional es perfectamente comprendido y aceptado. De momento, lo que hemos desarrollado son canales de contactos permanentes entre el Gobierno y la empresa en casos concretos, pero es verdad que de forma artesanal y no a través de un mecanismo sistemático”, añade Eguidazu.

Aunque los orígenes de la inteligencia económica pueden perfectamente remontarse a los tiempos de Marco Polo, en los que los diarios de viajes podían considerarse una fuente para desarrollar estrategias comerciales a través de la descripción de un determinado ‘mercado’, lo cierto es que la disciplina se ha desarrollado con vigor tras la caída del muro de Berlín y la posterior liberalización del comercio mundial unida al desarrollo tecnológico.

Sonia Gonova, fundadora de Soluciones ICAP en Telefónica.
Sonia Gonova, fundadora de Soluciones ICAP en Telefónica.

La llamada geoeconomía —en contraposición a la geopolítica que se refiere a un territorio determinado—, se refuerza en los últimos 25 años como una disciplina que traspasa fronteras en busca de seguridad en el suministro de materias primas y dominio de los mercados. En 1990, el analista francés Pascal Lorot definió la geoeconomía como “las estrategias comerciales decididas por los Estados para adquirir el dominio de ciertas tecnologías clave y/o conquistar ciertos segmentos del mercado mundial”. Otro experto, el estadounidense Edward Luttwak, la definió ese mismo año como el “mantenimiento de la antigua rivalidad existente entre las naciones utilizando medios económicos en lugar de bélicos”.

Sendos países, Francia y EE UU, están entre las potencias más consolidadas en la aplicación de la inteligencia económica y competitiva para desarrollar y defender sus sectores estratégicos. En ambos casos, los organismos de inteligencia que tienen para velar por la seguridad externa e interna, colaboran sistemáticamente con sus empresas, proveyéndolas de la información que les falta para mejorar su competitividad y su papel en una economía globalizada. El desarrollo de la inteligencia está sobre todo en manos de las empresas, pero siempre cuentan con el respaldo gubernamental. Los empresarios pueden, a través del análisis de inteligencia, especializarse en un segmento, descubrir nuevos canales de comercialización, conocer mejor las fortalezas y debilidades de sus rivales, las necesidades de sus clientes, y adelantarse a las tendencias. Sin embargo, en otras cuestiones que afectan a los negocios, como la injerencia política, la inseguridad jurídica o la corrupción, la inteligencia del Estado se convierte en un complemento vital.

Fernando Eguidazu, director del Ministerio de Exteriores.
Fernando Eguidazu, director del Ministerio de Exteriores.

“Tenemos que creernos que España tiene que desempeñar un papel estratégico en el exterior y luego desarrollar el modelo de inteligencia que se necesita. ¿Qué capacidad de influencia tiene el país, cómo vamos a implicarnos en el mundo como Estado a medio y largo plazo, qué tenemos que hacer para conseguirlo?”, enfatiza José Luis de la Fuente O‘Connor, responsable de vigilancia estratégica e inteligencia económica de la división de innovación, medioambiente y calidad de Iberdrola y presidente de la Asociación Española para la Promoción de la Inteligencia Competitiva (AEPIC). “Me preocupa más que como país no tengamos claro qué queremos ser y hacer en el mundo, que el hecho de que no tengamos o estemos retrasados en el desarrollo de un modelo propio de inteligencia económica”, opina. “El Gobierno tiene que tener un objetivo, determinar las grandes líneas de la política económica también supone tener un gran plan para el desarrollo empresarial. La inteligencia económica está para ayudar a decidir por qué camino se quiere ir”, añade Sonia Gogova.

Carlos Abarca, director tecnológico del Banco Sabadell, propone que las grandes empresas que tienen medios y unidades propias de inteligencia, mayormente las del Ibex 35, trabajen juntas en beneficio de proyectos en los que haya intereses comunes. “Esta práctica es muy habitual en Estados Unidos”, relata. “Hace poco fui testigo de un acuerdo entre empresas de distintos sectores que compartían el interés por expandirse en América Latina. Inmediatamente establecieron objetivos y un calendario de reuniones. Claramente, es una práctica muy afianzada en la cultura empresarial estadounidense que hace que muchas cosas funcionen al margen de la participación del Gobierno”, dice Abarca. “Esto no quita”, añade, “que haya una fuerte conexión entre los organismos públicos y las empresas. La Agencia de Seguridad Nacional (NSA) se reune habitualmente con empresas como Microsoft, Google, Twitter y Facebook, por ejemplo, y establecen qué información puede aportar la agencia estatal para proteger la propiedad intelectual. Estos foros no existen en España más que a nivel intersectorial y es verdad que podemos crearlos, pero es necesario que los organismos públicos que tienen que ver con medios tecnológicos faciliten redes seguras para el intercambio de información... No se pueden hacer siempre las cosas de forma artesanal”, concluye Abarca.

Fernando Davara, presidente del Círculo de Inteligencia.
Fernando Davara, presidente del Círculo de Inteligencia.

El uso de la inteligencia para expandir la actividad económica recibe cada vez más apoyo tanto de los sectores públicos como privados. Sin embargo, quienes prestan servicios de consultoría en este campo recuerdan que hay poca información sobre la utilidad que esta disciplina tiene para las empresas. ¿Por qué una compañía necesita tener acceso a la inteligencia competitiva? “Por mi experiencia, en España resulta especialmente útil porque evita actuar de manera impulsiva, disminuye las actuaciones posteriores a la aparición de los problemas, evita que se tomen decisiones en función de éxitos y criterios pasados, porque lo que fue bueno ayer no necesariamente lo es hoy. En definitiva, ayuda al empresario a tomar decisiones con más seguridad, sobre todo en un proceso de internacionalización, donde te juegas mucho dinero a la hora de querer instalarte o hacer negocios en otro país”, opina Gogova.

“Es una necesidad”, apuntilla Davara, “sobre todo para las pequeñas y medianas empresas [pymes]. La información es el activo más importante de un autónomo, es lo que le permite crecer, anticiparse a los cambios y protegerse cuando logra un producto o un servicio de valor añadido”. Eguidazu asiente: “En una empresa el no hacer nada nunca es una opción, y muchas veces hay que tomar decisiones en la que te juegas el futuro de la compañía y sus trabajadores. En estas decisiones es clave la información elaborada por los analistas de inteligencia. En este punto el Estado debe aparecer para coordinar la información y proveer de información a aquellas empresas que no tienen ese recurso, como son las pymes”.

Jose Luis de la Fuente, responsable de Vigilancia Estrategica de Iberdrola.
Jose Luis de la Fuente, responsable de Vigilancia Estrategica de Iberdrola.

¿Hay riesgo de que una vez superada la crisis España se olvide de desarrollar la inteligencia competitiva? “El número de empresas exportadoras ha aumentado de 100.000 a 150.000 en los últimos cinco años. Sin embargo, es verdad que hay una alta tasa de abandono en el negocio exterior. La clave es asegurar la estabilidad del sector exportador para que, si mañana se recupera la demanda interna, las empresas no abandonen las exportaciones sino que atiendan ambas necesidades. A este respecto tenemos un problema de tamaño. En España hay la misma cantidad de empresas exportadoras que en Alemania, pero en tamaño equivalen a un tercio de una alemana. Cuanto más grande se es, más fácil es salir fuera y cuanto más sales, más creces. Es un círculo virtuoso que espero que se haya instalado para siempre en la empresa española”, remata el representante del Gobierno.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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