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‘Crowdfunding’ para pagar la matrícula

Los estudiantes agudizan su ingenio para pagar las tasas universitarias Créditos P2P, procesos de micromecenazgo o voluntariados son algunas de las fórmulas

GETTY

Estudiar en España resulta cada vez más caro. El Ministerio de Educación asegura en su web que la matrícula de los grados en las universidades públicas españolas tiene un coste aproximado de entre 680 y 1.400 euros. Para quienes se estrenen en la facultad y por tanto no puedan beneficiarse de descuentos por Matrícula de Honor, su caso se acerca más a la franja alta que a la baja. Son unos 540 euros más de media que hace dos años. Cada uno afronta esta subida en la medida de sus posibilidades. Muchos cuentan con el apoyo familiar; otros pueden disfrutar de becas y algunos trabajan para costearse la carrera, ya sea a tiempo parcial o completo.

También hay quienes optan por financiarse. Es entonces cuando toca tomar decisiones. Basta con ver la abundancia de folletos y carteles que adornan por estas fechas las sucursales de los principales bancos del país para intuir que los créditos para estudiantes no son una opción minoritaria. Algunos de ellos no ofrecen malas condiciones. Por ejemplo, La Caixa y BBVA tienen productos especialmente dirigidos a este público (cantidades de hasta 9.000 euros) que permiten financiar el gasto a 11 o 12 meses con un tipo de interés fijo.

Préstamos

Pero hay otras soluciones. Puestos a buscar financiación, ¿por qué no otear el horizonte más allá de la gran banca? Los préstamos entre particulares (denominados P2P en la jerga económica) empiezan a ganar peso en España. La fórmula es sencilla: las plataformas que trabajan este negocio ponen en contacto a prestamistas individuales, gente corriente que quiere obtener rentabilidad de su dinero, con prestatarios. “El tipo de interés que ofrecemos suele ser más bajo que el de los bancos, simplemente porque no tenemos una estructura de costes tan grande como la de las entidades tradicionales. Trabajamos online, no tenemos sucursales”, explica Alessandro Bracco, director general de la filial española de Lendico, uno de los referentes en este segmento. No cobran comisiones, son flexibles con los plazos de devolución del dinero y sus tipos pueden ser del 6%.

Universidades públicas como las de Valladolid, Cantabria o la Pompeu Fabra convalidan créditos a quienes realizan trabajos para ONG

La plataforma elabora un estudio de viabilidad de cada petición de fondos (en el caso de estudios, la media son unos 4.000 euros) y, una vez evaluado su riesgo, lo publica en la web para que los interesados puedan invertir cantidades de 25 euros o más. “En España, los préstamos por estudios solo representan entre un 3% y un 5% del total. En EE UU, en cambio, son la segunda categoría más importante, solo por detrás de créditos para el consumo”, apunta.

Precisamente en Estados Unidos, país en el que el precio medio de una matrícula universitaria ronda los 28.000 dólares (unos 22.000 euros), los interesados han apostado por fórmulas más imaginativas para afrontar la situación. El crowdfunding o micromecenazgo ya ha dado el salto a la financiación de proyectos personales. Portales como Go Fund Me o Medifund, en este caso reservado a futuros médicos, tienen mucha actividad en la financiación de estudios. Los demandantes se promocionan con anuncios en los que se presentan, exponen las circunstancias que les han llevado a hacer la petición de fondos y, al más puro estilo americano, defienden por qué alguien debería creer en ellos.

El sitio Pave.com, por su parte, presenta un modelo distinto: ahí los inversores aportan capital a los perfiles de estudiantes que más les interesan a cambio de entre un 5% y un 8% del sueldo que ganará el beneficiario durante los primeros diez años tras graduarse. Lumni.net es su equivalente para países latinoamericanos, aunque todavía no opera en España. Y, para los más previsores (o menos materialistas), sitios como Grad Save se postulan como una solución para hacerle un regalo a un recién nacido. Este portal permite que quienes quieran puedan contribuir a pagar los futuros estudios universitarios del infante (ya tenga semanas, meses o años de edad) en fiestas de cumpleaños, Navidades, etcétera.

El futuro

“En España todavía no se está empleando el micromecenazgo para financiar la carrera. Por una razón: en EE UU el coste de la matrícula es mucho mayor que aquí. Pero todo se andará”, comenta Ángel González, cofundador de la consultora Universo Crowdfunding y miembro del grupo de expertos que asesora a la Comisión Europea sobre el potencial de esta actividad. No se usa de forma sistemática, pero algún caso sí ha habido. En el sitio Getyourcause.com, por ejemplo, una madre murciana abrió en enero un proceso para ayudar a pagar la matrícula de su hija, estudiante de Ciencias del Mar en la Universidad de Cádiz. En este caso, la recompensa por la donación son postres caseros elaborados por ella misma.

Hay centros que han reforzado un programa que lleva años en marcha pero que ha tomado especial relevancia a la luz de la situación actual. Se trata del voluntariado a cambio de créditos. La Universitat Pompeu Fabra, la Universidad de Valladolid o la de Cantabria, por citar algunas, convalidan créditos a quienes realizan voluntariados (normalmente, trabajos para ONG o fundaciones relacionadas con la propia universidad).

González recuerda que la propia Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), ante el endurecimiento de las condiciones para obtener beca (la nota de corte pasó del 5,5 al 6,5), hizo un llamamiento el año pasado a la colaboración ciudadana en la financiación de los estudios. La entonces presidenta de la CRUE, Adelaida de la Calle, planteó la posibilidad de abrir procesos de mecenazgo. Concretamente, habló de crear una bolsa de particulares para que, “igual que se apadrina a un niño, se haga con un estudiante pagando una matrícula”. Una “acción de emergencia”, dijo, destinada a que no se dispare el abandono de estudios. La Universidad de La Laguna tiene todavía en fase de desarrollo un proyecto de crowdfunding para que las donaciones de particulares puedan evitar que algunos alumnos dejen de estudiar. El mecenazgo, sea micro o macro, ya ha entrado en escena en España.

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