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La huelga de pilotos de Air France pone en peligro su viabilidad

Los trabajadores exigen el mismo estatus en la marca de bajo coste Transavia France

Gabriela Cañas
Vuelos de Air France cancelados en el aeropuerto de Niza.
Vuelos de Air France cancelados en el aeropuerto de Niza.P. MASANTE (REUTERS)

Las reivindicaciones de los pilotos han cortado las alas a Air France. En huelga desde el pasado 15 de septiembre, la protesta ha logrado cancelar entre el 50% y el 60% de los vuelos, dejando en tierra ya a más de 65.000 pasajeros. Ello le ha supuesto a la compañía, que con un programa de ajuste está intentando superar sus dificultades financieras, importantes pérdidas que ya se evalúan en más de 200 millones de euros. Preocupa también el deterioro de su imagen.

“Se está poniendo en riesgo a la empresa”, ha alertado el presidente ejecutivo de Air France-KLM Alexandre de Juniac. “Ninguna compañía aérea es inmortal. Tampoco Air France”. Ayer, tras la enésima ronda negociadora, la empresa insistió: “Se está poniendo a la compañía en una situación extremadamente delicada”. Desde el Gobierno francés, la inquietud es palpable. El primer ministro Manuel Valls ha llamado la atención sobre los riesgos y el viernes acusó a los pilotos franceses de corporativistas. “Esta huelga es insoportable para los usuarios, insoportable para Air France e insoportable para la actividad económica del país”, ha dicho Valls.

Para el Gobierno francés, que controla el 16% del capital del grupo Air France-KLM, esta huelga es un motivo más de preocupación sobre la situación general del país. El conflicto de la aerolínea gala puede ser un buen botón de muestra de las resistencias francesas a las reformas y a la adaptación a mercados más competitivos.

La dirección de la aerolínea hizo el miércoles una primera e importante concesión tras varios días de negociaciones infructuosas: renunciar a su proyecto de desarrollar la marca de bajo coste Transavia Europe, que es el origen de la huelga. No ha sido suficiente para que los pilotos depongan su actitud. La razón es que el plan continúa, bajo el nombre de Transavia France, sin deslocalizaciones, empresa 100% francesa, pero con sueldos de bajo coste, “en condiciones competitivas” con el sector, como dice la dirección. Los huelguistas insisten en un contrato único para todos los pilotos.

El desarrollo de Transavia Europe se planteaba casi como la tabla de salvación de Air France. El que es hoy todavía segundo operador de Europa (tras Lufthansa) sufre un cierto declive. Los resultados financieros del grupo Air France-KLM han sido negativos en los últimos cinco años, pero los ajustes para aumentar la productividad ya dieron resultado, aunque discreto (130 millones), en 2013. Para este año se prevía una importante mejora, pero en el primer trimestre, el conglomerado declaró unas pérdidas de 614 millones de euros, si bien en el segundo se registró un beneficio de 238 millones. La deuda se sitúa en los 5.400 millones.

Esta huelga de septiembre, que supone un coste diario de entre 15 y 20 millones de euros, obligará a revisar a la baja los datos de este año. Mientras tanto, el número de pasajeros transportados (77 millones el año pasado) está prácticamente estancado frente a las firmas de bajo coste, hasta el punto de que ya el pasado año Ryanair sobrepasó, con 79,3 millones de pasajeros, al gigante franco-holandés.

Air France-KLM considera que el nicho de negocio está en el sistema de bajo coste o low cost, donde reinan Ryanair, EasyJet y la española Vueling. De ahí la apuesta de impulsar la ahora pequeña filial Transavia, intentando competir en un mercado que en Francia está menos desarrollado que en el resto de Europa.

El proyecto origen del conflicto actual era invertir 1.000 millones de euros en Transavia Europe hasta situarla en 2018, con un centenar de aeronaves (ahora dispone de 47) y mil empleos añadidos, entre las tres primeras de Europa. La presión de los pilotos ha forzado el cambio de planes. Se enterraría el proyecto paneuropeo y se impulsaría únicamente Transavia France, que hoy solo explota 14 aviones. Las exigencias del contrato único y de nombrar un mediador dificultaban todavía ayer el acuerdo.

Las condiciones laborales de los pilotos de la compañía de bandera francesa Air France son mejores que las de Transavia. Los primeros cubren cada año 522 horas de vuelo frente a 625 en Transavia. Los sueldos de los primeros pueden llegar, con años de antigüedad, hasta rozar los 200.000 euros brutos anuales. Los de Transavia se quedan en 175.000, según el análisis de Les Echos.

Los costes de la plantilla de la firma low cost representan hoy día el 7% del total frente al 21,2% de Air France, pero los pilotos argumentan que es el modelo de explotación el que determina los costes de la compañía y no el sistema de remuneración.

La empresa, por su parte, reconoce que si los pilotos de Transavia disfrutaran de las mismas condiciones salariales que la empresa madre los costes solo aumentarían en un 2% o 3%, pero el presidente ejecutivo de Air France, Frédéric Gagey, añade: Es un pequeño margen suficiente en el sector para “separar las pérdidas de las ganancias”.

El presidente del sindicato mayoritario de pilotos de Air France (SNPL), Jean-Louis Barber, denuncia el intento de dumping social, ya que la aerolínea pretendía convertir Transavia en “una sociedad de derecho portugués”, pues posiblemente una de las bases de Transavia Europe se asentara en ese país. En efecto, era muy probable, aunque la dirección nunca lo ha confirmado, que las bases europeas contrataran a personal local con las condiciones laborales que establece cada país.

Despejado ese peligro que rechazaban los pilotos, y aun poniendo fin a la huelga, llevará tiempo reparar el daño causado por un conflicto que otras compañías, como EasyJet, ya están aprovechando.

Negociación impopular

El Estado francés posee todavía el 16% de Air France-KLM. Esa circunstancia es la que ha hecho posible una intervención pública que ha complicado las negociaciones y ha desacreditado a la dirección de la empresa. El Gobierno francés, que mantiene una posición dura contra la huelga, según se desprende de las declaraciones del primer ministro Manuel Valls, se adelantó, sin embargo, el miércoles a dar por hecha la gran concesión: la paralización del proyecto Transavia Europe. Lo hizo a primera hora el secretario de Estado de Transportes Alain Vidalies, cogiendo aparentemente por sorpresa a la dirección de la aerolínea, que negó tal decisión hasta que la admitió por la noche. En contra de lo previsto, los pilotos mantuvieron la protesta.
La retirada de Transavia Europe es, además, una medida paradójica. Durante los primeros días de huelga, el presidente ejecutivo Alexandre de Juniac llegó a amenazar con abandonar el plan de expansionar Transavia France y centrar las inversiones solo en la red transeuropea. El cambio de rumbo permanece inexplicado.
Después de casi dos semanas de huelga, esta es altamente impopular. El 69% de los franceses, según un sondeo publicado el jueves, ven injustificado el paro. En el resto de los empleados de la compañía cunde el descontento contra lo que consideran caprichos de los arrogantes pilotos. Air France, en reestructuración desde 2010, ha recortado la plantilla en un 10% y los trabajadores creen que los comandantes de vuelo han sido los mejor tratados. El enfrentamiento fue patente el martes, cuando un puñado de pilotos, en manifestación, uniformados, frente a la Asamblea Nacional, fueron increpados públicamente por sus propios compañeros.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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