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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Más puede ser menos

Tan equivocado es negar la mejora económica española como creer que la crisis se ha acabado

Comienza el curso y, a pesar de los intentos de crear optimismo, la incertidumbre continúa acompañándonos. Incertidumbre sobre si los inicios de recuperación se consolidarán, sobre si los impuestos que pagamos (los que pagamos) bajarán o la anunciada bajada del IRPF se compensará con otras subidas; incertidumbre sobre las oportunidades de encontrar trabajo de los jóvenes y no tan jóvenes que lo buscan y no lo encuentran y los ciudadanos más perjudicados con esta crisis; incertidumbre sobre si podrán pagar los libros de sus hijos e incluso su sustento. A toda esta incertidumbre se añade desgraciadamente el sentimiento de desapego que aporta la corrupción y la convicción de la elevada cantidad de dinero que ha huido ilícitamente de España sin aplicarse a la necesaria inversión en el país.

No voy a negar los indicios positivos que hay en la economía. No solo en los indicadores económicos que señalan una recuperación en el primer semestre del año y que probablemente volverán a ser positivos en el tercer trimestre. También numerosos pequeños negocios comienzan a sentir la ligera recuperación de sus ventas y, tras los duros ajustes realizados en sus costes durante los últimos años, pueden ahora obtener alguna mejoría en sus resultados. Pero la actitud de muchos políticos, entre los que incluyo a la nueva casta de políticos de Podemos, pueden incrementar las incertidumbres y negar los hechos positivos. Tan equivocado puede ser negar que los indicadores económicos estén mejorando, como creer que todo marcha bien, la crisis se ha acabado y la recuperación de la economía está asegurada.

No es escepticismo, es experiencia. El cambio de tendencia de estos últimos trimestres se ha asentado en el avance de las exportaciones de los últimos años acompañado de la debilidad de las importaciones españolas y con el consiguiente ajuste del endémico déficit de la balanza de pagos. Esta evolución positiva ha coincidido con una evolución también positiva del PIB en los países de la UEM-18, países que no debemos olvidar pues son nuestros principales clientes. Pero ahora, durante los últimos trimestres los resultados positivos del PIB español, que alaban tantas autoridades europeas, se han debido al ligero crecimiento de la demanda interna (+0.7% y +1.9% interanual), y a pesar de la aportación negativa de la demanda externa (-0.2 y -0.7 puntos, respectivamente).

Históricamente, en España, la salida de las crisis se obtenía con un primer impulso de la demanda exterior, seguido después por la recuperación de la demanda interna. No en todos los países es así. Por ejemplo, Alemania sigue creciendo gracias al poder de su demanda exterior y como algunos le critican, no termina de repuntar en el consumo. Pero este comportamiento del ciclo que en este momento se repite en España como en otras ocasiones, está siendo demasiado corto en su primera fase de expansión de la demanda exterior y ahora nos encontramos con una situación por lo menos peligrosa para poder continuar con una fase expansiva sostenida. Por una parte, a pesar de los esfuerzos de las empresas españolas por mejorar su competitividad, e incluso expandirse por otros mercados emergentes, la debilidad de la demanda de nuestros clientes europeos en los últimos trimestres reduce las exportaciones españolas y, por otra parte, el inicio del crecimiento de la demanda interna incrementa necesariamente las importaciones españolas en bienes de consumo y de inversión, añadiéndolo a nuestro histórico déficit energético.

Hay que seguir trabajando en limpiar el país de corrupción y recuperar parte del empleo perdido

Por tanto, los últimos datos referentes a nuestros socios y a la vez clientes europeos son al menos preocupantes porque para alcanzar un crecimiento sostenido en los próximos años, que permita recuperar al menos parte de lo perdido en el nivel de renta y de bienestar de los ciudadanos durante esta prolongada crisis, necesitamos que nuestras exportaciones continúen aumentando, ya que no somos capaces de sustituir bienes extranjeros por otros españoles ni equilibrar o al menos reducir el déficit energético. La buena evolución del turismo ayuda como siempre, pero no puede evitar que volvamos a una situación de déficit de la balanza por cuenta corriente, que es uno de los desequilibrios históricos españoles y que habíamos corregido durante la crisis.

También es cierto que los análisis de las instituciones internacionales han mejorado su percepción y expectativas sobre la economía española, pero son tantas las tareas pendientes que ponen de manifiesto en sus informes, que puede darnos una idea de todo lo que queda por hacer y de la fragilidad que tiene todavía la recuperación. Por una parte alaban las reformas realizadas y mejoran sus expectativas de crecimiento para España, con tasas moderadamente positivas para 2014 y 2015: FMI (0.9% y 1.0%); OCDE ( 1.2% y 1.5%), pero señalan una larga lista de tareas: además de insistir en la necesidad de continuar con las reformas e incluso revisar algunas de las realizadas, en relación con lo señalado del comercio exterior recomiendan fortalecer las exportaciones pero para ello es necesario mejorar el entorno de las empresas quitando barreras administrativas, aplicando una política fiscal más adecuada y equitativa, mejorando la eficiencia administrativa y la coordinación entre comunidades autónomas.

También insisten, como no, en el mayor problema de España que es el alto nivel de desempleo. Las recetas no son desconocidas y han sido expuestas por numerosos analistas económicos y sociales. En el corto plazo es necesario mejorar el entorno empresarial para que se pueda crear empleo en el sector privado. La receta de reducir las cotizaciones sociales se repite aunque, como se tiene fijada a fuego la reducción del déficit público, se ofrece la mala contrapartida de compensar los ingresos públicos con un aumento del IVA. La modernización de las Administraciones públicas es una receta más en el medio plazo y se insiste en la necesidad de mejorar la formación en todos los ámbitos educativos, punto en el que parece que España obtiene las peores notas dentro de la UE.

Por último, es necesario señalar como una oportunidad los cambios anunciados en la política monetaria del BCE. Lo más novedoso de las medidas expuestas ha sido que, además de volver a reducir el tipo de interés básico aplicable a las operaciones principales al 0.05% y al 0.30% el de las operaciones marginales de crédito, el BCE ha comunicado la puesta en marcha de un programa de compra de títulos que estén respaldados por activos, al tiempo que el eurosistema comprará bonos garantizados en euros emitidos por instituciones financieras europeas. Todo esto, reclamado por instituciones y analistas, ampliará la oferta monetaria y debería revertir en una mayor disponibilidad de crédito que esperemos se aplique a empresas cuya actividad se desarrolle en España y no a las inversiones bancarias en el extranjero.

En conclusión, estamos en buen camino pero no podemos pensar que ya hemos salido de la crisis, es necesario continuar trabajando, limpiar el país de corrupción, reformar lo que es necesario y no se ha reformado todavía y avanzar para conseguir recuperar al menos en parte de lo que se ha perdido durante la crisis, especialmente el nivel de empleo.

Carmen Alcaide es analista y expresidenta del INE.

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