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Santander Brasil es responsable del 20% de las ganancias del grupo

El banquero fue un gran entusiasta del país sudamericano y mantuvo previsiones optimistas sobre la marcha del país

Carla Jiménez
Emilio Botín con Dilma Rousseff en noviembre de 2011.
Emilio Botín con Dilma Rousseff en noviembre de 2011.U. M. (REUTERS /Cordon Press)

Emilio Botín siempre fue un gran entusiasta de Brasil. Y lo fue más aún a partir de 1997, cuando el Banco Santander comenzó sus operaciones en el país, al adquirir el Banco Nacional de Comercio y, después, el banco Noroest.

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Pero la aventura más osada del banquero español en el gigante latinoamericano fue la compra, en 2000, del banco estatal Banespa. La entidad constituía una institución en São Paulo, la ciudad más rica del país, y el Banco Santander ganó la puja que mantuvo con los grandes bancos brasileños como Itaú, Unibanco o Bradesco. Nadie apostaba por su victoria. Pero venció.

Botín ofreció 7.000 millones de reales (más de 2.000 millones de euros), casi tres veces más que el precio real. La propuesta que seguía, de Unibanco, no pasó de los 2.000 millones de reales. Desde entonces, el Santander, que es hoy la quinta entidad bancaria (el tercero entre los bancos privados), ha ido ganando músculo financiero, con la adquisición de otras marcas, como el Banco Real, en 2007.

Hoy el grupo suma 30.000 clientes y 48.700 empleados, con activos de casi 500.000 millones de reales (166.000 millones de euros). En el primer semestre de este año obtuvo un beneficio líquido de 2.600 millones de reales (866 millones de euros). De hecho, Santander Brasil es responsable del 20% de las ganancias del grupo. Nada indica que esto vaya a cambiar. En un comunicado, el presidente del Santander Brasil, Jesús Zabalza, ha afirmado este miércoles: “Ahora nos toca a nosotros, incluso con más intensidad, continuar el trabajo de crecimiento de nuestro banco en el país, ése es el mayor homenaje que podemos brindar al presidente”.

Botín siempre mantuvo una estrecha relación con los presidentes brasileños. Fue recibido al menos cuatro veces por la presidenta Dilma Rousseff durante este mandato. También se relacionó mucho con Lula, al que llamaba su amigo. El banquero, por otra parte, siempre dictó previsiones optimistas sobre la marcha del país, incluso cuando todo el mundo desconfiaba de su rumbo económico.

La última visita pública de Botín a Brasil fue a finales de julio, para participar en unas jornadas sobre educación patrocinadas por el banco. Fue una visita delicada: una analista financiera del banco había llevado a cabo un informe para clientes de alto poder adquisitivo del Santander en el que se sugería que la reelección de la actual presidenta podría afectar negativamente en la marcha económica de la bolsa. La noticia sentó muy mal a Dilma Rousseff y Botín reaccionó. Al poco tiempo, difundió una nota para todos los clientes en la página web del banco donde se afirmaba que el informe no constituía “la posición de la institución” respecto a la economía brasileña y la presidenta. Después, la analista en cuestión fue destituida: “Cuando una persona falla, el banco toma sus medidas”, aseguró en Río de Janeiro el 29 de julio.

El incidente es solo una gota en el mar de entendimiento con Brasil. En São Paulo, de hecho, el banco Santander adquirió uno de los símbolos más apreciados de la ciudad, el edificio Banespa, inspirado en el Empire State Building, de Nueva York, inaugurado en 1947 y declarado bien protegido. Hoy es un edificio de acceso libre, abierto a las visitas de los turistas y constituye una de las vistas más espectaculares de la capital paulista.

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Sobre la firma

Carla Jiménez
Directora de EL PAÍS en Brasil desde 2018. Trabajó en O Estado de S. Paulo, Agência Estado, revista Época e IstoéDinheiro. Nació en Chile, creció en Brasil. Es formada en Periodismo por la Universidad Cásper Líbero, con especialización en Economía en la Fipe/USP. Forma parte de EL PAÍS desde 2013.

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