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Bruselas aplaude el modelo de rescate y cree que evita los efectos sistémicos

Los accionistas y los bonistas subordinados del Banco Espírito Santo perderán su inversión

Ignacio Fariza
Una mujer utiliza un cajero automático del Banco Espirito Santo en Lisboa.
Una mujer utiliza un cajero automático del Banco Espirito Santo en Lisboa.Mario Cruz (EFE)

El plan del Gobierno portugués de segregar el Banco Espírito Santo en dos entidades —Novo Banco, en el que se agruparán los activos buenos (depósitos y activos rentables), y BES, que se quedará con los activos tóxicos— tiene el beneplácito de Bruselas. La Comisión Europea considera que la hoja de ruta del Ejecutivo luso, que Lisboa se esfuerza en no denominar nacionalización y que pasa por que los accionistas y titulares de deuda subordinada asuman la totalidad de las pérdidas, permitirá una reestructuración ordenada del banco malo; maximizará el valor de los activos restantes en el futuro proceso de venta y reestablecerá la confianza en un sector clave para la economía.

El plan saldrá adelante gracias a un préstamo de 4.500 millones de euros de fondos europeos (procedentes de la línea de crédito de 6.400 millones a bancos en apuros incluida en el rescate portugués) a Novo Banco y que Lisboa prevé recuperar con su venta en los seis próximos meses. Los bancos portugueses estarán obligados a aportar los 400 millones restantes, hasta completar los 4.900 que costará la capitalización de la entidad saneada.

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Una "combinación de factores" diferencia esta nacionalización de los 33 procesos de liquidación o reestructuración previos en la UE, según destacan fuentes oficiales europeas. En primer lugar, las pérdidas serán asumidas conjuntamente y en su totalidad por accionistas y bonistas subordinados. Por otro lado, la creación del banco malo (BES) y del denominado banco puente (Novo Banco) se producen en paralelo y se fija una fecha (febrero de 2015) para la venta del segundo. Finalmente, las posibles pérdidas en las que pudiera incurrir el Estado portugués si la enajenación de Novo Banco reportara menos de los 4.900 millones aportados para su recapitalización serán cubiertas con gravámenes sobre el resto de entidades financieras del país, por lo que los contribuyentes no perderán dinero en la operación.

El Ejecutivo comunitario rompe así su silencio desde que el tercer banco luso por activos empezara a zozobrar hace cuatro meses, en los que ha perdido un 88% de su valor en Bolsa. “Las medidas aprobadas son adecuadas para restaurar la confianza en la estabilidad financiera de Portugal, asegurar la continuidad en la actividad del banco y evitar potenciales efectos sistémicos”, apunta el departamento de Competencia, capitaneado por el español Joaquín Almunia, en un comunicado. En la nota, hecha pública esta madrugada, la Comisión señala que el plan diseñado por el Banco de Portugal y el Ministerio de Finanzas luso está "en línea" con la normativa europea de ayudas de Estado y limita las potenciales distorsiones que la asistencia pudiera acarrear sobre el sector financiero portugués.

Fuentes comunitarias destacan que el programa portugués —el eufemismo que la UE emplea para referirse al rescate de la troika a las finanzas públicas lusas aprobado a mediados de 2011finalizó “con éxito” en mayo pasado y que Lisboa, con el plácet de Bruselas, optó por no acogerse a una segunda ronda de ayudas (una suerte de red financiera de seguridad). “El sistema financiero portugués ha sido reforzado y saneado en los últimos años”, señalan. Estas mismas fuentes recuerdan que Portugal aún dispone de un colchón de 1.900 millones de euros procedentes del rescate —tras haber empleado 4.500 de los 6.400 millones del remanente total en la capitalización de Novo Banco— para hacer frente a eventuales necesidades derivadas de las pruebas de estrés a las que toda la banca europea se enfrentará a finales de octubre.

El Banco Espírito Santo es la tercera entidad financiera de Portugal con unos activos valorados en 80.200 millones y 36.700 millones en depósitos. Con presencia en 25 países, tiene 10.000 empleados y está activo en todos los segmentos bancarios. La desconfianza en la gestión del BES y en la forma en que las autoridades estaban lidiando con un asunto tan espinoso ha afectado a la marcha de los mercados de valores europeos, que cerraron la semana pasada con fuertes caídas. Queda por ver si la decisión del Ejecutivo de Pedro Pasos Coelho —que un portavoz comunitario no dudaba en alabar este lunes tildándola de "demostración de capacidad de respuesta en condiciones de urgencia"— será suficiente para evitar una sangría que ya se cobra una primera víctima: los accionistas y titulares de deuda subordinada de la otrora seña de identidad de la banca portuguesa.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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