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África se aferra al éxito económico

La región genera multimillonarios y multinacionales que rechazan los conflictos políticos

El auge económico de África ha sido tan repentino que a muchos aún les cuesta acostumbrarse a la idea de que ese continente, olvidado y diezmado por las guerras, está en vías de convertirse en una especie de nuevo espacio emergente. Y no se habla de Sudáfrica, que ya es una potencia en ciernes, sino de una tanda de nuevos países de África Occidental y Oriental como Nigeria, el nuevo gigante, Senegal, Angola, Costa de Marfil, Kenia, Etiopía, Ruanda o Uganda. Unas expectativas fundadas en el hecho de que África viene protagonizando estos últimos años uno de los crecimientos del PIB más elevados del mundo, solo por detrás de Asia. "Las previsiones", apunta Tomás Guerrero, investigador de EsadeGeo y experto en África, "son de que el África subsahariana crezca al 5,8% este año y aún más en 2015".

¿Qué explica esta aceleración? Según Luis Padilla, experto para África de la OCDE "cinco factores han sido decisivos: la fuerte demanda de materias primas por los países emergentes, el boom demográfico, una clase media en ascenso, un mercado interno más dinámico y una creciente inversión extranjera".

Este auténtico círculo virtuoso empezó con el éxito de las materias primas a principios de 2000, impulsado por las compras de las compañías chinas, ávidas de recursos minerales y agrarios, y que no se detuvo pese a la ralentización de la economía asiática. Pero esa fue solo la palanca inicial, África ya es mucho más que minerales. Algunos países aprovecharon los ingresos del crudo, cobalto o cobre para llevar a cabo una transformación económica que empieza a dar resultados. La primera de las misiones que se impusieron fue aprovechar la intervención del FMI para lograr una cierta estabilización económica. "Debido a los desequilibrios que sufrían", apunta Manuel de la Rocha Vázquez, economista de la Fundación Alternativas, "inflación, deuda o sectores públicos sobredimensionados, no tuvieron más remedio que someterse a principios de 2000 a la medicina del FMI. Lo que les vino bien porque ahora están en muy estabilizados, con cuentas públicas controladas y baja inflación".

Todo esto fue seguido de un arduo trabajo de modernización de las estructuras económicas, burocráticas y judiciales que, según De la Rocha "ha mejorado mucho la seguridad jurídica y el clima de negocios" y ha ayudado a los países más avanzados —Nigeria, Kenia, Ghana, Angola— a atraer más inversión y proyectos empresariales. Hubo por último un esfuerzo de las élites locales por lograr mayor estabilidad política. Aun cuando siguen existiendo dictaduras y algunas de las democracias son de bastante baja calidad, la democracia sigue avanzando. "Aunque es difícil generalizar", reconoce Vicente Dorta, director general de la Cámara de Comercio de Tenerife, la que más relaciones tiene con la región, "hay toda una transición política en marcha, que da confianza a los inversores". Los conflictos, aún persistentes en el Sahel y en Sudán, se han ido haciendo más esporádicos en el resto de África.

Otro dato a tener en cuenta en un entorno de crecimiento económico es el de la fuerte demografía africana. "Representa un desafío", subraya Guerrero, "pero también una palanca de crecimiento y una oportunidad para garantizar un crecimiento sostenido en el largo plazo". Este investigador recuerda que "África tiene la población más joven del mundo, 200 millones de personas entre los 15 y los 24 años, y que las personas en edad de trabajar crecieron de 440 a 550 millones entre 2000 y 2008". Padilla añade, además, que la creciente demografía hará de África un mercado gigantesco "que va a pasar en pocos años de los 1.000 a los 2.000 millones de personas". Y estas serán cada vez más de clase media ya que "en los últimos 10 o 15 años unos 400 millones de africanos se incorporaron a esta franja".

La combinación de todos estos factores está haciendo de África un fuerte receptor de capital, sobre todo de inversión extranjera directa. "Según el último informe Africa Economic Outlook de la OCDE", explica Padilla, "este año la inversión va a alcanzar los 84.000 millones de dólares, un récord". Esto, además de las remesas por valor de 61.000 millones y la ayuda al desarrollo por valor de 55.200 millones. Buena parte de la inversión va a la exploración de los recursos mineros y el crudo, pero también para instalar empresas y construir infraestructuras. Y pese a que las empresas chinas en los primeros años del auge coparon los contratos de construcción, ahora empiezan a desembarcar firmas europeas, brasileñas o indias. Esto porque las necesidades de infraestructuras son enormes. África sigue siendo el continente peor equipado del mundo. Hoy solo una cuarta parte de la población tiene energía eléctrica.

El continente se está beneficiando de la rápida creación de núcleos empresariales. Las revistas de economía africanas publican clasificaciones de empresas, de ricos y jóvenes emprendedores al estilo de Forbes. África contaría ahora, según Ventures Africa, con más de 50 multimillonarios, la mayor parte "hechos a sí mismos", fundadores de empresas. Según la lista de Forbes de 2014 serían solo 29, pero 9 más que los 20 del año pasado. El más rico es el nigeriano Aliko Dangote (cemento, cereales, petróleo), con una fortuna de 25.000 millones de dólares, 9.000 millones más que en 2013. La lista la lideran los sudafricanos, pero empiezan a surgir rivales en Nigeria, Ruanda o Kenia. Y si es cierto que muchos han hecho sus fortunas con el crudo o la minería, los más recientes las están haciendo en telecomunicaciones, distribución, agroindustria o productos de consumo. El nigeriano Abdulsamad Rabiu se hizo multimillonario con la industria manufacturera, la siderurgia, los barcos y las infraestructuras; el también nigeriano Mike Adenuga con los móviles, y el ugandés Sudhir Ruparelia con la banca, los seguros y los hoteles.

Esa generación de multimillonarios y de nuevas empresas no ha sido caprichosa, también se debe al esfuerzo de los Gobiernos. "Una de las máximas preocupaciones de las élites políticas africanas", afirma Padilla, "es hacer la transición desde economías extractivas a industriales y de innovación". Varios países están trabajando para integrarse en las cadenas de producción internacionales. Sudáfrica lo ha hecho con el automóvil y Ghana, Kenia o Etiopía lo están haciendo con las industrias alimentarias. Y se están creando parques tecnológicos desde Sudáfrica a Kenia, pasando por Nigeria.

Cada vez hay más empresas y más grandes. Sudáfrica tiene multinacionales de primer nivel, que se han expandido por todo el continente y fuera de él. La minera BHP Billiton, con operaciones en 25 países; el Standard Bank, presente en 30 países (18 en África); la cervecera SABMiller o Naspers, un grupo de comunicación con filiales en China. También las grandes empresas de Nigeria empiezan a salir del país. Dangote tiene operaciones en Sudáfrica y Ghana. El grupo inversor Santoro Finance, propiedad de Isabel dos Santos, hija del presidente angoleño Eduardo dos Santos, ha entrado en Portugal con el banco BPI y la petrolera Galp.

Ante esta explosión, ¿qué están haciendo las empresas españolas? La mayoría están en la fase de observar lo que pasa, sin decidirse aún a entrar de lleno. Ángel Calleja, socio del despacho Garrigues, explica que "si bien tenemos cada vez mayor actividad en África, esta procede de nuestros despachos en Londres, China o Brasil. Los clientes españoles muestran poco interés, si bien creemos que esto irá a más". Guerrero cree que el empresario español "sigue teniendo una imagen negativa de África", lo que es malo, dice, "ya que los demás sí están entrando con decisión, y no solo los chinos, sino los brasileños, indios, rusos, y europeos [italianos y franceses, sobre todo]".

"La banca africana", afirma Guerrero, "va a estallar en los próximos años. Tres cuartas partes de los africanos no tienen una cuenta y solo el 5% una tarjeta de crédito. Pese a eso, la presencia de nuestros bancos es testimonial. Aparte del Santander Totta, la filial portuguesa de la entidad, poco más hay".

Pese a todo, el mercado africano está cada vez más presente en los planes de los empresarios españoles. "Puede parecer increíble", dice Padilla, "pero España ya exporta más a África que a América Latina". El año pasado se superaron los 15.000 millones de euros, mil millones más que lo enviado a toda Latinoamérica. 

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