_
_
_
_
_

La familia Gullón entierra el hacha

Los dueños del imperio galletero zanjan una crisis de cinco años por la gestión

Siro
Fábrica de galletas Gullón, en Aguilar de Campoo (Palencia)

La junta general extraordinaria de Galletas Gullón, la empresa fundada en 1892 y una de las primeras firmas alimentarias de España, está decidida a poner fin a una situación de enfrentamientos en el seno de la empresa protagonizada por tres de los cuatro hijos de la familia Gullón —Félix, Rubén y Hernán— frente a las actuaciones del director general, Juan Miguel Martínez Gabaldón, que contaba con el respaldo explícito o la aquiescencia de la madre y viuda del fundador del grupo, María Teresa Rodríguez, apoyada por su hija Lourdes.

El pacto de mínimos de este compromiso contemplaría concesiones por ambas partes. Los tres hermanos Gullón, que han contado en este tiempo con el apoyo de dos tíos —hermanos de la madre y también accionistas del grupo—, Raúl y Félix, retiran la querella planteada contra el director general por presunta falsedad documental y apropiación indebida. A cambio, los hermanos Gullón pasarán a formar parte del consejo de administración.

El director general se compromete a desarrollar una gestión más transparente y, entre otras cosas, a no aumentar su actual participación del 16% en el accionariado del grupo y a no vender más terrenos adquiridos a título personal a la sociedad. Ambas partes dicen que ponen el futuro de la empresa por encima de cuestiones personales. Por el mismo acuerdo, los hermanos de la presidenta, Félix y Raúl, venden su participación en la sociedad y salen de ella. Con todo esto, sobre el papel, sellan la paz.

La crisis del grupo galletero Gullón tiene sus raíces en los primeros años de los ochenta, tras el fallecimiento de José Manuel Gullón. Ante la corta edad de los herederos para gestionar la empresa, María Teresa Rodríguez decide contratar a José Miguel Martínez Gabaldón, un ejecutivo procedente del sector galletero que en poco tiempo se hizo con el puesto de director general. Con Gabaldón al frente del grupo, los hijos de la familia Gullón se fueron incorporando progresivamente a la gestión de la firma en cargos de segundo nivel, inicialmente en un clima de normalidad.

Datos clave

Marcas: Saludables. Dietnature; Diet-Fibra; Darvida; Calcio-Plus; Active; Ligera; Digestive; Tostafibra, María Bío, María Integral. Especialidades. Barqui, Chocobom, Choco Chips, Duo, O2, Panchitos, Surtido, Wafer Mix. Niños. Dibus y Tuestis. Clásicas. Butterfly, Classic, Creme, Dorada, María, Tostada. Salados. Cracker! y Tortitas

Facturación: 230 millones (2013).

Beneficio neto: 18,5 millones.

Empleados: 1.000

Accionistas: María Teresa Rodríguez (55,29%), Juan Miguel Martínez Gabaldón (16%), Félix, Rubén y Hernán Gullón (15,44%), Autocartera (13,27%).

La viuda y presidenta del grupo mantuvo la filosofía del fundador: reinversión de beneficios, no reparto de dividendos y crecimiento financiado con recursos propios. Con esta estrategia, el grupo Gullón, siempre afincado en su ciudad de origen, Aguilar de Campoo (Palencia), ha invertido más de 300 millones de euros para crecer en volumen e innovar en productos.

Para aumentar su capacidad productiva, la firma invirtió en tres nuevas fábricas que acabaron forjando un único gran complejo, y en 2013, sobre una superficie de 50.000 metros cuadrados, el grupo puso en marcha la planta denominada Vértice de Innovación y Desarrollo de Alimentos (VIDA). En este proceso de expansión se enmarca la construcción de la mayor planta galletera de Europa sobre una superficie de 140.000 metros cuadrados, un permanente aumento de líneas de producción hasta superar la treintena, con una capacidad de producción anual de más de 200.000 toneladas, equivalentes al consumo total de galletas en España. Junto a esta estrategia de crecimiento industrial y capacidad de producción, el grupo destinó a I+D una media del 3% de la facturación del grupo.

El resultado fue la construcción de un grupo con capacidad para producir volumen, a precios competitivos en todos los mercados y con todos los instrumentos para innovar de acuerdo con las nuevas demandas del consumo.

El crecimiento del grupo galletero se ha basado fundamentalmente en tres pilares: la mencionada innovación, unida a la exportación y la diversificación. La empresa palentina distribuye sus productos en un centenar de países con filiales para la comercialización en Italia y Portugal. Junto a estos dos países, las ventas de galletas son igualmente elevadas en Estados Unidos y Reino Unido, sobre todo gracias a la oferta de una línea de productos saludables; y con una presencia importante en China. Las exportaciones suponen el 55% de la facturación del grupo.

La distribución supone el 50% en volumen de las ventas del grupo y el 35% en valor, operando con la mayor parte de los grupos del sector. La otra gran apuesta del grupo y soporte de futuro se halla en el desarrollo de la línea de oferta de productos de salud Vida Sana, por la que se ofrecen diferentes productos dirigidos a todo tipo de consumidores. Entre estos se hallan productos sin gluten para celiacos, sin azúcar, y otros para personas afectadas por la glucemia.

No obstante, la buena marcha del grupo desde una perspectiva del negocio galletero ocultó la progresiva existencia del malestar interior y las crecientes diferencias por la gestión entre los tres hijos Gullón y sus dos tíos, frente al director general, apoyado por la madre y presidenta de la empresa. Del director general no gustaba su excesivo protagonismo a la hora de adoptar decisiones de interés para el grupo y, sobre todo, la falta de transparencia. Este malestar fue a más, coinciden medios del sector galletero en la pequeña localidad palentina, cuando el nuevo director general apareció con el 16% del accionariado de la sociedad y el grupo adquirió al director general terrenos comprados a título personal en una operación que, al parecer, le reportó buenos beneficios.

Esta situación de guerra soterrada estalló a finales de 2009, durante la celebración de un consejo de administración. En ese consejo, hijos y tíos, que tenían mayoría de votos, acordaron destituir a la presidenta y al director general y hacerse con el control de la empresa. Pero esta situación duró solamente un año. En noviembre de 2010, la presidenta dio su respuesta cuando, junto con el director general, convocaron y celebraron una insólita junta extraordinaria a bordo de un coche Mercedes de color negro en las inmediaciones de la empresa. Como propietaria de la mayoría de las acciones —55%—, la presidenta decidió nombrarse a sí misma administradora única y restituir en su puesto al anterior director general.

Juan Miguel Martínez Gabaldón posteriormente recurrió su despido ante los tribunales y obtuvo una sentencia favorable que obligó a la empresa a pagar una de las mayores indemnizaciones cobradas en España por un despido, casi nueve millones de euros, desembolsados por la empresa, a los que se sumaron, según fuentes cercanas al grupo, otros siete millones de deuda derivada de las condiciones pactadas en el contrato y otros tres millones que se estiman como ingresos del director general por la venta de terrenos a la galletera. Los juicios desarrollados entre el director general y los hermanos Gullón pusieron en evidencia actuaciones por las que los últimos presentaron una querella contra Juan Miguel Martínez Gabaldón, acusándolo de supuesta apropiación indebida y falsificación documental. El pacto incluye la retirada de esta demanda, aunque tras lo acontecido en los últimos cinco años nadie en Gullón se atreve a apostar por que fructifique un nuevo clima de confianza entre los accionistas y gestores.

La agenda de Cinco Días

Las citas económicas más importantes del día, con las claves y el contexto para entender su alcance.
RECÍBELO EN TU CORREO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_