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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Se inicia la recuperación

Nos encontramos en un entorno económico más estable y propicio, aunque todavía frágil

Los mercados financieros han mejorado notoriamente su confianza en la economía española y sus entidades de crédito, lo que ha llevado a una rebaja sustancial de la prima de riesgo y a facilitar el acceso a la financiación en plazos y precios mucho más asumibles. Además, las cotizaciones en Bolsa de los bancos españoles se encuentran en general por encima de sus valores contables y se comparan muy favorablemente con muchos de sus competidores europeos que todavía cotizan por debajo de sus valores en libros, en los que posiblemente pesen las dudas existentes sobre su rentabilidad futura o sobre la adecuada valoración de sus activos.

Nos encontramos en un entorno económico y financiero mucho más estable y propicio, aunque todavía frágil e incierto, en donde la economía española ha empezado a crecer.

Los indicadores económicos del primer trimestre de 2014 son alentadores, con un crecimiento intertrimestral del 0,4%, y las previsiones de nuestras autoridades y de organismos internacionales auguran que terminaremos el presente año con un crecimiento interanual del 1,2% o superior. Lo mejor de las previsiones, que se están revisando al alza, es que el crecimiento será sostenido y gradualmente creciente a lo largo de 2015 y 2016, despejando las dudas de que la mejora de la economía en 2014 obedeciese a un mero efecto de rebote estadístico. Asimismo se confirma el mayor protagonismo de la demanda interna en esta recuperación, que vendrá a completar la esencial contribución del sector exterior en los últimos años.

Además, las reformas estructurales acometidas y la conclusión con éxito, el pasado mes de enero, del programa de asistencia financiera han contribuido al incremento de la confianza en nuestras entidades de crédito y en nuestro país, circunstancia que se ha visto reforzada al anunciarse recientemente la amortización anticipada voluntaria de 1.300 millones de euros del total de 41.333 millones recibidos del Mecanismo Europeo de Estabilidad para la recapitalización de las entidades con problemas.

Aunque todavía es pronto para dar por concluida la crisis, creemos que, basándonos en las previsiones comentadas, en el año 2014 se ha iniciado la recuperación de la economía española y, de no surgir imprevistos, podemos pensar que hemos dejado atrás la peor parte de la crisis.

A pesar de que el entorno financiero y económico actual es más favorable, lo que contribuirá a acelerar la recuperación, debemos mantener el esfuerzo colectivo adicional necesario para ultimar las reformas que nuestra economía necesita (fiscal, unidad de mercado, reforma de la Administración pública, laboral, etcétera). Estas reformas ayudarán a ajustar los desequilibrios pendientes para alcanzar un mayor nivel de eficiencia, flexibilidad y competitividad que asegure que la etapa de crecimiento económico, aún modesto, que ahora se inicia en nuestro país se consolide en el futuro de forma vigorosa y sostenida, facilitando así la tan necesaria creación de empleo.

Una vez superada la corrección del elevado desequilibrio exterior de la balanza por cuenta corriente que nuestra economía llegó a alcanzar con la crisis, los mayores desajustes pendientes de resolver son los altos niveles de desempleo y el elevado nivel de endeudamiento, tanto público como privado. Tenemos que perseverar en la reducción de estas dos debilidades, máxime cuando su superación se verá dificultada si no se alcanza un ritmo vigoroso de crecimiento económico sostenido y si la fase de baja inflación en que nos encontramos se sigue prolongando en el tiempo.

En este sentido, damos la bienvenida a la determinación mostrada por el Banco Central Europeo (BCE) con sus nuevas medidas expansivas: bajada de tipos y plena concesión de las cantidades demandadas durante el tiempo que sea necesario y como mínimo hasta finales de 2016, y, especialmente, las nuevas ofertas de financiación abundante condicionada a la concesión de crédito a la economía real, que se extenderán hasta 2018. Estas medidas de estímulo monetario van encaminadas a luchar contra la fragmentación financiera de la eurozona, a impulsar el crecimiento económico con mayor acceso a la financiación empresarial, y a atacar las expectativas de baja inflación para que ésta vuelva a retornar a niveles del 2% en el medio plazo. Asimismo, también pueden ayudar a reducir la sobreapreciación del euro con respecto a otras divisas internacionales, principalmente el dólar americano.

Los bancos españoles siguen comprometidos con el esfuerzo colectivo adicional necesario aportando su trabajo, capacidad financiera y decidida colaboración para que las diferentes iniciativas de estímulos que las autoridades económicas y monetarias están aprobando puedan ser un éxito y sirvan para respaldar la recuperación económica. En este sentido, las últimas cifras comienzan a mostrar un cambio esperanzador en la tendencia de la evolución de crédito a empresas y familias.

A lo largo de esta profunda y prolongada crisis que todos estamos sufriendo, los bancos españoles han demostrado su compromiso y responsabilidad con la sociedad española y lo han hecho de diversas formas. En primer lugar, no siendo parte de las entidades del sistema financiero español que necesitaron ser intervenidas y recapitalizadas con ayudas públicas. Segundo, aportando su capacidad financiera para reducir el coste de la factura de la crisis del sistema financiero a soportar por el erario público, es decir, por todos sus contribuyentes. Y tercero, haciendo un esfuerzo organizativo, económico y financiero para cubrir, lo antes posible, la parte de la intermediación bancaria que ha quedado desatendida como consecuencia de la salida del mercado de las entidades con problemas.

Además, durante los últimos años, los bancos españoles han realizado, con sus propios medios, un esfuerzo extraordinario para, simultáneamente, sanear y capitalizar sus balances, por lo que se encuentran en condiciones de apoyar financieramente el crecimiento de la economía española.

Para terminar me gustaría señalar que el proceso de integración financiera acometido en la eurozona durante el último año es inmenso y clave para la estabilidad de la Unión Europea y para el desarrollo económico y financiero de nuestro país y de Europa en su conjunto. Pocos podrían haber presagiado los importantísimos avances acometidos en tan sólo 12 meses.

Con la profundización de la Unión Bancaria, no sólo en cuanto a los avances llevados a cabo en el proceso para que el Banco Central Europeo se convierta en el Supervisor Bancario Único de la eurozona, sino también y sobre todo con la aprobación del Mecanismo Único de Resolución, que contará con una Autoridad Europea de Resolución y un fondo común aportado por los bancos, se ha hecho frente y en parte se ha desactivado el círculo vicioso que ha gravitado a lo largo de la crisis entre la solvencia de los bancos y la de sus países por ser éstos sus salvadores de última instancia. La estabilidad financiera alcanzada en la eurozona se perfeccionará al incrementarse su integración fiscal.

Afortunadamente nos embarcamos hacia un futuro donde lo importante será la condición económica y financiera en la que se encuentre cada banco de la eurozona y no el país en el que radique su sede social. El progreso en la integración financiera europea es muy positivo para los bancos españoles y también para la economía española, ya que desde que comenzó la crisis nuestras entidades han tenido que competir en los mercados internacionales en desventaja, respecto a otros bancos europeos, debido a la fragmentación financiera que existía en la eurozona, teniendo restringida su financiación y pagando un sobrecoste en los mercados mayoristas.

Los bancos españoles afrontan con confianza las pruebas de valoración global que el BCE está realizando antes de convertirse en el supervisor prudencial bancario de la eurozona en noviembre de este año, ya que consideran que servirán para incrementar la transparencia y facilitarán la comparación entre entidades europeas bajo una metodología común.

Pedro Pablo Villasante es secretario general de la AEB.

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