_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un sindicalista de “Raza Lobo”

El sindicalismo moderno y la UGT contemporánea no podrían entenderse sin la figura de Lito

Nos ha dejado un sindicalista de “Raza Lobo”. Manuel Fernández López, “Lito”, presidente de Metal, Construcción y Afines de UGT (MCA-UGT), y de la Fundación Anastasio de Gracia-Fitel (AGFITEL), nos ha dejado cuando el corazón le falló a traición en las primeras horas del día 27 de junio de 2014; cuando parecía que había puesto orden a su salud; cuando todos esperábamos que el descanso en su querida Asturias terminaría de ayudarle a reponerse. Nos ha dejado justo ahora, cuando había dado un paso atrás de la primera línea de batalla en la que había estado 35 años seguidos, aunque no por ello había dejado el sindicalismo, porque como él mismo decía, “un sindicalista nunca se jubila”.

Un sindicalista de “Raza Lobo”, como el mismo calificaba a las personas auténticas, a los hombres y mujeres bravos, a los luchadores incansables. Justo lo que era él: un luchador tenaz, perseverante y con voluntad de hierro.

Era una persona comprometida y solidaria, tranquila y afable, y un incansable y gran negociador

Pero Lito era mucho más. También era una persona comprometida y solidaria, tranquila y afable, y un incansable y gran negociador. Porque precisamente una de las principales cualidades del compañero Lito era su capacidad para llegar a acuerdos, acudir a la presión si era necesario, pero siempre con el objetivo último de poder llegar de nuevo a la negociación.

La historia del sindicalismo moderno y de la UGT contemporánea no podrían entenderse sin la figura de Lito. Es de justicia reconocer públicamente su legado sindical: la Unión General de Trabajadores que hoy tenemos se debe en gran medida a su esfuerzo y al de las personas que supieron seguirle en esa tarea y que contribuyeron a construir el sindicato tal y como lo conocemos, sin abandonar su historia, recordando y aprendiendo constantemente de ella. Porque no podemos olvidar que Lito participó en la reconstrucción desde la Transición, asumiendo cargos de responsabilidad desde un primer momento.

Fue su capacidad de compromiso lo que le llevó a iniciar en Asturias su larga andadura sindical hace más de 38 años. Comenzó en su fábrica de Veriña, de la entonces Ensidesa, asumió después la Secretaría General de UGT Asturias siendo aún muy joven, compatibilizó el sindicalismo con su trayectoria política en el PSOE hasta llegar el momento en que entendió, como él mismo decía, “que no se podía estar en misa y repicando”, y decidió defender los intereses de los trabajadores desde la acción sindical a costa de una menor presencia en la acción política.

Una de sus grandes luchas era lograr que la industria se convirtiera en el gran motor del crecimiento económico

En 1988 fue nombrado secretario general de la Federación Siderometalúrgica de UGT (UGT Metal), justo antes de tener que afrontar la huelga general del 14 de diciembre del mismo año, que supuso el distanciamiento entre el Gobierno socialista y el sindicato. El talento de Lito le permitió saber recomponer con el tiempo, como siempre hacía, las relaciones, y más de 20 años después fue elegido miembro del Comité Federal del PSOE.

Su afán por construir una federación de industria fuerte en el seno de UGT le llevó a liderar en 1998 las fusiones de las Federaciones del Metal y Construcción de UGT, que darían lugar a la actual MCA-UGT, de la que fue su secretario general hasta el mes de octubre de 2013, y su presidente desde aquel momento. Durante todos estos años tuvo que afrontar numerosas reconversiones industriales y reestructuraciones empresariales, desde el afán casi obsesivo de conseguir las mejores condiciones para los trabajadores y trabajadoras en una industria con futuro.

Precisamente, otra de sus grandes luchas era lograr que la industria se convirtiera en el gran motor del crecimiento económico y de generación de empleo de nuestro país. Fueron numerosos los gobiernos con los que intentó negociar una política industrial que generara un cambio en el modelo productivo de España, y lamentablemente no pudo ver culminado este proyecto que seguiremos reivindicando.

El tercer gran proyecto de este incansable emprendedor era convertir la Fundación Anastasio de Gracia-Fitel en un referente de diálogo para la sociedad española. Gran parte de su empeño en los últimos años se centró en conseguir que esta Fundación fuera un punto de encuentro de opiniones provenientes de todos los ámbitos sociales, para lo que se había dispuesto implicar en este proyecto a líderes sindicales, sociales, políticos, empresariales, culturales, económicos, deportivos, entre otros, que había ido conociendo a lo largo de su vida.

Tenía el afán casi obsesivo de conseguir las mejores condiciones para los trabajadores y trabajadoras en una industria con futuro

Como dije en el último Congreso de MCA-UGT, cuando asumí la secretaría general, ¡cómo no iba a sentir vértigo al tomar el relevo de un líder indiscutible, de un maestro para muchos, de un compañero y de un amigo! Pero este gran hombre no hubiera podido llevar a cabo este trabajo sin el respaldo de una familia que le ha apoyado incondicionalmente, comprometida a su vez con esa labor, y sin cuyo apoyo no hubiera sido posible. Desde aquí mi reconocimiento y mi cariño hacia ellos en estos momentos de dolor, aunque saben que estamos con ellos.

Con estas líneas los compañeros y compañeras de MCA-UGT y de la Fundación AGFitel queremos rendir homenaje a esta enorme figura del sindicalismo español y a un compañero ejemplar, que dedicó toda su vida a un objetivo tan loable como la defensa de los derechos laborales y las condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras españolas, el reconocimiento de su labor, dedicación y perseverancia en conseguir que la UGT continúe siendo el gran sindicato que es, y que sea la Fundación Anastasio de Gracia Fitel el ilusionante proyecto que es.

Carlos Romero González es secretario general de MCA-UGT desde octubre de 2013, cuando sucedió en el cargo a Manuel Fernández López.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_