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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Europa no es un continente zombi

Desde todos los rincones de Europa está creciendo un rumor: el continente no está (tecnológicamente) muerto. Es cierto que iconos como la finlandesa Nokia ya no dominan el sector (mientras sí lo domina Samsung, nacida en los países emergentes). También es cierto que Europa no tiene ninguna empresa de Internet en el top 20 mundial (mientras sí las tienen emergentes como China o Rusia).

Sin embargo, estamos viendo cómo desde Dublín ha crecido una start-up (empresa emergente) como King, el desarrollador de los juegos Candy Crush que en 2014 inició su salida en Bolsa en Nueva York (NYSE) con una valoración de 7.000 millones de dólares. De Copenhague ha salido Just Eat, una start-up ahora inglesa de comida a domicilio que arrancó en la Bolsa de Londres en 2014 con una valoración de casi 2.500 millones de dólares. Unos meses antes salía en el Nasdaq otra tecnológica europea, la francesa Criteo. Este año le seguirán otras, como la británica Markit, que apunta a una salida en Bolsa neoyorquina con una valoración de 5.000 millones de dólares. Según Bloomberg, nada menos que unas 10 start-ups europeas planean salir al Nasdaq este año: lo nunca visto. Entre ellas, la sueca Spotify o la española ZED. Como apuntamos en el evento Start Up Spain, organizado el 23 de abril pasado en Madrid, los brotes tecnológicos europeos ya no se limitan a Londres, París o Berlín. La onda expansiva recorre ahora todo el continente, incluyendo países como Holanda y España.

Tenemos 'starups' y emprendedores empeñados en crear tecnología e innovación

Desde Holanda han crecido empresas como Booking.com. En 2005 protagonizó uno de los exits europeos más sonados, comprada por más de 135 millones de dólares por la americana Priceline. También desde Holanda ha crecido una de las pocas tecnológicas europeas que han conseguido en esta década cotizar en el Nasdaq: NXP Semiconductores, en el 2010, con sede en Eindhoven (ésta se suma a la rusa Yandex, que cotiza en el Nasdaq desde 2011). Actualmente, una de las start-ups europeas de mayor crecimiento, según The Next Web (una plataforma web fundada por el emprendedor e inversor holandés Boris Veldhuijzen van Zanten, que publica un ranking por país de las start-ups europeas con más alto crecimiento), es Adyen, una financiera tecnológica especializada en sistemas de pago. Otra tecnológica holandesa es WeTransfer, una start-up creada en Ámsterdam en 2009 que facilita compartir archivos de gran tamaño y tiene hoy día más de 18 millones de usuarios. De Holanda salen también algunas de las aceleradoras más internacionales, como Startupbootcamp, con presencia en Ámsterdam, Eindhoven, Berlín, Copenhague, Tel Aviv, Estambul y Londres. Rockstart, otra aceleradora holandesa, está desarrollando proyectos en América Latina. Las universidades también se sumaron a la ola emprendedora, en particular la Universidad Erasmus de Róterdam, con un nuevo start-up campus en la Rotterdam Science Tower.

España también se asoma a la ola digital. Desde Barcelona, eDreams (Odigeo) y sus fundadores (en gran parte mexicanos) han levantando una start-up que hoy día factura más de 4.000 millones de euros y ha sido en 2014 una de las mayores salidas a Bolsa de una empresa tecnológica en el continente europeo. Prueba del atractivo de las start-ups made in Spain la tenemos en otra barcelonesa de origen (ahora con sede en Silicon Valley), Scytl. Ha levantado en 2014 más de 30 millones de dólares procedentes de Paul Allen, el cofundador de Microsoft. A través de su fondo Vulcan Capital, esta inversión ha propulsado la valoración de esta start-up dedicada al voto electrónico y con presencia ya en 35 países. Actualmente se valora en más de 200 millones de dólares. Desde Madrid, Gowex cruzó la frontera de los mil millones de capitalización bursátil. En los primeros meses de 2014 hemos visto también como ex start-ups (es decir, empresas de base tecnológica creadas desde cero) alcanzaron exits masivos: así, en 2014, la británica Vodafone compró a la española ONO por 7.200 millones de euros. La siguiente podría ser Jazztel, otra ex start-up , fundada en su día por el emprendedor en serie hispano-argentino Martin Varsavsky.

Los ejemplos de Holanda y España muestran también el papel central que puede suponer el impulso público -algo similar ocurrió en el pasado en Palo Alto y Tel Aviv-, en contra del mito arraigado de que ambos ecosistemas no deben nada a los Estados: Josh Lerner, de la Universidad de Harvard, muestra que un acertado papel del Estado en ambos casos supuso un empuje fundamental. Así, en diciembre de 2013, el Gobierno holandés, junto con el Fondo Europeo de Inversiones, lanzó un nuevo fondo de capital riesgo dotado de 150 millones de euros para invertir en start-ups . La agenda del Gobierno holandés para el emprendimiento pivota en cuatro pilares: incentivar la cultura del emprendimiento (ya desde las escuelas), desarrollar un ecosistema dinámico, fomentar la posición internacional de las empresas y facilitar al emprendedor la financiación, la adquisición de conocimientos y la administración tributaria, respaldándolo con una favorable regulación. El emprendedor, por tanto, se ha convertido en el principal protagonista. Por su parte, el Gobierno español, a través del ICO, creó también un fondo ambicioso para capital privado de 1.200 millones de euros. Una parte del fondo se dedica a fondos de capital riesgo como Adara Ventures, Suma Capital o Ambar Capital, que recibieron inversión a principios de 2014. El objetivo es catalizar la creación de unos 40 nuevos fondos privados de capital riesgo y movilizar en total 3.000 millones de euros.

Holanda y España son ejemplo del valor del impulso público para las firmas emergentes

La Unión Europea está centrando parte de sus esfuerzos en mejorar su entorno empresarial. Muestra de ello es el programa Horizonte 2020, que está desarrollando iniciativas orientadas a estimular el emprendimiento y la innovación en Europa. Holanda y España muestran también cómo Europa se está transformando de la mano de emprendedores que cruzan fronteras. Los ejemplos de las financieras tecnológicas TransferWise y Kantox son testimonios de las start-ups made in Europe. La primera ha sido fundada por estonios (también partícipes de la aventura de Skype); la segunda, por un francés, un eslovaco y varios españoles; ambas tienen su sede en Londres, y el equipo, en el caso de Kantox, en Barcelona; los inversores más importantes son, para la primera, americanos (entre ellos, el fundador de PayPal, Peter Thiel) y fondos de venture ingleses; en el caso de Kantox, fondos de venture capital franceses. Por su parte, la madrileña Tyba (que ha participado en Start Up Spain) tiene un fundador holandés. El fondo israelí Giza ha elegido aterrizar en España de la mano de Mark Kavelaars, consejero delegado de Swanlaab y holandés afincado en España. En la aceleradora Startupbootcamp de Ámsterdam han sido seleccionadas varias start-ups españolas, de entre las más de 700 candidatas de toda Europa, para el programa de aceleración de 2014: Signaturit e Iristrace. Esperemos que los vínculos entre ambos ecosistemas sigan fortaleciéndose.

Europa no es un continente zombi. Tenemos museos de primera liga mundial (en Holanda y en España en particular); pero también emprendedores y start-ups empeñados en crear tecnología e innovación disruptiva. Los brotes tecnológicos no se limitan a dos o tres ciudades: Skype nace en Tallin, en Estonia; la start-up Farfetch, ahora ubicada en Londres, nace en Portugal, donde sigue teniendo parte del equipo de desarrollo. Busuu, otra start-up londinense, nace en Madrid, de la mano de un austriaco, Bernhard Niesner. También las ciudades de Holanda y España aparecen en este mapa de las start-ups europeas, un continente sin duda en expansión que merece más que atención: pasión e inversión.

* Javier Santiso es fundador de Start Up Spain, y Cornelis van Rij es embajador de los Países Bajos ante el Reino de España.

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