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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Latinoamérica y la sombra de China

Es bien conocido el movimiento pendular que suelen tener los mercados cuando cambian algunos de los factores clave en la historia del dinamismo de una región. Ahora mismo en América Latina vivimos un aumento del pesimismo sobre el efecto de una desaceleración en China, especialmente sobre América del Sur, más integrada comercialmente con ella y más expuesta a las variaciones de los precios de las materias primas que, por ejemplo, México.

Primero, el contexto. Es cierto que asistimos a una desaceleración de la economía china y que dejamos atrás los años de crecimiento a tasas superiores al 8%. Y por una buena razón. China necesita un cambio estructural para reducir el excesivo peso de la inversión y tener un crecimiento más equilibrado, al tiempo que reduce los riesgos en su sector financiero, especialmente el no bancario. Pero lo que prevemos es una desaceleración que aún debería mantener tasas de crecimiento por encima del 7% en los próximos años, convergiendo al 6% en 2020. Esto es aún un crecimiento robusto cuando lo comparamos con el resto del mundo, y que seguirá contribuyendo a la demanda externa de América Latina y al sostenimiento —que no aumento— de precios altos de las principales materias primas. Una hipotética mayor desaceleración en China es un escenario en este momento muy poco probable, por las palancas que tienen las autoridades económicas para evitarlo.

¿Significa eso que no hay que preocuparse por China? En absoluto. Qué duda cabe que una desaceleración adicional en ese país tendría efectos negativos significativos sobre la región. Pero es importante tener en cuenta que hay varias Latinoaméricas. No sólo es que México se ve menos afectado por el gigante asiático. También es verdad que, frente a una improbable mayor desaceleración en China, los amortiguadores disponibles en América del Sur son muy heterogéneos. Aquí destacan, sin lugar a dudas, los países andinos (Colombia, Perú y Chile), que son los que están mejor posicionados para volver a utilizar políticas económicas contracíclicas ante un shock transitorio, como ya lo hicieron con éxito durante la crisis global de 2008-2009. De este modo, probablemente Perú y Chile —más expuestos a la demanda proveniente de China y a la caída del precio de los metales que se generaría en ese escenario— sufrirían una reducción del crecimiento menor que, por ejemplo, Brasil, que ya no cuenta con margen de maniobra monetario o fiscal, por una inflación alta y un déficit fiscal en aumento.

Esto, sin duda, resalta la importancia de recomponer los espacios para las políticas económicas que se usaron en la crisis global hace cinco años. Algunos países en América Latina lo han hecho mucho más que otros, lo que los deja menos expuestos frente a lo que pueda venir.

Juan Ruiz es economista jefe para América del Sur del BBVA Research.

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