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Europa apuntala la unión bancaria

La Eurocámara peina el pacto de los ministros y acelera el fondo común para cerrar bancos Dijsselbloem llamó dos veces a Schäuble, que obligó a cambiar el texto final

Claudi Pérez
Jeroen Dijsselbloem, con el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble
Jeroen Dijsselbloem, con el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäublecordon press

“Es imperativo romper el círculo vicioso entre los bancos y los emisores soberanos, y el mecanismo de rescate europeo (Mede) debe tener la posibilidad de recapitalizar directamente los bancos”. La cumbre europea de junio de 2012 vio nacer así una idea luminosa, la unión bancaria europea. Alemania reinterpretó esa cumbre apenas tres meses después, y dejó un proyecto muy rebajado, que aprobaron los ministros de Finanzas el pasado diciembre y que ni rompía el dichoso círculo vicioso ni permite recapitalizaciones bancarias directas salvo en situaciones muy excepcionales. Tras un fenomenal tira y afloja, el Parlamento Europeo consiguió este jueves un esquema más ambicioso, que peina alguno de los ribetes más germanizados del pacto de diciembre, aunque queda lejos de la ambición de hace dos años. Tras una reunión maratoniana, la UE dio luz verde de madrugada a un principio de acuerdo que permite seguir adelante con la unión bancaria en los plazos marcados: tras la creación del supervisor único (el BCE), se aprueba un mecanismo único de resolución, con un fondo de 55.000 millones para cuando haya que cerrar bancos.

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El diablo está en los detalles, y en la letra pequeña queda claro que este no es el proyecto de 2012; es una unión bancaria más confederal —con votos según lo que cada uno aporta, por ejemplo, y solidaridad limitada—, que respeta escrupulosamente las líneas rojas de Berlín. Pero aun así supone un paso adelante: hasta ahora, los bancos son europeos en vida; cuando mueren y necesitan dinero de los contribuyentes, pasan a ser nacionales.

Eso empieza a cambiar. El BCE ejerce ya como supervisor y en otoño dará a conocer los resultados de los exámenes a las grandes entidades. No hay dudas acerca de que detectará agujeros: la incógnita es solo el tamaño del boquete. Antes de acudir al rescate de los bancos, las autoridades obligarán a aplicar pérdidas a los accionistas y a los acreedores. Pero aun así es muy posible que haya que inyectar dinero público —una vez más—, o incluso que haya que cerrar algún banco, algo casi inédito en Europa. Al menos hasta este jueves, con la aprobación de la segunda pata de la unión bancaria, el mecanismo y el fondo de resolución, que permiten apretar el botón nuclear para cerrar una entidad sin desencadenar —en principio— una crisis financiera.

El fondo mutualizado ascenderá a unos 14.000 millones en el tercer año; menos que la inyección a Bankia

El Parlamento consigue simplificar la toma de decisiones: el BCE y el directorio de ese mecanismo tendrán mucho más peso que los Estados miembros, que han perdido influencia. La Eurocámara también logra que el fondo —al que contribuyen los bancos de cada país— esté listo en ocho años, y no en 10. Los eurodiputados no consiguen romper el principio de que el fondo siga siendo un conjunto de compartimentos estanco hasta el octavo año, pero al menos sí aceleran la mutualización: el primer año estará mutualizado el 40%, y el tercer año el 70%. Y le permite endeudarse en el mercado. La cuestión es si eso será suficiente: el tamaño del fondo mutualizado ascenderá a unos 14.000 millones en el tercer año; menos que la inyección a Bankia; menos incluso que las pérdidas del italiano Unicrédito en 2013.

El proyecto, en fin, avanza en la buena dirección, según fuentes financieras, pero queda lejos de las promesas iniciales. “Respeta las principales exigencias de Alemania”, explica Santiago Carbó, de la Bangor School. Se trata de una unión bancaria en la que el sistema de voto depende de la contribución de cada país (de ahí el apellido confederal que le atribuyen ya algunos analistas, a diferencia de lo que ocurre con el BCE, por ejemplo). El fondo se establece a través de un acuerdo intergubernamental, al margen de los Tratados de la UE. Y el pacto, tal como exigía Schäuble, tampoco fija ningún vínculo explícito entre el fondo de resolución y el Mede: si se desata una crisis y no hay dinero suficiente, tendrá que endeudarse en los mercados. Se limita así la solidaridad europea.

El fondo se establece a través de un acuerdo intergubernamental, al margen de los Tratados de la UE

A dos meses de las elecciones, tanto el equipo negociador del Parlamento como la Comisión se felicitaron por el “espíritu de compromiso”, dijo el vicepresidente Michel Barnier. “La Eurocámara es poderosa: podemos despertar a Schäuble de madrugada para que haga concesiones”, apuntó el eurodiputado verde Sven Giegold. Y es cierto que Schäuble cedió; hace un mes amenazó al Parlamento con que no habría unión bancaria si se tocaba una sola coma del pacto de diciembre. Eso sí, hay otra lectura posible: según las fuentes consultadas, Schäuble no recibió una llamada de madrugada, sino dos: exigió cambiar detalles técnicos del texto final, y no dio su visto bueno hasta que cambió lo que quería. Queda claro quién manda en la Unión.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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