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La Comisión Europea califica a la troika de “logro notable” y evita toda autocrítica

Rehn asegura en la Eurocámara que los rescates funcionan “razonablemente bien” El vicepresidente cree que, sin los ajustes, “los daños hubieran sido más graves”

Claudi Pérez
Olli Rehn, en un discurso en Riga (Letonia), este mes de enero.
Olli Rehn, en un discurso en Riga (Letonia), este mes de enero. INTS KALNINS (REUTERS)

Carece de credibilidad. Suele deliberar a puerta cerrada y hasta ayer no rendía cuentas a nadie pese a que sus decisiones, entre las que no faltan errores de bulto, tienen severas repercusiones sociales. Corre el riesgo de convertirse en una especie de tirano benévolo, en un símbolo de una Europa poco democrática, en el estilete del club de acreedores en el que se está transformando el euro. Y sus propios miembros a menudo abominan de ella. Con esos argumentos, la Eurocámara sentó ayer en el banquillo a la troika (Comisión Europea, BCE y FMI), pero no consiguió un mínimo asomo de mea culpa. Al contrario: Bruselas martillea una y otra vez con el mensaje de que los rescates funcionan. Olli Rehn, vicepresidente y comisario de Economía, calificó de “logro notable” el papel de la troika: aseguró que la gestión de los rescates de Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre “impidió la quiebra desordenada de esos países y evitó daños más graves”.

Y es muy probable que así sea, aunque también lo es que otro diseño de los rescates —atribuible no solo a la troika, sino a los ministros de Economía del euro— hubiera podido suavizar las cicatrices. Nada de eso apareció en el discurso del máximo responsable económico de la Comisión. “Sin las ayudas, el ajuste hubiera sido más brusco, las consecuencias sociales más abruptas y el riesgo de corridas bancarias hubiera sido mayor; la troika funciona razonablemente bien”, explicó Rehn en Estrasburgo ante la comisión de economía de la Eurocámara, que durante los próximos días recibirá también al exjefe del BCE, Jean-Claude Trichet, y al presidente del mecanismo de rescate, Klaus Regling. En la recta final de la legislatura, el Parlamento tiene previsto enviar misiones sobre el terreno a los países rescatados para hacer una evaluación completa en los próximos meses.

Puede que para entonces ya sea tarde; puede que los países rescatados hayan salido ya de los programas cuando ese examen esté listo, algo que ya es seguro en el caso de Irlanda pero muy difícil para Portugal, Grecia y Chipre, que siguen sumidos en crisis oceánicas con problemas de todo tipo, pese a la franca mejoría experimentada en los mercados. Ese era el objetivo básico de la troika: recuperar el acceso a los mercados en esos países. Por el camino, deja tasas de desempleo del 27% en Grecia y en torno al 15% en Portugal, Chipre e Irlanda, con los indicadores de pobreza y exclusión social en máximos. A cambio, se han conseguido “logros considerables en la consolidación fiscal, aumentos de competitividad, reformas estructurales y se han hecho progresos en la reestructuración bancaria”, según Rehn.

El FMI ha lanzado duras críticas a la troika, tanto por el desastroso primer programa en Grecia como por los petardazos en las previsiones asociadas al ajuste portugués. Rehn pasó de puntillas por ahí. Y si en un par de ocasiones llegó a musitar algo parecido, lo disfrazó con tecnicismos para iniciados. “Los multiplicadores fiscales tienden a ser mayores en la coyuntura actual que en crisis normales”; “los programas se diseñaron en el contexto de una recuperación mundial que no se materializó”, dijo. Traducción libre: cada euro de ajuste tuvo muchos más efectos negativos en la economía de lo que se creía; la troika pecó de optimista una y otra vez.

El ajuste era imprescindible y la troika, en fin, no es un Saturno devorando a sus hijos; pero los rescates pudieron tener otro diseño, otra velocidad y otras consecuencias. Nada de eso apareció anoche en boca de Rehn.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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