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La urgencia de reindustralizar la economía

Gobierno y empresas asumen que España necesita recuperar vocación industrial para crecer

En el desayuno participaron, de izquierda a derecha, Gervasio Vázquez (Tetra Pack); Ramón Paredes (Seat); Javier Moreno, director de EL PAIS; José Manuel Soria, ministro de Industria; Rosa García (Siemens); Bernardo Velázquez (Acerinox); y Manuel Revuelta Lapique (Navantia)
En el desayuno participaron, de izquierda a derecha, Gervasio Vázquez (Tetra Pack); Ramón Paredes (Seat); Javier Moreno, director de EL PAIS; José Manuel Soria, ministro de Industria; Rosa García (Siemens); Bernardo Velázquez (Acerinox); y Manuel Revuelta Lapique (Navantia) Claudio Álvarez

Cuando un Gobierno y un grupo de empresarios hablan sin matices de la necesidad de “reindustrializar” un país, queda claro y asumido que la economía del mismo ha sufrido el proceso contrario. La tendencia se ha dado en el conjunto de Europa, pero con especial virulencia en España, que ha perdido el empuje del sector más exportador, el que más invierte en I+D y más empleo indirecto genera. El entorno económico no es el mejor para cambiar el rumbo. “Es muy difícil hablar de reindustrialización si no somos capaces de reencauzar los equilibrios económicos”, admitió el ministro de Industria, José Manuel Soria, esta semana en un desayuno sobre el sector organizado por EL PAÍS y Siemens. Pero, con cinco años de crisis a la espalda, la economía estabilizada pero una cifra de parados aterradora, Soria aseguró que el Ejecutivo tiene muy claro que la promoción de la industria tiene que formar parte de la nueva etapa económica de España.

Además de esa estabilidad macroeconómica, el ministro señaló que la reindustrialización necesita las patas de la política (subvenciones, créditos blandos, marco legal favorable para la industria...) y de la apuesta tecnológica de las empresas fabriles. Los grandes problemas —o retos, en el idioma del mundo de los negocios— son conocidos: lograr una energía más barata, que la formación de los jóvenes se adapte mejor a las necesidades del sector y que la cultura empresarial apueste por la innovación y el valor añadido.

Pero también, como admitieron los diferentes ejecutivos que participaron en el debate Industria 4.0, es necesario un cambio de mentalidad en el conjunto de la sociedad, que se resalte el valor del sector y genere más vocaciones. “Es muy importante que España se dé cuenta de la importancia de la industria, es la actividad que genera el 45% de la I+D en España cuando no supone más del 13%”, señaló Rosa García, presidenta de Siemens España y antes primera ejecutiva de Microsoft en el país.

“Necesitamos la industria para crecer”, recalca el ministro Soria

La industria ha perdido en España un 30% de su producción desde 2007 y el peso de las manufacturas en el Producto Interior Bruto (PIB) ha encogido desde el 17% de 2001 hasta el 13% en 2011. El repliegue, por tanto, no encuentra en la crisis su principal motivo, sino que comenzó precisamente durante la bonanza, cuando la euforia de la construcción incentivó los proyectos terciarios frente a los centros fabriles y el dinamismo económico eclipsó los efectos de la pérdida de tejido industrial.

Soria analizó los efectos de este proceso: “Hemos consagrado un modelo de servicios, lo que hasta cierto punto era normal, pero ahora tenemos un sector de turismo que crece a altas tasas y, al mismo tiempo, sufrimos una tasa de desempleo del 25%. ¿Por qué sucede esto? Porque, por bien que vayan los servicios, también necesitamos a la industria para crecer”.

“Hemos perdido mucha industria, aún la hay robusta en País Vasco y, en menor medida, en Cataluña. Pero hay que recuperarla, hay que lograr que esos jóvenes a los que les gustan apartados como el iPhone vean en este sector el futuro, que se den cuenta de que no todo el mundo puede ser médico o abogado, si no que hacen falta también electricistas, matriceros, ajustadores...”. Lo dijo Ramón Paredes, que ahora es vicepresidente ejecutivo de Relaciones Institucionales de Seat, pero entró en la empresa con sede en Martorell hace más de 40 años, como aprendiz de Maestría Industrial, cuando la compañía aún no pertenecía al grupo alemán Volkswagen.

España es uno de los principales fabricantes de automóviles en todo el mundo, pero todas las multinacionales instaladas son de capital extranjero. Sin embargo, la actividad de las fábricas de coches genera toda una red de factorías de la industria auxiliar, es decir, de los componentes de automóvil, que sí son de capital español en muchos casos y están altamente internacionalizadas. En el sector de la automoción, de hecho, se suele decir que cada puesto de trabajo en un fabricante de vehículos genera entre tres y cuatro empleos indirectos en otras empresas, una ratio que antes de la crisis era más elevado. No todas las ramas industriales crean tanto trabajo indirecto como la de las construcción de automóviles, pero uno de los elementos fundamentales del sector fabril es el poder tractor que tienen para el mercado laboral.

El sector ha perdido peso en la economía en la última década

Y se trata, según explicó Bernardo Velázquez, consejero delegado de Acerinox, de “empleo de calidad”. “Nosotros debemos dedicar tiempo a formar a nuestros trabajadores, nos cuesta mucho y por eso no podemos permitirnos la precariedad”, explicó el consejero delegado de la compañía. La compañía cuenta con tres factorías en España (la mayor de ellas, en Cádiz) que dan trabajo a 2.800 personas de forma directa, pero cada uno de esos puestos genera otros 1,6 empleos en otras empresas.

En esta línea, Velázquez resaltó el peligro, sobre todo en la época del boom del ladrillo, “de caer en tentaciones como la de sustituir una fábrica de acero por una fila de chalets con vistas a la bahía de Algeciras”.

El pasado noviembre la producción industrial aumentó un 2,6% respecto al mismo mes de 2012, lo que supone el mayor avance en tres años. Pero hacen falta medidas de largo plazo.

Un informe sobre la competitividad industrial elaborado en 2013 por la consultora PricewaterhouseCoopers advertía del efecto motor que podría tener un salto cualitativo en el mundo de la industria. La productividad por empleado de la industria española (excluyendo la rama energética) se sitúa un 34,1% por debajo de la media europea, según datos de Eurostat. Así que, según el estudio, “si estimamos que un diferencial del 10% supone una aportación al crecimiento del 0,33%, situar nuestra productividad al nivel europeo equivaldría a un impulso del 1,13% al PIB español”.

“El sector genera el 45% de la I+D” señala la presidenta de Siemens España

A la hora de ganar competitividad, el coste de la electricidad —que también ha generado su propia tormenta en lo que a los hogares se refiere— supone una queja permanente entre las empresas industriales. El primer ejecutivo de Acerinox, por ejemplo, puso algunos números sobre la mesa del debate y aseguró que, para su compañía, el coste se había disparado hasta un 75% en la última década. Además, recalcó que los precios en España son un 30% más caros que en Francia, un 20% más que en Alemania y un 50% más que Estados Unidos.

El ministro Soria tomó el guante y reconoció que los costes energéticos son un problema en España con respecto al conjunto de Europa, pero advirtió que también lo son para la región en relación al resto del mundo. En este contexto, Soria resaltó el papel que la apuesta de EE UU por el gas pizarra (el que se encuentra dentro de las rocas) ha tenido para abaratar la energía. “Estados Unidos en los últimos años ha relocalizado industria, ha pasado de ser dependiente de gas a convertirse en exportador neto y el precio se ha quedado en 3,5 dólares, frente a los 12 de Europa o los 19 de Japón”, apuntó el ministro.

Además de la mejora del acceso a la energía, la industria española aún debe tomar algunos trenes, el del manejo y análisis de grandes volúmenes de datos (el llamado big data) y la llamada “industria digital”, según señaló Rosa García, que, entre otras mejoras, permite realizar modelizaciones en tres dimensiones y generar grandes ahorros en los procesos de producción.

“La digitalización tendrá un impacto múltiple en métodos los sectores”, señaló por su parte, el presidente de Navantia, José Manuel Revuelta. El ejecutivo de las compañías públicas de construcción naval de astilleros agregó, en este sentido, que “cuando se habla de la industria 4.0, lo que está claro es que hay una revolución tecnológica en marcha y que estamos en un proceso de globalización constante, lo que nos obliga ver los productos no sólo del lado de la producción, sino también del consumidor”.

Cada empleo en el automóvil genera de tres a cuatro indirectos

Este es, en realidad, el credo que toda compañía debería tener, independientemente del ciclo económico, tal y como apuntó Gervasio Vázquez, director de la cadena de suministro de Tetra Pak Iberia, filial de un grupo sueco dedicada al envasado de alimentos. “Cuando estás en la cresta es complicado introducir a la gente hacia un cambio que te va a proteger en los años siguientes. Lo que demandaba el cliente era innovación, si no lo haces eres vulnerable, te atacan y pierdes márgenes”, reflexionó.

Vázquez puso el acento de la ganancia de la competitividad en la formación, sobre todo de las generaciones que están a punto de incorporarse al mercado de trabajo, y lamentó que “en el boom de la construcción perdimos la oportunidad de formarlos”. El ejecutivo lamentó también la falta de proactividad por parte de las universidades públicas a la hora de estrechar los lazos con las empresas con el fin de mejorar la empleabilidad de los estudiantes. “No hemos sido capaces es de conseguir un convenio con ninguna universidad pública. Las instituciones públicas no tienen la agilidad o la mentalidad para hacer esto, mientras las privadas tienen más relación con las empresas”, criticó.

Aquella popular frase de que “la mejor política industrial es la que no existe”, un lema tan denostado que se atribuye a diferentes ministros desde los años 80 y cuya paternidad nadie asume hoy por hoy, ha sido enmendada en su totalidad, tanto desde los gobiernos como desde el propio sector privado. “La mejor política industrial esa una política muy activa”, recalcó el ministro Soria.

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