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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¡Convierta en propietarios a sus empleados!

En la Edad Media los agricultores dejaban su ganado pastando en las tierras de la aldea que formaban parte de los denominados bienes comunes. En ciencias sociales, la tragedia de los comunes sostiene que los bienes de libre acceso como eran los pastos, bosques, el aire o el agua tienden a ser peor tratados que la propiedad privada, hasta el punto de agotarse. Algo que nunca sucedería con una gestión responsable, eficiente y sostenible y justo lo contrario que ocurre con la propiedad privada, ya que la prosperidad, incluso la existencia, de las personas que la protegen dependen, muchas veces, de ella.

Este concepto se puede aplicar perfectamente al ámbito de los negocios, ya que si los empleados sienten como suya la compañía en la que trabajan, sin importar la posición o el departamento que ocupen, se sentirán más responsables del futuro de la misma.

Concretamente, en las grandes empresas, los empleados suelen preguntarse: ¿cómo puedo contribuir al desarrollo de esta compañía? o ¿cómo puedo asumir más responsabilidad en una organización que cuenta con miles de empleados? Los directivos, por su parte, también se cuestionan algunas cosas: ¿cómo puedo contratar a personas de todo tipo y que actúen al unísono siguiendo el interés de la empresa? En una gran compañía que cuente con miles de empleados esta puede ser una pregunta clave y mi respuesta siempre sería la misma: “Actúe como si no fuera un empleado, sino el dueño de la empresa” y a esto es precisamente a lo que me refiero cuando hablo de una actitud responsable.

Las empresas no pueden promover esta cultura solo a través de filosofías de gestión. Convertir a los empleados en propietarios es un requisito fundamental, ya que la propiedad tiende un puente entre el rol de la persona como empleada y como propietaria de una sociedad. Esta nueva situación promovería la responsabilidad entre nuestros colaboradores, pero también incrementaría su motivación e intensificaría su sentimiento de pertenencia con la empresa.

Si los trabajadores sienten como suya la compañía se sentirán más responsables del futuro de la misma

Está demostrado que gracias a esta estrategia, los días de ausencia en la empresa se reducen considerablemente y los empleados interactúan con los clientes desde una posición más firme y confiada, lo que repercute en un mayor número de ideas en la actividad diaria, en un aumento de la innovación y, por supuesto, de la competitividad.

Y es que en una sociedad cada vez más envejecida, los trabajadores cualificados son cada vez más escasos y la rotación entre empresas supone una pérdida sustancial para las organizaciones, ya que los empleados se llevan con ellos su experiencia y conocimiento. Este cambio demográfico está teniendo un impacto muy negativo en la industria, ya que cada vez hay menos trabajadores técnicos que sean jóvenes y es curioso, porque son precisamente estos perfiles los que las empresas, especialmente las pymes, necesitan desesperadamente.

Pero incrementar la motivación y la lealtad a la empresa no son los únicos argumentos que debiéramos manejar para aumentar la participación de los empleados en las compañías para las que trabajan. Para muchas personas, la propiedad puede ser una buena inversión y una parte importante de sus planes de jubilación, lo que aliviaría la presión sobre los planes públicos de pensiones. Es importante que los legisladores se den cuenta de esto y adopten políticas que hagan más sencilla la participación del empleado en el accionariado de una empresa. Algunos países ya están muy avanzados en este sentido, pero a otros todavía les queda camino por recorrer.

Se suele pasar por alto que la propiedad participada beneficia a una empresa más que cualquier otro tipo de propiedad de acciones. Esto se debe a que los empleados tienden a mantener su participación durante mucho más tiempo y están más interesados en el éxito a largo plazo de la compañía, ya que así se aseguran su puesto de trabajo. Mientras los inversores piensan en ciclos más cortos, los empleados mantienen las acciones de la compañía durante toda su vida laboral —20, 30 o 40 años— y su lealtad, a menudo, se extiende más allá de su jubilación. Por eso son los accionistas ideales, mucho más que otros grupos de inversión que compran acciones con el propósito de maximizar sus ganancias y venderlas en poco tiempo.

Los legisladores deben facilitar la participación de la plantilla en el accionariado de la empresa

Es cierto que la propiedad del empleado plantea algunas preguntas importantes, por ejemplo, el riesgo de concentración, es decir, si una empresa quiebra, el empleado pierde su empleo y, además, sus acciones en la compañía. Pero esta es una cuestión que puede controlarse con fondos de pensiones más seguros que cubren este tipo de riesgos.

En Siemens, 135.000 empleados en 60 países de todo el mundo tienen acciones de la compañía y representan aproximadamente el 5,3% del accionariado del grupo. Nuestra apuesta pasa por hacer que este porcentaje se siga incrementando, hasta convertirse en el de mayor peso dentro de la empresa. Algo que sería más fácil de conseguir si mejoraran los incentivos fiscales asociados.

En general, la propiedad de los empleados tiene muchas ventajas. Aumentar los beneficios de la jubilación, proporcionar estabilidad y seguridad en la planificación de las empresas, fortalecer la motivación de los empleados y fomentar su sentido de la responsabilidad… Esta cultura es muy valiosa si se establece de forma transversal en toda una compañía: desde directivos hasta el último peldaño en la escalera empresarial como es el personal en prácticas. Sin embargo, los directivos son los que más deben predicar con el ejemplo, ya que la tenencia responsable supone, sobre todo, la responsabilidad de ser un modelo a seguir.

Joe Kaeser es presidente y consejero delegado de Siemens AG.

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