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Ucrania cede a las presiones de Rusia

Kiev aparca las negociaciones con la Unión Europea para un Tratado de Asociación

Pilar Bonet
La UE quería imponer cuotas a los productos agrícolas de Ucrania, como esta explotación en Nikolaev.
La UE quería imponer cuotas a los productos agrícolas de Ucrania, como esta explotación en Nikolaev. Vincent Mundy (Reuters)

Escasas reformas, corrupción, instituciones inestables, despilfarro de energía, deterioro de las finanzas y del clima inversor. Estos son solo algunos de los problemas de Ucrania, un país de 603.700 kilómetros cuadrados y 45 millones de habitantes, que esta semana ha cedido a las presiones de Rusia y ha congelado la firma del Tratado de Asociación con la Unión Europea en nombre de su “seguridad nacional” y de una reactivación de sus relaciones económicas con Moscú y los países postsoviéticos.

El presidente ruso, Vladímir Putin, quiere que Ucrania ingrese en la Unión Aduanera, su proyecto integrador apoyado por Bielorrusia y Kazajistán. Tanto Rusia como Ucrania son miembros de una zona de libre comercio en el ámbito de la CEI (Comunidad de Estados Independientes formada por países postsoviéticos) y de la Organización Mundial del Comercio (OMC), pero los marcos comunes no han impedido a Moscú castigar a su vecino con cinco “golpes comerciales” desde julio, según las evaluaciones del servicio “liga.net”. Primero, suspendió las cuotas de importación de tubos de acero libres de aranceles, lo que encareció los tubos ucranianos en un 20% frente a sus competidores en el mercado ruso. Luego, prohibió importar bombones de la firma Roshen (más de 20.000 personas en plantilla), lo que supone más de 1.000 millones de grivnas —la divisa ucraniana— en pérdidas este año (unos 100 millones de euros). En agosto, Rusia incluyó a todos los exportadores ucranianos en la categoría de “arriesgados” (2.500 millones de dólares de pérdidas) y en octubre restringió la entrada a los productos cárnicos y suspendió las licencias de los vagones fabricados por compañías que en 2012 vendieron más del 60% de su producción a Rusia (5.600 millones de dólares de pérdidas).

En el comercio exterior de Ucrania, la UE y los países postsoviéticos tienen proporciones parecidas, pero su estructura es distinta. Las importaciones desde la UE están más diversificadas e incluyen maquinaria y productos industriales, mientras que entre el 55% y el 60% de las importaciones desde Rusia son hidrocarburos. De enero a septiembre de 2013, Ucrania importó por valor de 21.200 millones de dólares de los países de la CEI (20,9% menos que en el mismo periodo de 2012) e importó por 22.400 millones de la UE (un aumento del 3,5%). En las exportaciones, el 36,2% fueron a la CEI, el 26,5% a Europa y el 26,4% a Asia, según las estadísticas oficiales.

Putin quiere una unión con Ucrania, Bielorrusia y Kazajistán

El Tratado de Asociación con la UE era una oportunidad para modernizar Ucrania, aunque hubiera provocado un “difícil periodo de dos o tres años” por cuanto contemplaba un amplio y desproporcionado desarme arancelario ante la UE, que hubiera mantenido cuotas para los productos agrícolas ucranianos. Así opinaba Pavlo Gaidutski, director científico del Instituto de Valoraciones Estratégicas de Kiev, antes de que el Gobierno de su país se planteara las compensaciones y consecuencias que acarrearía la pérdida del mercado ruso. La dependencia energética de Rusia lastra la economía. Por su gas, Gazprom, el monopolio exportador ruso, cobra a Ucrania precios más altos que a otros clientes europeos y se niega a rebajárselos, invocando los contratos de 2009. Mientas Ucrania paga 410 dólares por mil metros cúbicos de gas, Bielorrusia, gracias a su régimen preferencial, lo obtiene a 163 dólares por mil metros cúbicos. En víspera de la cumbre de Vilnius, Gazprom reclama los atrasos (cerca de 1.000 millones de dólares por agosto y octubre) y 9.000 millones más por incumplimiento de la obligación contractual de comprar 40.000 millones de metros cúbicos al año. Por su parte, Ucrania acusa a Gazprom de no haber transportado por su territorio un mínimo de 110.000 millones de metros cúbicos de gas con destino a Europa, según Mijaíl Gonchar, presidente del Centro de Estudios Globales Estrategia XXI.

Ucrania intenta diversificar su abastecimiento, mediante la compra de gas a proveedores europeos (que a su vez compraron ese gas a Rusia) y firmando contratos con Royal Dutch Shell y Chevron para explorar las reservas de gas de esquisto. En 2012 Ucrania consumió casi 54.700 millones de metros cúbicos de gas, de los cuales 20.200 millones eran de producción local y el resto procedía de Rusia, salvo unos 60 millones de metros cúbicos suministrados por la alemana RWE. Durante varios meses el gas suministrado vía Polonia y Hungría, con precios vinculados al mercado spot (al contado), fue más barato que el de Gazprom. Este suministro, resultado de la liberalización del mercado del gas en la UE, puede convertirse en una alternativa real a Gazprom si Eslovaquia se incorpora a él, afirma Gonchar.

El Gobierno ucraniano confía en incrementar la cooperación en el sector aeronáutico y de construcción de maquinaria con Rusia y en crear decenas de miles de empleos. Las perspectivas tal vez son excesivamente optimistas, porque las empresas de ambos países compiten por terceros mercados y Rusia sustituye por producción propia los componentes que antes compraba a Ucrania. La compra del avión SuperJet 100 a Francia ha sido un revés para Antónov, la compañía ucraniana, que durante años ha confiado en un programa de cooperación con Rusia para desarrollar varios modelos de aeroplanos, señala Gaidutski. Otro tanto sucede con la construcción naval y puede pasar con los motores para helicópteros y los vagones de ferrocarril.

El acuerdo con el FMI, en el aire

Las autoridades de Ucrania intentan obtener un nuevo préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) para reemplazar el crédito que expiró a finales de 2012 sin que Kiev llegara a obtener todo el monto que le fue concedido. La razón fue el incumplimiento del programa de reformas acordado con el organismo, que contemplaba una reforma del sistema de pensiones, el aumento progresivo de la edad de jubilación, la desregulación de actividades empresariales, la reforma del sector financiero y privatizaciones para reducir la participación del Estado en la economía. Pero, sobre todo, por la negativa de Kiev a elevar el precio del gas y de la calefacción, fuertemente subsidiados por el Gobierno.

Para el país es cuestión prioritaria. Solo en 2013, Ucrania debe hacer frente a vencimientos por un total de 5.603 millones. En los primeros nueve meses del año, la deuda exterior ascendía a 68.400 millones de dólares, lo que supone el 75,7% del PIB. Las reservas de oro y divisas rondan los 21.600 millones —frente a los 29.300 millones del mismo periodo de 2012—, lo que apenas le permite hacer frente al pago de tres meses de importaciones. Y buscar financiación en los mercados sigue siendo prohibitivo. El bono ucraniano a 10 años, denominado en euros, ha pasado de aproximadamente el 6% en enero a casi el 10% en la actualidad. Mientras, la economía sigue en recesión. El PIB se contrajo un 1,3% en el segundo trimestre y, en el conjunto del ejercicio, puede caer entre el 0,8% y el 1%, según los analistas.

La banca es una de las grandes preocupaciones de los organismos internacionales. El sector aún arrastra los problemas de la crisis de 2008 y 2009, que forzó la intervención del Estado en el sistema financiero y la inyección del equivalente al 5% del PIB en las entidades más débiles. Desde entonces, la proporción entre depósitos y créditos ha aumentado, la deuda externa se ha reducido y los préstamos en moneda extranjera han caído. Pese a ello, estos créditos aún representan el 40% del total de la cartera crediticia, lo que les hace muy vulnerables a una brusca variación de la divisa, y los impagos ya representan el 15% de la cartera. Moody’s prevé que a finales del ejercicio alcancen el 35%.

Liza Ermolenko, de Capital Economics, da por hecho una devaluación de la moneda, la grivna. “Una devaluación de la grivna parece bastante probable y prevemos una caída de la divisa del 10% frente al dólar para finales de 2014”, lo que supondrá mayores ajustes y no permite descartar una crisis cambiaria, sostiene la analista.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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