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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Cuánto cuesta una burbuja?

Fama, Hansen y Shiller han recibido el Premio Nobel de Economía por su contribución al desarrollo de modelos que determinan el precio de los activos, ya sean acciones en la Bolsa, bonos de empresas, títulos de deuda pública u otros. Pero también por su contribución a la mejor comprensión del funcionamiento de esos mercados. Y poder así juzgar si un determinado mercado funciona correctamente o si se cometen errores al determinar los precios. Estos errores pueden ser la causa de crisis financieras o de la aparición de burbujas.

El buen funcionamiento de un mercado financiero se puede ver por su predictibilidad. Aunque parezca paradójico, un mercado funciona correctamente si la evolución de los precios no es en absoluto predictible. Si lo fuera, los inversores podrían predecir que un determinado activo va a aumentar su valor en el futuro y lo comprarían en grandes cantidades. Pero esta compra misma haría subir, en el presente, el precio de este activo hasta un nivel que ya no haría atractiva su adquisición. Por tanto, un mercado funciona correctamente solo cuando los precios se mueven debido a la llegada de nueva información sobre las características de cada activo.

Ya en los años sesenta, Fama mostró que la evolución del precio en los días anteriores no es una buena fuente de información sobre la rentabilidad en el futuro de un determinado activo. Quedó claro que, a corto plazo, no hay predictibilidad, y que, por tanto, los mercados son eficientes en ese contexto.

Es importante saber cuándo un mercado fija erróneamente el precio de un activo

En cambio, a largo plazo los resultados son distintos. En los años ochenta, Shiller mostró que el precio de las acciones es mucho más volátil de lo que cabría esperar por la evolución de los dividendos que pagan estas. Como consecuencia de este exceso de volatilidad, después de un año en que los precios se hayan situado por encima de lo esperado, es más probable que en el siguiente se sitúen por debajo. Pero si es así, ¿por qué los inversores no invierten en la dirección deseable y corrigen el error del mercado tal como sucede a corto plazo?

La respuesta a esta pregunta ha dado pie a un importante volumen de investigación, que ha utilizado entre otras técnicas estadísticas la desarrollada por Hansen, conocida como Método generalizado de los momentos. Una posible explicación sería que el comportamiento frente al riesgo sea más cambiante de lo que se pensaba. O que los inversores tengan patrones de comportamiento que los alejen de lo que se consideraría una racionalidad perfecta, y que, por ejemplo, se dejen llevar por ráfagas de optimismo. O también se puede explicar por la existencia de una arquitectura institucional imperfecta.

Aún no se ha llegado a una respuesta definitiva, pero resulta evidente la importancia de poder saber cuándo un mercado está determinando de forma errónea el precio de un activo. Y saber, además, qué hacer para corregirlo. Esto permitiría, por ejemplo, saber si se está generando una burbuja en un determinado mercado, ya sea la Bolsa o el de la construcción. Y disponer de recetas para corregirla.

Aunque desde la teoría aún resulte difícil precisar en qué momento empieza a generarse una burbuja, lo que sí está claro es el efecto nefasto que estas tienen. No solo para los mercados financieros, sino también para el buen funcionamiento de toda la economía.

Josep Manel Comajuncosa es profesor de Economía de ESADE y doctor en Economía por la Universidad de Princeton

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