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ASAMBLEA DEL FMI

El Banco Mundial ve el futuro económico de Latinoamérica con un cauto optimismo

El organismo defiende la depreciación de las divisas para amortiguador los efectos del ciclo

El viento de cola que impulsaba a las economías de América Latina pierde fuerza. Se ve desde hace seis meses, por dos motivos: una menor demanda de materias primas por parte de China y la normalización monetaria en Estados Unidos. Como señalan desde el Banco Mundial, “el clima global ya no es tan amigo” con la región como durante la pasada década. Aún así, creen que el pesimismo no está justificado en este momento.

La moderación en el crecimiento va en sintonía con la del resto de países emergentes, tanto en el tiempo como en el tamaño. Aunque como indica el economista Augusto de La Torre, se está notando particularmente en América Latina y eso crea dudas. El crecimiento en estos países pasó del 6% en 2010 al 2,5% que espera para 2013. Eso significa que su proyección es dos décimas inferior a la del Fondo Monetario Internacional.

Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala y Uruguay son los motores de la región, con tasas de crecimiento del 3% al 4% que solo superan Perú y Panamá y que contrastan con la debilidad de Venezuela. Pero lo que más lamenta el organismo es que Brasil y México avancen por debajo de la media, lo que contribuye a dar más cuerpo a la ola de pesimismo sobre el futuro de la región y alimenta la volatilidad en los mercados.

¿Fin de fiesta?

Tanto el Banco Mundial como el FMI rechazan, sin embargo, que se haya acabado la fiesta y por lo general tienden a pensar que el ajuste a la nueva realidad se producirá sin mayor dificultades. Creen más bien que la recuperación económica en EE UU ayudará a consolidar las cosas, y se fijan también en el hecho de que la Unión Europea haya tocado ya fondo en la recesión.

En otras palabras, el Banco Mundial observa la situación con un “cauto optimismo”. “Los progresos sociales y económicos logrados durante la última década están muy lejos de ser una ilusión”, señala de La Torre, “es real”. Se calcula que 70 millones abandonaron la pobreza en ese periodo. Eso sí, no descarta que el proceso pueda estancarse en un escenario de lento crecimiento.

También rebaja el temor a que el deterioro externo ponga en evidencia la frágil dependencia hacia el capital que llega de fuera. Los grandes países de la región, señala, cuentan con un sistema que le hace inmunes a los choques externos. Se refiere a que lograron que el tipo de cambio de sus divisas sea más flexible que en el pasado, lo que permite a su vez estimular sus economías.

Mejorar la competitividad

En esencia, el Banco Mundial considera que la depreciación les puede ayudar a amortiguar el golpe y ser más competitivos en el mercado exterior, un arma de defensa que es especialmente útil en aquellos países donde la inflación da margen de acción a la política monetaria. También contribuirá a controlar mejor la balanza de pagos y a ajustar mejor el valor de los activos.

“Las depreciaciones de las monedas en América Latina no debe interpretarse como un signo de estrés financiero o de presagio de una crisis”, señala el documento técnico elaborado por el Banco Mundial. En otras palabras, las intervenciones en el mercado de divisas no se hacen para hacer frente a problemas en los pilares económicos si no para mitigar la volatilidad.

El problema está más bien con los pequeños países, que son la gran mayoría y donde la independencia de la política monetaria no es tan evidente, acusan problemas fiscales o no están integrados en el sistema financiero global. También admite que la habilidad de depreciar la divisa es insuficiente y pide resolver las deficiencias estructurales que impiden a la región crecer más.

En este sentido, el Banco Mundial resalta, como viene haciendo el FMI, la importancia de que se dé un impulso adicional a la agenda de la productividad, para que no suponga un freno adicional a los progresos sociales logrados la pasada década. “Este, más que el fantasma del colapso financiero de los años 1990, es el mayor reto al que se enfrenta América Latina y el Caribe”, remacha.

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