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Sniace, entre el ERE y la resistencia

La empresa propone la salida de 237 empleados y reducir el 20% del sueldo El comité lo rechaza, pero si no hay acuerdo, despedirán a los 533 trabajadores

Fábrica de la papelera Sniace en Torrelavega (Cantabria).
Fábrica de la papelera Sniace en Torrelavega (Cantabria).Joaquín Gómez Sastre

Desde que el pasado 15 de enero la directiva del grupo Sniace comunicara a los empleados de Viscocel, su filial con mayor número de trabajadores, la intención de hacer un ERE (en un principio temporal de seis meses), todos los viernes los poco más de 300 asalariados de esa fábrica marchan desde las instalaciones hasta el Ayuntamiento de Torrelavega (Cantabria).

A este grupo se sumó, el pasado 26 de julio, el resto de trabajadores de las demás filiales de Sniace. Ahora, el total de la plantilla, 533 personas, están al borde de perder sus empleos. Las empresas afectadas por el ERE son Celltech, productor de Celulosa, Viscocel, que fabrica viscosa, la central térmica y las oficinas de Madrid.

El pasado jueves 12 de septiembre la directiva y el comité de empresa se reunieron para encontrar una solución al conflicto. En la asamblea Sniace puso sobre la mesa un ERE que afectaría a 237 empleados, (80 despidos directos y el resto en jubilaciones), oferta que recibieron como un jarro de agua fría. La propuesta de la directiva fue rechazada por los trabajadores, que este domingo se han encerrado (unas 250 personas), en las instalaciones para protestar. El próximo martes es el día límite propuesto por la compañía para recibir una respuesta. Si se rechaza el plan, la compañía asegura que despedirá a los 533 trabajadores que forman la plantilla.

La empresa da trabajo a más de 2.000 personas de forma indirecta

“Este viernes (13 de septiembre) la dirección del Grupo Sniace presentó una propuesta de Plan de Viabilidad en el que contempla la reapertura del negocio energético y de las plantas de celulosa y de viscosa con un ajuste de plantilla de 237 personas”, explicaba la semana pasada un portavoz de la empresa a este periódico. El ajuste añadía también una reducción de sueldo de un 20% para todos los empleados. Según la empresa, “el Plan que hemos presentado asegura el futuro no solo a corto sino también a medio y largo plazo”.

Sniace asegura que la compañía no contemplaba “un ERE completo de la plantilla, si bien es cierto que todo dependería en primer lugar de la aceptación unánime del comité de empresa al Plan presentado”. Además, añade: “Esta posibilidad está sujeta a los resultados de la reforma energética del Gobierno y de la aceptación de los acreedores concursales”.

En Torrelavega las opiniones están dividas. Por un lado la fábrica da cerca de 2.000 puestos de trabajo entre directos e indirectos, según un estudio de la Universidad de Cantabria. De formalizarse el ERE muchas familias de la zona irían al paro. Por otra parte, reconocen que es un despropósito medioambiental, como denuncian numerosos colectivos ecologistas. Sniace fue una de las empresas más contaminantes de España. Ya tuvieron problemas para lograr la Autorización Ambiental Integrada (AAI). En un principio se la denegaron, pero tras “un esfuerzo multimillonario”, asegura Justino Sánchez, de la Unión Sindical Obrera, la obtuvieron.

En Torrelavega el debate está entre el beneficio económico de Sniace y los problemas ecológicos

Entre estos “esfuerzos de la administración” por actualizar la fábrica está la instalación de una depuradora, que costó 24 millones, la más grande de España, asegura Sánchez. El 29 de diciembre se aprobó la ley del céntimo verde, lo que supone el pago de unos impuestos cercanos a los 9 millones de euros. Ese mismo día, comenta Sánchez, Sniace detuvo las turbinas de energía y hace un ERE temporal de seis meses. Desde entonces la empresa ha pedido al Gobierno central que retire la medida. Uno de los puntos clave para que el plan de ajuste se lleve adelante.

Esta no es la primera crisis del grupo. En 1983 ya presentó un ERE total cuyo resultado fue el encierro de más de 800 empleados en las fábricas durante 48 días. Finalmente, no cerró. “La compañía arrastraba una deuda de 60 millones de pesetas y a esto había que sumarle el canon de 500 millones anuales que el Gobierno quería meter por los residuos”, explica Sánchez.

Para salir de aquella situación se creó una mesa de viabilidad, con el apoyo de la Administración Regional, y se estableció un calendario de pagos. Los operarios salvaron sus puestos de trabajo. “Esa época no tiene nada que ver con esta” aseguran Lua y García, dos trabajadoras de Sniace con más de 30 años de antigüedad: “Entonces, si te quedabas sin trabajo encontrabas otro en unos días. Hoy puede pasar mucho tiempo hasta que te llegue algo. Y eso con mucha suerte”.

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