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Servir mesas 12 horas al días por un salario de 500 euros

El auge del turismo ofrece un leve respiro al desempleo, pero camufla en muchos casos prácticas que rozan la explotación laboral en sectores como la hostelería

Turistas en la terraza de un bar de Palma de Mallorca
Turistas en la terraza de un bar de Palma de MallorcaTOLO RAMON

María P. no sabía lo que le esperaba cuando el 20 de junio firmó su contrato. Tras medio año en paro, esta camarera de 42 años encontró un empleo de 500 euros en la cafetería de un pintoresco pueblo de 12.000 habitantes de Pontevedra. Como le advirtió su encargado, la jornada sería dura. Tendría que quedarse “algún ratito más”. Fregar, montar mesas, atender a los clientes rezagados. Su horario real casi triplica las 20 horas semanales recogidas en su contrato de tres meses. “Esto es explotación pura y dura”, zanja esta mujer separada, con dos hijos, que sobrevive gracias a sus padres. María, que oculta su nombre verdadero por motivos obvios, denunció el caso hace dos semanas a la Inspección de Trabajo. En su pyme de seis trabajadores no ha aterrizado ninguno de los 981 inspectores y 897 subinspectores del Ministerio de Empleo que rastrean este agosto posibles irregularidades. “¿Dónde están nuestros derechos?”, se lamenta.

Los afiliados a la Seguridad Social del sector turístico crecieron un 0,4% el mes pasado. El caso de María no es una rara avis, según una veintena de representantes sindicales consultados. Sostienen que el descenso del desempleo en julio (64.866 personas, 1,36%) por quinto mes consecutivo tiene una justificación: la estacionalidad y el efecto desánimo. Y un trasfondo, la precariedad. Según sus datos, gran parte de los nuevos contratos son minijobs, temporales y a tiempo parcial, y que además en muchos casos incluyen luego más horas camufladas.

Julio de 2013 se ha convertido en un mes de récord histórico: llegaron 7,9 millones de turistas extranjeros, más que nunca ese mes. Pero, según los sindicatos, el verano lleva camino de acumular otro récord menos prestigioso. “Es la temporada más precaria y con más abusos que conozco”, concluye Francisco Alejo, de CC OO Extremadura.

La explotación aflora cuando la víctima denuncia. Y eso, si el miedo lo permite en la España de los 4,7 millones de parados registrados, ocurre en una minoría de los casos, y cuando apura la temporada, a partir de septiembre. Empleo admite que la hostelería es un sector clave en la contratación fraudulenta a tiempo parcial. Pero se niega a valorar el rebrote de precariedad que denuncian los sindicatos hasta disponer de cifras oficiales. Sus últimos datos son del primer semestre del año: las 62.106 inspecciones en el sector servicios regularizaron 17.223 empleos no declarados.

Contratos temporales 'hinchados'

El fenómeno estrella es, según los sindicatos, la media jornada ficticia. Un inspector laboral  admite la complejidad de demostrar esta artimaña. Se cobra y cotiza por cuatro horas, pero se trabaja hasta el triple. Daniel R., de 37 años, se considera un privilegiado. Trabaja hasta 110 horas semanales en la cocina de un pequeño hotel familiar del municipio coruñés de Pontedeume. Cobra 1.600 euros, el doble que sus 10 compañeros a media jornada que desembarcaron este verano. Todos cumplen el mismo horario extenuante. Pero unos tuvieron la desdicha de incorporarse tarde. “Este año se están aprovechando”, valora este cocinero con dos décadas de experiencia que estudia “huir de la explotación” montándose su propio restaurante. Su empresa le debe siete mensualidades. “Este verano es inédito en casos que duplican la jornada laboral”, insiste Isabel Castaño, de CC OO.

El uso del contrato temporal a tiempo parcial se ha disparado en España desde la irrupción de la crisis. Supuso uno de cada tres nuevos empleos en julio. Y la CEOE reclamó a inicios de agosto una vuelta de tuerca de la reforma laboral que permitiera la transformación de ciertas jornadas completas en tiempo parcial. Su iniciativa no tiene “nada que ver” con fomentar la precariedad estival, según fuentes de la confederación empresarial dirigida por Juan Rosell, que desvinculan su reivindicación con los abusos.

Pese a los riesgos que atisban los sindicatos, el catedrático de la Universitat Pompeu Fabra Guillem López Casasnovas, defiende el empleo a tiempo parcial. “Menos da una piedra. Soy partidario de impulsar todos los resortes para la creación de un trabajo que dignifique frente a un paro devastador. La retribución digna esperemos que llegue”, justifica. Su colega, el catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València Joaquín Maudos, se muestra más crítico. Advierte del trasfondo del fenómeno. “Que el empleo parcial aumente desde 2008 debería ser positivo, si es consecuencia de repartir el trabajo. Sin embargo, es un reflejo más del drama del desempleo junto con el incremento del paro juvenil y de larga duración”, opina.

Autónomos y subcontratas

CC OO Galicia está tramitando la denuncia de un veinteañero despedido esta semana en una cafetería. Trabajaba 15 horas diarias de lunes a viernes. Los fines de semana debía cuidar la granja de su jefe. Se quejó y le echaron.

Los sindicatos han detectado en Baleares, donde el 87% de la contratación es temporal, la proliferación en pequeñas cadenas hoteleras de la subcontratación de servicios. El objetivo es eludir el convenio de hostelería y ahorrarse hasta un 50% en costes laborales. La camarera de piso de 1.100 euros pasa a ganar 800. Otra práctica extendida, según UGT, es la de los falsos autónomos, empleados que bajo presión abandonan la plantilla, pero acaban haciendo el mismo trabajo pero pagándose su propia Seguridad Social.

Los empleados con contratos de jornada completa tampoco se han quedado al margen del verano precario. Pilar M., de 34 años, encadenó durante 12 días jornadas de 12 horas en un pequeño hotel de Granada. Su contrato era de ocho horas. Le despidieron hace un mes, argumentando pérdidas, aunque la ocupación del establecimiento rozaba el 90%.

El hotel de los 33 becarios

El hallazgo la semana pasada de que en un solo hotel familiar de cuatro estrellas de Calvià (Mallorca) más de un tercio de la plantilla eran becarios ha desatado un tsunami en Baleares sobre el papel de los contratos en prácticas. La polémica, en este caso, no se refiere a las condiciones de los 33 estudiantes, que procedían de escuelas de hostelería europeas y se ajustaban a los horarios. Sino a la filosofía que esto esconde: sustituir los asalariados de la hostelería por mano de obra low cost con la excusa de la formación. El sindicato CC OO investiga otros 50 casos en Mallorca.

Un experimentado inspector de Trabajo de Baleares relata bajo anonimato las carencias del sistema de control. “Nos tienen haciendo inspecciones a chiringuitos, hamaqueros y mercadillos, en lugar de ir a por los hoteles, donde son muy comunes las medias jornadas ficticias”, sentencia este funcionario que asegura que “nunca” ha recibido instrucciones políticas.

Los sindicatos reclaman a Empleo más efectivos para combatir el fraude. Sostienen que los 34 inspectores y 23 subinspectores, que en el primer semestre del año afloraron 426 empleos irregulares en Baleares, resultan “insuficientes”. “El problema es que algunos se van de vacaciones en agosto”, se queja Manuel Pelarda, de UGT. Su sindicato alertó el pasado año del caso de un hotel de cinco estrellas en Pollensa que acogía a 14 “falsos becarios”, aprendices rumanos, que cobraban 350 euros por extenuantes jornadas.

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Sobre la firma

Joaquín Gil
Periodista de la sección de Investigación. Licenciado en Periodismo por el CEU y máster de EL PAÍS por la Universidad Autónoma de Madrid. Tiene dos décadas de experiencia en prensa, radio y televisión. Escribe desde 2011 en EL PAÍS, donde pasó por la sección de España y ha participado en investigaciones internacionales.

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