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La financiación entre empresas cae al nivel más bajo en una década

Los vencimientos mensuales de pagarés y letras de cambio se quedan en 13.218 millones, apenas un tercio de las operaciones que se hacían antes de la crisis

Alejandro Bolaños

En el diagnóstico coinciden los organismos internacionales y el Gobierno, sindicatos y patronal. La falta de financiación a las empresas es el principal escollo para la elusiva recuperación de la economía española. Y estadísticas como la que refleja la evolución de los efectos de comercio revelan hasta qué punto se ha extendido la desconfianza en su capacidad de pago. Las operaciones a plazo respaldadas por documentos como letras de cambio o pagarés, una vía de financiación significativa entre las pymes, apenas llega ahora a un tercio del importe que alcanzaban antes de la crisis.

En la actividad comercial, es frecuente que una empresa pacte con otra pagarle más tarde (a 60 días es una referencia habitual) la compra de una mercancía o la facturación de un servicio. La operación se formaliza en los llamados efectos de comercio, compromisos por escrito (como las letras de cambio o los pagarés). Con esos documentos, el vendedor puede ir a su banco para que, previo pago de un interés, le adelante el dinero. Si pasado el plazo pactado, el deudor incumple, y no paga, el banco descuenta el dinero al vendedor con un recargo.

Las pymes sufren el desplome en la aceptación de efectos de comercio

El sistema funcionaba como alternativa para las pymes, que suelen tener dificultades para acceder a una línea de crédito por su pequeño volumen de negocio, ya que ofrecían al banco la garantía de que iban a recibir un ingreso en el plazo previsto. Además, en algunos casos, blindaban esa garantía con un seguro de cobro. Pero, en 2008, la irrupción de la crisis quebró un sistema vital para la gestión de la tesorería de muchas pequeños proveedores. La morosidad en este tipo de operaciones, habitualmente baja, se duplicó en apenas unos meses, las aseguradoras se retiraron de este mercado, los bancos pusieron cada vez más dificultades y las empresas más débiles desaparecieron, dejando tras de sí un rosario de impagos.

Desde entonces, esta vía de financiación a muy corto plazo entre empresas no levanta cabeza. Según la última referencia estadística, publicada este lunes, el importe de los efectos de comercio que vencieron en junio bajó hasta los 13.218 millones de euros, el nivel más bajo en la década que lleva el Instituto Nacional de Estadística recopilando datos en entidades financieras.

En el verano de 2007, el vencimiento de letras de cambio y pagarés arrojaba cifras muy distintas, con importes que superaban los 37.000 millones mensuales. La estadística refleja además que las operaciones son ahora de mucha menor magnitud: antes de la crisis, la financiación media rondaba los 3.000 euros, en junio pasado era de 1.830 euros.

Las exigencias de solvencia, mucho más duras, limitan la morosidad al 3%

El desplome en el uso de los efectos de comercio es otra vía de financiación más que se ciega a las empresas. El crédito de la banca española a las empresas retrocede a tasas anuales cercanas al 10%, un síntoma más del enorme ajuste que ha digerido el sector financiero: según los datos del Banco Central Europeo, en España se cerraron un 35% de las oficinas bancarias clausuradas en la Unión Europea el año pasado. A la dificultad en el acceso al préstamo, las pymes deben sumar un coste que dobla al que pagan las grandes empresas: los créditos inferiores al millón de euros pagan, de media, un interés del 5,4%, mientras en los que superan el millón, los intereses rondan el 2.5%. Además, las pymes no tienen la opción de recurrir directamente a los inversores para colocar deuda, una situación que el Banco Central Europeo se ha comprometido a resolver con medidas para impulsar un mercado específico.

En una suerte de dura selección natural, la financiación a través del descuento de efectos comerciales ha quedado restringida ahora a las pymes con clientes más solventes. Y eso se traduce en la única nota positiva de la estadística: la proporción de impagos, que llegó a superar el 7% en 2008, ha vuelto a proporciones más cercanas a lo que era habitual, tras 14 meses consecutivos de descensos en el ratio de morosidad empresarial. Según la información recopilada por el INE, de los 13.200 millones de letras y pagarés vencidos en junio, solo dejaron de pagarse en plazo 389 millones. La morosidad se limita ahora al 2,9% de los efectos de comercio, también el nivel más bajo de la crisis.

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